Mientras España paga su casa en 25 años, en EE. UU., Trump quiere ir más allá: que esa deuda dure toda una vida

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Desde nuestro lado del Atlántico, donde en España una hipoteca media dura unos 25 años, te puede parecer de ciencia ficción que en Estados Unidos se plantee convertir ese compromiso en prácticamente toda una vida laboral y más allá. Pero justo eso es lo que Trump ha puesto sobre la mesa: hipotecas a 50 años para «abaratar cuotas mensuales» y reactivar el acceso a la vivienda.

En España, la banca concede préstamos hipotecarios con una duración media más moderada: unos 25 años para una hipoteca media de alrededor de 169.650 euros,  lo cual permite que el emisor termine de pagar en un plazo que muchos consideran dentro del parámetro de lo «humano».

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En cambio, en EE.UU., la propuesta de Trump sería abrazar un plazo larguísimo: 50 años. Lo que significa que aunque se promueva que las cuotas mensuales bajen, el comprador pagará muchísimo más intereses, y es más probable que siga pagando cuando muchos de sus contemporáneos ya estén pensando en la jubilación. Según el análisis de la agencia Associated Press, una hipoteca a ese plazo podría elevar el coste total entre un 70 % y un 120 % respecto a una de 30 años.

La situación se presenta así: Trump y su equipo, a través del director de la Federal Housing Finance Agency (FHFA), Bill Pulte, han planteado la hipoteca de 50 años como «una arma» dentro de un arsenal de soluciones para la accesibilidad a la vivienda. Pero los críticos no se han quedado callados: economistas, asociaciones de vivienda y hasta algunos republicanos han señalado que esta medida no toca los problemas de fondo: la escasez de vivienda, los altos tipos de interés, el coste de construcción… un simple alargamiento del plazo no arregla esos cuellos de botella.

Desde la perspectiva española el contraste llama la atención: mientras que aquí los plazos, aunque también pueden presentar tensiones (especialmente con los tipos al alza del 3,26 % recientemente), siguen siendo limitados y con intención de liquidarse en una vida laboral «normal»; en EE.UU., con esta propuesta, la deuda podría prácticamente prolongarse durante la mayor parte de la vida de alguien. 

Y aunque suene bien esa cifra de «valor mensual más baja», el efecto puede ser justamente el opuesto al deseado: una generación atrapada en deuda o con patrimonio más reducido que la de generaciones anteriores.

Lo que en España se entiende como un compromiso financiero serio pero finito, en EE.UU. podría transformarse en una carga casi vitalicia. La propuesta de Trump tiene, sin duda, el atractivo de facilitar el acceso a la vivienda, pero también lleva consigo riesgos notables: menos patrimonio propio, más años de pagos, mayor dependencia del mercado inmobiliario y de los tipos de interés.

En definitiva, más barato al mes… pero mucho más caro al final.

Foto de Markus Spiske en Unsplash | Towfiqu barbhuiya en Unsplash

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