Hay
herramientas
de
cocina
que
parecen
diseñadas
por
el
enemigo.
El
colador
de
malla
fina
encabeza
esa
lista:
atrapa
semillas,
acumula
grasa
y
esconde
residuos
como
si
su
objetivo
fuera
resistir
al
fregado
humano.
Pero
hay
un
truco,
y
funciona.
El
problema
con
estos
coladores
no
es
solo
estético.
Los
restos
que
se
acumulan
entre
los
hilos
pueden
convertirse
en
focos
de
bacterias
si
no
se
limpian
bien.
Pero
a
mano,
con
estropajo,
la
experiencia
es
frustrante
y
poco
efectiva.
limpiar
el
microondas
en
5
min.
Aquí
entra
en
juego
una
solución
simple,
pero
ingeniosa:
el
remojo
con
agua
caliente,
vinagre
y
bicarbonato,
seguido
de
un
cepillado
suave.
Una
combinación
que
disuelve
los
residuos,
elimina
olores
y
evita
que
termines
odiando
tu
propio
menaje.
El
procedimiento
es
claro:
sumergir
el
colador
en
agua
hirviendo
o
muy
caliente
con
un
buen
chorro
de
vinagre
blanco.
Dejar
actuar
entre
15
y
20
minutos.
El
agua
burbujeará
y,
con
ello,
arrastrará
restos
invisibles
y
visibles.
Una
vez
fuera
del
remojo,
hay
que
usar
un
cepillo
de
dientes
viejo
o
uno
especial
para
botellas.
Nada
de
esponjas
blandas
ni
estropajos
metálicos.
El
movimiento
debe
ser
suave,
insistente,
sin
dañar
la
malla.
Si
después
del
primer
intento
queda
suciedad,
repetir
el
proceso
o
frotar
con
una
mezcla
pastosa
de
bicarbonato
y
agua
puede
ser
suficiente.
En
los
peores
casos,
hervir
solo
el
colador
en
agua
con
bicarbonato
también
ayuda.

El
método
no
es
milagroso,
pero
sí
mucho
más
efectivo
que
frotar
en
seco.
Además,
evita
recurrir
a
productos
químicos
más
agresivos
o
pasar
el
colador
por
el
lavavajillas,
que
muchas
veces
no
llega
a
los
rincones
más
críticos.
Con
todo
ello
en
la
mochila
de
viaje
de
la
vida,
puede
afirmarse
que
limpiar
un
colador
puede
dejar
de
ser
una
penitencia.
Solo
hay
que
conocer
el
truco,
tener
algo
de
paciencia
y
asumir
que,
en
la
cocina,
lo
pequeño
también
puede
ser
traicionero.
Ahora
bien,
nadie
nos
quita
la
faena
de
ponerlo
en
inmersión.
Foto
|
Nataliya
Vaitkevich
y
Kindel
Media