Juan González y Nando Martínez, más conocidos como Burnin’ Percebes, presentan en el D’A Film Festival Barcelona su última historia de amor imposible, ‘La reina de los lagartos‘, una comedia romántica muy marciana protagonizada por Bruna Cusí y Javier Botet rodada en Super 8 y que dividirá a los espectadores. ¿De qué lado estás tú?
Amor fuera de órbita
La película de los percebes se inicia con una ambiciosa obertura que deja todas las cartas sobre la mesa. Rodada en Super 8, a tomas únicas y en poco más de una semana, sus escasos sesenta minutos se sostienen sobre la química de una deliciosa pareja protagonista. Ella, madre soltera. Él, extraterrestre. Tras un romance de verano que llega a su fin, la misión del habitante de otros mundos llega a su fin. O igual no.
No andamos sobrados de actores tan espontáneos como Botet, que hace mucho que ya se reveló como un extraordinario actor, no solo como «esqueleto para monstruos». Su físico, pero sobre todo su naturalidad y carisma, logran que se adueñe de todo aquello en lo que se vea involucrado. Probablemente en ‘Amigo‘ sea menos llamativo porque es el protagonista (junto a su amigo David Pareja, protagonista de lo anterior de los directores), pero no hay más que ver su capacidad para robar una película como ‘Ventajas de viajar en tren’.
Tomando el kaiju como plantilla para una comedia romántica inimaginable a través de la más baja fidelidad posible, ‘La reina de los lagartos’ está llena de aciertos, errores y mucho valor. Todo ello para lograr una obra que, lógicamente, no será del agrado de todos. Depende del paladar de cada uno, o del tipo de humor que nos sea más afín, entrar con mejor o peor pie.
Fotomatones y vacas
Por mi parte, como amante de todos los caminos que el humor pueda recorrer, no me queda más remedio que aplaudir una propuesta que básicamente se basa en sumar escenas absurdas y diálogos incómodos para crear un ambiente acorde con la historia. El tratamiento de los subtítulos, los inesperados golpes de humor y la imaginación ante todo pesan más que los posibles tiempos muertos que nos podamos encontrar.
Tiempos muertos, por cierto, que sonoriza como nadie la verbena sonora de Sergio Bertran, que compone una banda sonora entre la fiesta de la Paloma y la ciencia ficción más clásica de los 50. Y, ojo, en realidad no son tiempos muertos. Son momentos con peso y poso, son puestas de sol y parajes terrenales de otro mundo. El contrapunto ideal a algunas de las secuencias más divertidas del reciente underground español.
La charla entre Berta y el cura de Lacoste, que no acepta las vestimentas de la pequeña Margot, el primer diálogo de la película, en la secuencia del baño o sus tronchantes diálogos mudos (sí, has leído bien) alcanzan las más elevadas cotas del nuevo posthumor de la temporada. Y probad mi gazpacho, que lo acabo de hacer y está buenísimo.