Tras afirmar que abandonaba el terror para hacer otras cosas, James Wan se tomó un respiro entre blockbusters para volver a sus raíces. ‘Maligno’ es una supuesta historia de terror psicológico inspirada en el giallo, las películas de Brian De Palma y el cine de la nueva carne de Cronenberg, pero que realmente esconde otras intenciones en un final delirante que hace dudar del propósito del experimento completo.
El resultado tiene más que ver con ‘Silencio desde el Mal’ (Dead Silence, 2005) que con ‘Expediente Warren’, es decir, otro batiburrillo de todo lo que le gusta, solo que si aquella era una deliciosa exposición de horrores estilizada al máximo, aquí solo se deja ver su mejor versión en ocasiones, y que muestra a un autor que ha pasado por el abismo de los blockbusters sin que realmente parezca volver a ser él mismo.
Efectivamente, hay muchos elementos sacados del mundo de Dario Argento pero sobre todo se centra en películas tardías como ‘Phenomena’ (1985), y otros capos del giallo aparecen asociados a sus escenas más truculentas, pero las piezas centrales, los asesinatos, son demasiado rutinarios, nada sensuales, y ejecutados con sangre CGI, sin ceremonia, sin ninguna imaginación. No son comparables a las elaboradas y teatrales muertes de ‘Tenebrae’, de hecho, el resultado resulta más ‘Gothika’ (2003) que ‘Trauma‘ (1993).
Homenajeando al giallo tardío
Pero pronto queda claro que no todo es un homenaje al terror italiano, y vemos a Wan rescatando ideas del De Palma de ‘En nombre de Caín’ (1992), y, sobre todo, el cine de visiones a través de los ojos del asesino derivadas de ‘Los ojos de Laura Mars’ (1978) como ‘Agente oculto’ (1990) o incluso ‘Atracción diabólica’ (1988) de George A. Romero. La odisea de la protagonista, con un asesino de negro que solo ella ve, puede llegar a recordar incluso a ‘Lecturas diabólicas’ (1989).
Pero la lluvia de referencias y Déjà vu no puede maquillar algunas carencias de guion e incluso de puesta en escena, con un uso de cámara en mano poco elegante, no muy propio del autor y que indica cierta pereza que se extiende en una textura de vídeo poco disimulada por una iluminación convenientemente oscura y azulada que no evita que el conjunto sea en ocasiones incluso demasiado casposo. Puede que lo que más llame la atención es que cuando presenta alguna escena que promete, cuando empieza a construir atmósfera, parece que falte metraje.
Presenta escenarios fabulosos, espacios para el miedo como ese subterráneo lleno de niebla o un majestuoso hospital abandonado y cuando parece que va a presentar un pasaje del terror, acaba pasando por encima, como si el montaje tuviera prisa y ganas de llegar a la siguiente escena. Además, cuenta con una chirriante y excesiva banda sonora electrónica de Joseph Bishara que rara vez busca inquietar, y la locura llega con la aparición recurrente de un resampleo de la melodía de ‘Where is my mind?’ que riza el rizo del uso tópico de la canción Pixies en el cine.
La autoconsciencia no siempre es excusa
La trama y los giros de ‘Maligno’ son bastante previsibles, pero algunas revelaciones tienen gracia en su ejecución. Hay tendencia a la repetición (esas emulsiones digitales, la colección entera de VHS con cumpleaños y confesiones) pero la revelación final es un fascinante ejemplo de uso de efectos especiales, que lleva a un final divertido en su dislate trash, muy disfrutable en su recreación sin vergüenza de la lógica de los terrores directos a vídeo de los 90, con una textura de serie z que acaba tocando ocasionalmente el humor involuntario
El clímax es un jolgorio gore que mejora cuanto más atolondrado es. Sin embargo, se espera más de James Wan cuando en medio de una explosión de “serie B” sale por la «serie A» de acción y muestra que en realidad quería hacer una película de otra cosa más cercana a sus nuevos blockbuster, que incluyen escenas de acción con 360º propias de otra película, como si hubiera querido mezclar tantas cosas para ocultar que realmente quiere hacer otro cómic DC, pero con más violencia, que se acaba pareciendo a ‘Faust’ (2000) de la Fantastic Factory.
‘Maligno’ es un decepcionante regreso de James Wan al terror, más sangriento que de costumbre pero sin rumbo, que peca de lo mismo que ‘Aquaman’, al tratar de ser una tortilla de demasiadas cosas, la mayoría de las que nos gustan, pero la mezcla resulta grosera, chirriante, y en ocasiones aburrida. Sin embargo, hay que admirar el nivel de locura al que llega, pese a que todo esté bastante visto y contado sin el músculo de un antiguo maestro del terror, que al menos esta vez, divierte cuanto más insentato se muestra.