Autoridades de Irán reportaron este domingo la detención de más de 260 personas, efectuadas el sábado, al cumplirse el primer aniversario de la muerte de la joven kurdo-iraní Mahsa Amini mientras estaba bajo arresto policial por no cumplir con los códigos de vestimenta, y que desató una ola de protestas en el país.
El sábado, varias ciudades de la región septentrional de Irán de mayoría kurda secundaron la huelga general convocada por organizaciones y partidos políticos kurdos en protesta por la muerte de Amini.
Las fuerzas de seguridad realizaron un importante despliegue con helicópteros y vehículos blindados, según la organización civil Hengaw, que da cuenta de más de una decena de detenidos identificados, incluidas varias mujeres activistas.
En paralelo, falleció un miembro de la Guardia Revolucionaria, Ibrahim Molanpur, en la ciudad de Sardasht el viernes, y la agencia de noticias oficial iraní, IRNA informó el sábado de la muerte de un integrante de la milicia progubernamental Basij, en la provincia de Fars, en el sur del país, según la agencia Europa Press.
El sábado, los agentes de seguridad iraníes detuvieron a manifestantes que pretendían llevar a cabo una serie de sabotajes y atentados durante las manifestaciones en conmemoración de Amini.
«Las fuerzas de seguridad de Irán capturaron a varios terroristas que habían conspirado para disparar contra personas en una manifestación ilegal en Saqqez (lugar de nacimiento de Amini), una ciudad en la provincia occidental de Kurdistán», publicó la agencia de noticias local Tasnim.
Según las autoridades, Amini, una joven de 22 años, fue trasladada a un centro policial para una charla explicativa respecto al código de vestimenta, donde sufrió un paro cardíaco mientras estaba bajo custodia y, si bien fue llevada de inmediato a un hospital, falleció a los tres días.
Su muerte dio origen a un movimiento de protesta sin precedentes en los últimos años en Irán que se saldó, según la organización no gubernamental Iran Human Rights, con más de 550 muertos por la represión de los manifestantes.
Las autoridades iraníes consideran que los disturbios fueron orquestados desde el extranjero y acusaron a los países occidentales de apoyar a los manifestantes, los cuales difundieron en los medios de comunicación mensajes «subversivos y antiiraníes» y pidieron el derrocamiento del Gobierno de Irán.