Que
las
cuentas
de
correo
sean
imprescindibles
nos
aboca
a
hacernos
una
cuanto
antes.
Por
otro
lado
son
gratis
(aunque
con
limitaciones),
así
que
lo
mismo
te
haces
una
que
siete.
Pero
si
hay
una
cuenta
de
correo
que
recuerdo
con
cariño,
esa
es
la
de
mi
adolescencia,
creada
en
Gmail
haciendo
un
juego
de
palabras
con
mi
nombre.
Podría
ser
peor:
podría
ser ‘aupaathletic’
o ‘fernandoalonsodios’
o
recurrir
al
clásico ‘love69’.
A
lo
largo
de
los
años
he
ido
cambiando
de
cuentas
y
en
aras
de
mantener
todas
a
raya,
incluso
he
borrado
una
cuenta
de
Google
de
cabo
a
rabo.
Con
esta
decidí
reenviar
los
mails
a
otra
más
formal
y
activa,
pero
sigue
teniendo
información
importante
y
nunca
he
encontrado
el
día
para
sentarme,
limpiarla
completamente
y
configurar
los
servicios
y
cuentas
asociadas
a
otro
correo
electrónico.
Así
que
he
hecho
un
apaño:
crearme
un
alias.
Por
cierto,
la
migración
tampoco
la
consideré
porque
me
parece
una
pesadilla
en
Gmail
(en
cuentas
de
Microsoft
es
bastante
más
sencillo,
pero
no
es
el
caso).
Le
llamo
apaño
y
no
solución
porque
aunque
no
es
mi
objetivo
principal:
volcar
todo
lo
importante
en
otra
cuenta
y
olvidarme
de
esta,
lo
del
alias
sí
que
supone
una
solución
que
no
conocía
pero
me
parece
de
lo
más
interesante.
Eso
sí,
dista
mucho
de
ser
perfecta:
si
escribes
un
mail,
va
a
seguir
saliendo
como
remitente
la
dirección
original.
Lo
bueno
es
que
hay
un
par
de
soluciones
para
minimizar
el
daño:
cambiar
el
nombre
para
que,
con
un
poco
de
suerte,
no
lean
la
dirección,
o
directamente
responder
desde
la
cuenta
principal
y
no
vergonzosa
mencionando
que
es
tu
cuenta
buena.
Qué
es
un
alias
en
Gmail
y
para
qué
sirve
Un
alias
de
Gmail
permite
enviar
correos
electrónicos
cuando
estás
en
una
dirección
diferente,
lo
que
viene
bien
si
tienes
varias
cuentas
y
algunas
apenas
las
usas
pero
no
planeas
deshacerse
de
ellas
de
momento,
como
es
mi
caso.
No
hacen
falta
aplicaciones
extra,
sino
que
es
algo
que
puede
hacerse
desde
la
propia
configuración
de
la
cuenta
de
Google.
Ojito
que
he
dicho
enviar
emails
desde
otras
cuentas,
pero
no
recibirlos.
Para
eso
toca
configurar
el
reenvío
que
adelantaba
en
la
intro.
En
el
caso
de
Gmail,
puede
hacerse
acudiendo
a
todos
los
ajustes
de
Google
desde
la
versión
del
ordenador
y
allí
en ‘Reenvío
y
correo
POP/IMAP‘,
tocar ‘Añadir
una
dirección
de
reenvío‘,
seguir
los
pasos
para
confirmar
que
tenemos
acceso
a
la
otra
cuenta
y
tras
actualizar,
volver
nuevamente
a
ese
apartado
para
elegir ‘Reenviar
una
copia
del
correo
entrante
a’
y
confirmar
los
cambios.
No
quería
complicarme,
pero
también
es
posible
configurar
filtros
para
que
se
reenvíen
ciertos
mensajes.

Entre
una
cosa
y
otra,
he
logrado
no
perder
mis
emails
y
toda
la
información
de
mi
vergonzosa
cuenta
de
la
juventud
e
incluso
escribir
un
mail
puntual
de
mi
cuenta
vergonzosa.
Así,
a
la
hora
de
responder
a
un
email,
solo
tengo
que
elegir
de
qué
dirección
quieres
que
proceda.
El
resumen
sería
tener
una
cuenta
de
Gmail
para
gestionarlas
todas
(admite
hasta
99
alias).
Tan
importante
como
saber
para
qué
sirve
un
alias
es
tener
claro
para
qué
no
vale.
Lo
más
importante
es
que
no
tiene
efecto
sobre
la
cuenta
principal.
Por
ejemplo,
si
he
comprado
un
juego
en
Google
Play
Store
desde
la
cuenta
vergonzosa
y
quiero
jugar
en
mi
móvil
Android,
tendré
que
estar
dentro
de
esa
cuenta
para
ello.
Y
lo
mismo
aplica
para
lo
que
hayamos
guardado
a
lo
largo
de
los
años
en
el
ecosistema
de
aplicaciones
de
Google,
como
los
mapas
de
Maps,
los
archivos
de
Drive
o
las
fotos.
Estaría
genial
que
si
una
cuenta
A
y
otra
B
de
Google
se
conectan,
las
compras
se
compartiesen,
pero
no
es
el
caso:
no
es
global,
solo
atañe
al
correo
de
Gmail.
Microsoft
sí
que
lo
permite,
pero
inexplicablemente
Google
no.
Quién
me
iba
a
decir
que
aunque
acertase
descartando
Hotmail
por
Gmail,
décadas
después
me
iba
a
encontrar
con
esta
puñalada
en
la
espalda.
Dicho
todo
esto,
el
alias
de
Gmail
es
una
magnífica
solución
para
gestionar
el
correo
si
tienes
varias
cuentas,
aunque
no
sirva
para
una
migración
sin
dramas.

Hechas
las
presentaciones,
toca
ponerse
en
marcha:
crear
el
alias,
algo
que
lleva
menos
de
cinco
minutos
pero
puede
requerir
hasta
un
día
hasta
que
se
hace
efectivo.
Abrimos
Gmail
en
el
ordenador
con
la
cuenta
desde
la
que
queremos
enviar
mails
(la
no
vergonzosa)
y
vamos
a
todos
los
ajustes
para
después
entrar
en ‘Cuentas
e
importación’.
Luego
vamos
a
la
sección
de
‘Enviar
como’
y
tocamos
en
‘Añadir
otra
dirección
de
correo
electrónico‘
y
metemos
la
dirección,
que
habrá
que
verificar
desde
la
cuenta
vergonzosa.
Y
ya
está:
la
próxima
vez
que
enviemos
un
email,
podremos
elegir
el
remitente
en ‘De’.
En
Genbeta
|
Este
trucazo
te
permite
seguir
usando
tu
correo
electrónico
de
Gmail
aunque
te
quedes
sin
espacio
y
gratis
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