Smartphones, tablets, ordenadores, televisión, consolas… Estamos cada vez más digitalizados, y todos estos dispositivos se han convertido en un elemento fundamental de nuestro día a día, hasta el punto de que ya pasamos más tiempo mirando estas pantallas que durmiendo, y nuestro trabajo tiene gran culpa de esta circunstancia.
Según un reciente estudio realizado por Multiópticas, los españoles pasan una media de 11 horas diarias mirando pantallas o lo que es lo mismo, unos 167 días al año. Dicho de otra manera, pasamos un 32% más del tiempo mirando pantallas que durmiendo, al menos si atendemos a un reciente estudio de Fitbit que afirma que en España dormimos una media de 7 horas y 31 minutos al día.
Esta situación es en buena parte consecuencia de largas jornadas de trabajo en las que las pantallas son imprescindibles. Solo en el trabajo, ya sea mientras trabajamos desde casa o en la oficina, pasamos cerca de 8 horas diarias, cuando no más, delante de ellas, y muchas veces sin los descansos reglamentarios.
Las secuelas psicológicas de esta situación pueden ser bastante serias. Según Qustodio, una exposición excesiva a las pantallas puede generar depresión, falta de autoestima, adicción, nomofobia (miedo a estar desconectado), especialmente en los menores de edad. Incluso, se dan comportamientos violentos, especialmente cuando los padres intentan quitarles los dispositivos.
Pero también se pueden dar secuelas físicas, que van desde la obesidad hasta secuelas oculares como vista cansada, enrojecimiento de los ojos o miopía. Todo ello sin olvidar el insomnio que causa el color azul de pantallas de móviles y ordenadores al inhibir la producción de melatonina, la hormona del sueño.
Evidentemente, reducir la exposición a las pantallas no es sencillo, especialmente en un mundo tan digitalizado como el que nos encontramos. Sin embargo, la mayoría de expertos recomiendan hacer varios descansos durante la jornada de trabajo y evitar las pantallas durante el tiempo libre, en la medida de lo posible.