Las langostas de las Rías Baixas eran tan codiciadas que casi han desaparecido. Hay quien ya busca cómo solucionarlo

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En
la
segunda
mitad
de
los

años
50

el
cazatesoros
y
arqueólogo
belga

Robert
Sténuit

se
zambulló
en
las
aguas
de
la
Ría
de
Vigo
para
buscar
un
antiguo
galeón
con
tesoros
hundido
durante
la

batalla
de
Rande
,
el
combate
que
—con
el
telón
de
la
Guerra
de
Sucesión
Española—
se
libró
en
otoño
de
1702
en
la
ensenada
de
San
Simón,
al
sur
de
Galicia.
No
encontró
oro.
Ni
plata.
Ni
joyas.
Pero
Sténuit
dio
con
algo
mejor:
una
rica
biodiversidad
que
le
permitió
a
él
y
sus
colegas
ver
a
diario
enormes
bogavantes
y
langostas
en
los
alrededores
de
las
Islas
Cíes.

Seis
décadas
después
las
notas
que
dejó
Sténuit
suenan
a
ciencia
ficción.
Y
es
así
por
una
razón
sencilla:
las
langostas
casi
han
desaparecido
de
esas
aguas.


Las
Rías
Baixas,
un
vergel
.
La
historia
acaba
de
rescatarla
en
un
breve
documental

José
Irisarri
,
un
veterano
y

reconocido

documentalista
submarino.
En

la
pieza
,
de
seis
minutos
y
colgada
en
YouTube
hace
unos
días,
el
experto
recuerda
cómo
cuando
el
belga
se
sumergió
en
las
Rías
Baixas
—más
concretamente
en
el
entorno
de
las
Islas
Cíes—
se
encontró
con
una
rica
biodiversidad
de
la
que
dejó
constancia
tanto
en
sus
notas
como
en
fotografías.
Su
propósito
era
buscar
un
galeón
hundido
siglos
antes,
pero
la
fauna
y
flora
lo
cautivaron
hasta
el
punto
de
coger
papel
y
tinta
para
plasmar
por
escrito
sus
impresiones
como
buzo.


De
la «exuberancia»
a
la
desaparición
. «No
hallaron
ni
oro
ni
plata,
pero

una
biodiversidad
exuberante
bajo
el
mar»,
recoge
el
documental.
Entre
esa
fauna
y
flora
había
una
especie
particularmente
interesante,
sobre
todo
por
su
valor
en
el
mercado:
la


Palinurus
elephas
,
o
langosta,
de
la
que
Sténuit
habla
en
sus
escritos.
Hoy
la
situación
es
bastante
distinta. «Yo
nací
el
mismo
año
en
que
Robert
y
sus
compañeros
buscaban
el
galeón
hundido
y
llevo
toda
mi
vida
intentando
conseguir
imágenes
de
langostas
en
las
Islas
Cíes»,

relata
Irisarri
: «He
buceado
muchísimas
veces
en
los
mismos
arrecifes
que
ellos
exploraron,
pero
nunca
he
visto
una».


Herencia
de
la
sobrepesca
.
El
documental
relata
cómo,
hace
no
tanto,
a
lo
largo
de
la
costa
gallega,
desde

Ribadeo
,
en
el
extremo
nororiental
de
Galicia,
hasta

A
Guarda
,
casi
ya
en

la
Raia
,
navegaban
decenas
de
barcos
dedicados
a
la
captura
de
langosta.
Los
crustáceos
se
mantenían
luego
con
vida
en
cetáreas
hasta
su
envío
a
otros
puntos
de
España
o
incluso
de
Europa.
Prueba
de
la
intensa
actividad
que
generaba
es
que
algunos
de
estos
viveros
eran
enormes,
como

el
de
Rinlo
,
donde
cabían
cerca
de
20.000
kilos
de
crustáceo,
recuerda
el
documentalista.
Fue
ese
enorme
interés
comercial
el
que
acabó
condenando
a
las
langostas
de
la
zona.

«Fue
totalmente
esquilmada,
víctima
de
la
sobrepesca.
En
la
década
de
1970
las
capturas
se
redujeron
a
mínimos
y
su
pesquería
colapsó.
Por
toda
la
costa
gallega
se
encuentran
instalaciones
abandonadas,
como
la
cetárea
redonda
de
A
Guarda
o
la ‘casa
das
langostas’
en
Cíes,
mudos
testigos
de
una
especie
desaparecida»,

incide
el
documental
.
La
propia

presentación

del
Parque
Nacional
Illas
Atlánticas
recuerda
que,
en
las
Cíes,
el
Lago
se
usó
como
vivero
de
langostas.


Cifras
para
la
reflexión
.
El
documentalista
aporta
algunas
cifras
que
ayudan
a
entender
el
declive
de
la
especie.
Se
sabe
que
en
1775
los
catalanes
disponían
en
la
Ría
de
Vigo
más
de
mil
nasas
probablemente
dedicadas
a
la
langosta
y
a
finales
del
XIX
se
origina
en
el
norte
de
España
una
intensa
pesquería
del
crustáceo.

