Los tiempos cambian a toda velocidad y, con ellos, lo hacen las tecnologías y los hábitos de consumo. No hace falta más que echar un vistazo a nuestra relación con el medio cinematográfico y pensar en los lejos que quedan aquellos días en los que teníamos que levantar el culo del sofá y caminar un rato hasta el videoclub para poder disfrutar en casa de un largometraje recién lanzado al mercado doméstico.
Estos viejos tiempos —no sé si buenos, pero, desde luego, sí viejos— son, precisamente, los que echa de menos Matt Damon. Una era del DVD —y, si me apuran, del VHS— cuya desaparición, según el actor, productor y guionista, es un factor determinante en la clara extinción de las películas de medio presupuesto —de entre unos 20 y 60 millones de presupuesto aproximadamente—.
El fin de una era
Damon habló sobre el tema mientras se ahogaba tras inundar sus papilas gustativas en salsapicante durante otra fantástica entrevista del programa The Hot Ones —que podéis ver íntegra más abajo—. Así explicó cómo el estreno cinematográfico y el doméstico se complementaban para poder ampliar el margen de beneficios en este tipo de producciones.
«Lo que ocurrió es que el DVD era una gran parte de nuestro negocio, de nuestra vía de ingresos, y la tecnología lo ha vuelto obsoleto. En las películas que solíamos hacer podías permitirte no recaudar todo el dinero cuando se proyectaban en el cine, porque sabías que el DVD salía después del estreno, y seis meses después conseguías otra parte; era casi como reestrenar la película. Cuando eso desapareció, cambió el tipo de películas que podíamos hacer».
Para hacer todo más comprensible, el intérprete puso el ejemplo concreto de ‘Detrás del candelabro’; el filme de Steven Soderbergh que coprotagonizó junto a Michael Douglas.
«Rodé ‘Detrás del candelabro’. Cuando hablé con los ejecutivos del estudio me explicaron que sería una película 25 millones de dólares. Tenía que poner esa cantidad en publicidad, así que ya estoy en 50 millones de dólares. Tenía que dividir todo lo que recaudase con el exhibidor, con los dueños de las salas de cine. Así que tendría que hacer 100 millones de dólares antes de empezar a obtener beneficios.
«La idea de hacer 100 millones de dólares con una historia de amor entre estas dos personas… Adoro a todo el mundo que participó en la película, pero de repente se convierte en una apuesta muy arriesgada; algo que no era en los 90, cuando hacíamos este tipo de películas que adoro y que eran, de algún modo, mi forma de ganarme el pan».
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Sin duda, el análisis de la situación que hace el señor Damon es tan claro como preciso, pero en tiempos de cambios tan drásticos, lo único que le queda a la industria y sus profesionales es adaptarse. Aunque esto implique la triste desaparición de cierto tipo de producciones.