«Y tú, niño, ¿tienes novia ya?». Esta y otras preguntas similares son planteadas con frecuencia a los niños sin ninguna mala intención, y quizá incluso con el hecho de agradar o divertir. Pero personalmente nunca me han gustado, y a medida que soy más consciente de las connotaciones que implican me gustan aún menos.
Me gustaría compartir con vosotros mi reflexión acerca de este tema, y por qué no me gusta que conocidos y extraños pregunten a mis hijos si tienen novia/novio.
Niños y niñas con novios, ¿en serio?
Como he comenzado diciendo, quizá por el hecho de divertir al niño o de buscar un acercamiento con él, algunas personas lanzan este tipo de preguntas sin pensar en el mensaje implícito que están dando al menor.
A mi hijo mayor, que ahora tiene diez años, le vienen haciendo esta pregunta desde hace tiempo, tanto amigos y familiares como desconocidos que se cruzan en algún momento en nuestro camino y se creen con la libertad y la «gracia» de formular algo así, dejando a mi niño con cara de estupefacción.
Pero también mi hija de seis años ha sido objeto de estas preguntas, y se que aunque se trata de bromas dichas sin ninguna mala intención, reconozco que no termino de acostumbrarme a ellas.
«Venga cuéntame, que no se lo digo a nadie, ¿tienes ya novia?». Esta suele ser una de las preguntas más socorridas para romper el hielo y conseguir que mi hijo se ría o comience una conversación. También hay otra que le han hecho en alguna ocasión y que me revuelve por dentro, y es la de «¿Cuántas novias tienes?» (¡como si de una colección de cromos se tratara!)
El tono y la manera de formular la pregunta a mi hija cambia con respecto a su hermano, pues de ella se ensalza la belleza y el mensaje de «lo fácil que le resultará encontrar novio»: «Con lo guapa que eres seguro que no te faltarán pretendientes».
Pueden parecer preguntas inocentes e incluso divertidas, pero ¿nos hemos parado a pensar en el mensaje que transmitimos al niño o a la niña?
Por qué no me gusta que se les pregunte eso a los niños
Son muchas las razones por las que no me gusta que se les pregunte a los niños por este tema:
- La primera y fundamental es porque los niños son niños, y como tal deben tener su mente puesta en jugar, divertirse, imaginar, crear y compartir ratos de ocio con amigos y amigas. El noviazgo (como lo entendemos los adultos) ya vendrá en un futuro, cuando ellos lo consideren, y no cuando la gente de alrededor se empeñe.
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En segundo lugar, porque aunque el enamoramiento infantil existe, no es tal y como lo entendemos nosotros, pues carece de las connotaciones y características que otorgamos a las relaciones amorosas adultas. Por eso, no tiene sentido plantear a un niño una pregunta y una situación que no va a entender ni ver con los mismos ojos que nosotros.
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Por otro lado, y al hilo del punto anterior y de las diferentes formas que adultos y niños tienen de entender el amor y el noviazgo, vendría mi siguiente reflexión: ¿qué pasaría si un niño al que le hacen esta pregunta respondiera con un «sí, tengo novia/novio»? ¿Qué cara se le quedaría al adulto? ¿Qué pregunta vendría a continuación? ¿Nos seguiría pareciendo igual de gracioso, o quizá entonces le diríamos que no tiene edad para esas cosas»? En cuyo caso, ¿no sería totalmente incongruente nuestra reacción siendo un tema que hemos abordado nosotros?
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En cuarto lugar porque preguntándole a mi hijo si tiene novia y a mi hija si tiene novio, se está presuponiendo la orientación sexual de cada uno, y eso es algo que nadie debería dar por hecho, pues solamente ellos serán quienes lo decidan llegado el momento.
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En quinto lugar, porque haciendo esa pregunta desde tan temprana edad se les hace ver a los niños que tener novio/novia es una meta a la que deben aspirar. Pero, ¿y si entre sus preferencias de ocio y relaciones en la infancia no entra el concepto de novio/novia? ¿Cómo podrían llegar a sentirse si esa ansiada pareja por la que la gente les pregunta no llega?
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En sexto lugar, porque cuando al hecho de tener novio o novia se le asocia la belleza física («eres muy guapo o guapa, por consiguiente tendrás ya novia o novio») se le están lanzando al niño dos mensajes: el primero, que su propósito de vida debe ser el de gustar a otra persona, y el segundo que otros solo se fijarán en él o ella si es guapo, una característica que, dicho sea de paso, es algo completamente subjetivo.
- Y ya por último, -pero no por ello menos importante-, es creo que la pregunta en cuestión forma parte de la intimidad de una persona, y seguro que cuando nosotros estábamos solteros (o si lo estamos ahora) no nos gustaba que este tema se convirtiera en el centro de conversaciones de conocidos y extraños. Pues si es así, ¿por qué estamos dando el ejemplo a un niño de preguntar a otra persona sobre su intimidad cuando a lo mejor no le apetece hablar de ello?
Y aún hay más, pues si realmente ese niño o niña a quien preguntamos tuviera novio/novia, ¿por qué queremos obligarle a reconocerlo y convertir sus sentimientos en objeto de críticas, burlas, centro de atención o juicios?
Hay gente con la que he compartido esta reflexión personal que considera exagerada mi postura, y no ven nada malo en el hecho de preguntarle a un niño pequeño si tiene pareja. Otros en cambio, lo ven igual que yo, y pensamos que este tipo de preguntas no corresponden a la infancia, y que debemos dejar a los niños disfrutar de su niñez sin pretender que adopten patrones o comportamientos adultos antes de tiempo. Y a vosotros, ¿qué os parece?