«En
esta
época
casi
todas
las
nasas
de
Galicia
y
el
Cantábrico
eran
de
langosta.
El
número
estimado
de
nasas
empleadas
en
el
Cantábrico
para
la
captura
de
langosta
era
de
10.870
de
cuatro
clases
distintas»,

precisa

el
estudio ‘La
pesca
con
nasas
en
Galicia:
una
visión
histórica’.
Sus
autores
hablan
de
capturas
anuales
de
decenas
de
toneladas
y
una
actividad
que
empleaba
a
cerca
de
2.000
pescadores.


Captura De Pantalla 2024 05 22 110339


Desembarcos
masivos
.
Hacia
mediados
del
siglo
XX
los
desembarques
de
langosta
aún
eran «importantes»,
precisa
Irisarri,
que
habla
de
unos

4.000
kilos
por
barco

durante
los
tres
meses
de
campaña.
Otra
idea
de
la
cantidad
de
langostas
que
había
en
aguas
gallegas
la
deja
Francisco
Pérez,
el
antiguo
responsable
de
la
cofradía
de
pescadores
Santa
Tecla,
de
A
Guarda,
quien
recuerda
que
a
finales
de
los
60
los
pescadores
locales
aún
capturaban

enormes
cantidades

cada
mes.



La
Voz
de
Galicia

habla

de
lonjas
en
los
que
se
descargaban
entre
2.000
y
5.000
kilos
semanales.
Solo
unos
años
después,
a
mediados
de
los
70,
la
presencia
de
este
crustáceo
en
aguas
del
litoral
gallego
y
luso
se
había
reducido
hasta
tal
extremo
que
los
barcos
de
A
Guarda
se
vieron
obligados
a
desplazarse
a
Marruecos.

«Desapareció
de
las
Cíes
en
los
años
80»
.
Aunque
las
Cíes
son
hoy
un
espacio
protegido
y
forman
parte
del
Parque
Nacional
Illas
Atlánticas,
si
Sténuit
se
sumergiese
hoy
en
sus
aguas
probablemente
se
encontraría
con
un
panorama
bien
distinto
al
que
disfrutó
en
la
década
de
1950.
Por
lo
pronto,
no
lo
tendría
tan
fácil
para
ver
ejemplares
de

Palinurus
elephas
. «La
langosta
desapareció
de
las
Islas
Cíes
a
mediados
de
los
años
80»,
lamenta
Irisarri.
Esa
deriva
y
el
hecho
de
que
se
trate
de
una «especie
simbólica»
debería
servir
de
alerta,

en
opinión
de
Irisarri
,
sobre
la
enorme «fragilidad
de
la
biodiversidad»
ante
la
sobrepesca.

Al
fin
y
al
cabo
la

Palinurus
elephas

no
es
la
única
especie
que
pasa
por
horas
bajas.
Hay
estudios
que
alertan
ya
de
la
situación
de
la
cigala
en
Galicia.

Hace
un
año

os
hablábamos
de
hecho
de
uno
del
IEO-CSIC
que
concluía
que
la
población
del
noroeste
ibérico
se
redujó

cerca
de
un
94%

en
solo
26
años,
entre
1983
y
2009.
En
el
caso
de
la
langosta
hay
señales
preocupantes
también,
como
recuerda

La
Voz
de
Galicia
.
En
2005
en
A
Guarda
no
se
descargaron
ni
500
kg
de
langosta,
lejos
de
los
volúmenes
de
actividad
de
los
años
60
que
aún
recuerdan
sus
veteranos.

Hoy
las
capturas,

explican
al
rotativo

gallego,
responden
casi
a
golpes
de
suerte.
Los
registros
también
se
han
desplomado
en
otras
lonjas
de
las
Rías
Baixas.


¿Cómo
solucionarlo?

El
documental
de
Irisarri
deja
botando
una
propuesta,
sugerida,
asegura,
por
el
propio
Sténuit:
crear
un
área
marina
protegida
en
la
que
puedan
asentarse
las
larvas
de
otras
zonas
para
desarrollarse
hasta
su
edad
adulta.
A
su
favor,
la
idea
tiene
otros
precedentes
de
éxito,
como
los
logrados
en
las
islas
Columbretes,
Medas
o
Cabo
de
Palos: «Son
buenas
referencias
que
nos
marcan
el
rumbo
que
deberíamos
seguir
en
las
Cíes,
tanto
para
recuperar
las
langostas
como
evitar
que
otras
especies
amenazadas
sufran
el
mismo
destino
y
desaparezcan».

La

reserva
de
Columbretes

se
creó
a
comienzos
de
los
90
y
apenas
dos
décadas
después,
en
2010,
su
población
de
langostas
era
ya
unas
20
veces
mayor
que
la
registrada
en
aguas
fuera
de
las
áreas
protegidas.
Otra
señal
esperanzadora
es
que,
a
pesar
de
que
la
zona
blindada
ocupa
un
espacio
relativamente
reducido,
aporta
la
inmensa
mayoría,

alrededor
del
80%
,
de
las
larvas
registradas
en
el
entorno.

Imágenes
|

Wikipedia
(Fernando
Losada
Rodríguez)

En
Xataka
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«Estamos
ante
una
tormenta
perfecta»:
por
qué
hay
pueblos
de
Galicia
peleando
con
una
invasión
masiva
de
moscas