Año 1980. La Guerra Fría tenía al mundo en duermevela. En la mente de todo ciudadano de cualquier bando, de nuevo, el pánico nuclear. Como en los cincuenta. Como ahora. Estados Unidos y la Unión soviética no dejaban descansar al resto de habitantes del planeta. Que si agente secreto, que si agente doble. Que si un silo de misiles, que si gatos o libélulas espía. El mundo de la ciencia peleaba para dominar el mundo. Y, entonces, llegó Carl Sagan.
Apoyado por Ann Druyan y Steven Soter, Sagan logró hacer reflexionar a espectadores (y lectores) de todo el mundo con su decidida e intrépida serie documental sobre la inmensidad de la vida. Ahora, cuatro décadas más tarde, Youtube tiene en sus redes la serie completa a vuestra disposición, tanto en castellano como en versión original. Emitido por PBS durante el último trimestre de 1980 y a lo largo de trece episodios, ‘Cosmos‘ difundió la ciencia, la astronomía y concienció a los espectadores de todo el mundo sobre el lugar que ocupamos en el universo.
Carl Sagan youtuber
Da gusto que podamos utilizar Youtube para educar y no solo para ver a gente con gorras demasiado grandes desempaquetar movidas delante de la cámara que sus tíos les han regalado por navidades. Ahora también tenemos a nuestra disposición la prodigiosa serie documental sin la que Neil deGrasse Tyson no sería nadie que pudiera permitirse cameos en el cine americano. La personalidad de Sagan, su sentido del humor y la manera en que expresaba y compartía su conocimiento encajaban como un guante con la propuesta.
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Acompañado de una banda sonora exquisita y perfectamente acorde a su contenido, ‘Cosmos‘ permanece en el recuerdo de un par de generaciones como la serie más grande del universo. Además de astrónomo, astrofísico, cosmólogo, astrobiólogo, escritor y divulgador científico, Carl Sagan destacó como un maestro de ceremonias espectacular manejando una nave del misterio mucho antes que Íker Jiménez, seguro que uno de esos espectadores que quedó marcado por su legado. Incluso a partir de su resurgimiento en 2014, está claro que sin ‘Cosmos’ no hay ‘Cosmos‘.
Aprovechando que la serie se encuentra desde hace tiempo entre el «stock» de Youtube, y que pronto tendremos más episodios de la nueva etapa, es un buen momento para recordar alguna de las razones que han hecho de ‘Cosmos: un viaje personal‘, el documental «de después de comer» definitivo y nunca superado.
La orilla del océano cósmico
La serie no tiene tiempo para medias tintas: estamos en 1980 y aquí se va a tope. Su estética, aún hija de los setenta a pesar de estar inaugurando la década de la nostalgia, jugaba más en la onda de títulos algo anteriores, como la gloriosa ‘Sucesos en la IV fase‘, única película dirigida por Saul Bass.
Poder ver a Sagan a bordo de una nave espacial en busca de estrellas que guíen su viaje, supera a cualquier teoría que pueda exponer al borde un acantilado. La utilización de una tecnología de reconocimiento gestual se adelantó un par de galaxias.
Una voz en la fuga cósmica
Tras narrar la trágica y sangrienta historia de los Heike, resulta entrañable observar a Sagan preguntándose cómo es posible que el rostro de un guerrero se grabe en el dorso de un cangrejo.
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Una sopa orgánica de creciente complejidad
El ADN, amigos. Nadie mejor que Carl Sagan para posar en un croma con un ADN mil millones de veces más grande que el real. Podría parecer ridículo, pero no se nos ocurren mejores ni más gráficas maneras de demostrar que, sin la ciencia, la maquinaria de la vida aún sería invisible para nosotros.
¿Cuarta pared? ¡Cuarta dimensión!
No solo Christopher Nolan es bueno explicando teorías de cuerdas para todos los públicos. Carl Sagan, con un tapete y una manzana, te explica la cuarta dimensión y el teseracto a medio camino entre un croupier y Barrio Sésamo. Qué Marvel ni qué niño muerto.
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El calendario cósmico
Ya en el primer episodio Sagan nos presenta el mítico Calendario Cósmico, una innovadora forma de imaginar la inmensidad de la historia universal: el universo se inició en enero. Esta escala ya la había presentado anteriormente en su libro ‘Los dragones del Edén: Especulaciones sobre la evolución de la inteligencia humana’.
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Astrología underground
Algo de lo que Sagan era plenamente consciente era de la modernidad del mundo que le había tocado vivir, así que no dudó en descender a las profundidades del metro. De Johannes Kepler al centro de la Gran Manzana con aires y sonidos de exploitation. Genial.
Constelaciones de colores
‘Cosmos’ no es una serie infantil, pero por momentos, lo parece. Ver cómo se crean las constelaciones a todo color con música de gaitas es una de las experiencias más lisérgicas de la serie. Resulta muy tierno ver a Sagan perderse entre ellas a golpe de zoom hasta no ser más que un punto pálido de pana marrón.
La persistencia de la memoria
Como si de una adaptación de Stephen King se tratase, en el episodio 11 nos adentraremos en el «centro de memoria», un archivo de estantes llenos de carpetas con todos los recuerdos personales ordenados por colores.
Un punto azul pálido
Sagan, gestor del famoso mensaje enviado al espacio en las sondas Voyager, propuso a la NASA tomar una captura de nuestro planeta a 6,000 millones de kilómetros. En principio, la gente de la NASA no tenía muy clara la finalidad de esa imagen, pero el resto es historia.
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El fin del ciudadano cósmico
No es que sea un final pesimista, pero en el último episodio Sagan «visualiza» un apocalipsis nuclear a base de alta tecnología gracias al ordenador galáctico. Desde el futuro descubre cómo a base de rayos gamma el hombre destrurá la Tierra. A partir de ahí, una reflexión sobrecogedora que finaliza en un encadenado a través de la historia del cosmos y de ‘Cosmos’. Verdaderamente épico.
El diente de león
Lo más triste de todo el legado de ‘Cosmos’ es la certeza de la escasa atención que hemos hecho a las advertencias de este ilustre defensor (en secreto y de incógnito) del consumo de cannabis. A ver si tenemos más suerte con la próxima tanda de su nueva versión, que llegará esta próxima primavera.