Los bebés empiezan a dar pataditas desde que están en el vientre materno, pudiendo sentir sus movimientos cada vez con más intensidad a medida que avanza el embarazo.
Cuando nacen, ya desde bien pequeñitos los bebés mueven agitadamente brazos y piernas en unos curiosos pataleos y brazadas. Esos movimientos incontrolados, sin embargo, se hacen más patentes conforme van creciendo y fortaleciéndose los pequeños.
Pero esos movimientos incontrolados que los bebés realizan inconscientemente tienen varias funciones muy beneficiosas para su desarrollo psicomotor.
Podemos decir que estamos ante la fase primigenia de las etapas de locomoción de los pequeños. Mediante esos pataleos se refuerza la motricidad gruesa de los bebés: se fortalecen los músculos, se crean nuevas conexiones neuronales, se practican los movimientos, la coordinación y se van conociendo las posibilidades de las piernas… Y todo para cuando tengan que ejercer funciones muy importantes como el reptar arrastrándose, el gateo y más tarde el caminar.
Patalear, levantar las piernas y comenzar a agarrarse los pies con sus manitas también desarrolla su coordinación óculo-manual.
Sobre todo es un «trabajo» que ellos han de labrarse con el día a día de esos divertidos, fuertes y a veces nerviosos pataleos, aunque nosotros también podemos contribuir a que las piernecitas se vayan preparando para ese prometedor y dinámico futuro.
¡A patalear!
Viene muy bien en esta etapa jugar con ellos a moverles piernas y brazos a partir de los tres meses. Son ejercicios sencillos y que además les entretienen mucho. Parece que se divierten observando cómo sus piernecitas suben y bajan, «hacen bicicleta» o se juntan sus pies, también con juguetes como gimnasios y pianos blanditos, que suenan cuando les dan pataditas.
A medida que crecen y sus músculos van fortaleciéndose, nuestros hijos estarán más cerca de poder moverse por ellos mismos, todo un reto y un logro importantísimo en su desarrollo.
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