Jesús María. La Municipalidad de esta ciudad ocupará, por primera vez, parte del predio conocido como “de Doña Pipa” para actividades culturales.
Con mucho esfuerzo, Paola Micolini y algunos colaboradores entusiasmados con la idea, comenzaron el acondicionamiento de la casa construida al lado de las ruinas históricas para ensayos del Ensamble Municipal “La clave de soñar” y la Banda Copada.
Tiene dos habitaciones, un comedor y baño, el espacio justo para las prácticas musicales. Además, el lugar no tiene vecinos que se quejen por “ruidos molestos”.
Hasta diciembre, el ensamble ensayaba en La Usina, el predio que fue del Club de Cazadores y Pescadores Colón, ubicado sobre la calle Paso de Los Andes.
El club hizo una nueva sede y el espacioso predio fue vendido. El nuevo dueño lo cedió a la Municipalidad hasta que empezara el loteo del lugar. Ese momento coincidió con el cambio de gestión municipal.
Todas las actividades que se desarrollaban allí pasaron a espacios propios del municipio, pero apartados uno de otro.
El inicio de la cuarentena impidió retomar la actividad del ensamble y, para cuando puedan hacerlo, esperan tener terminadas las mejoras en su nueva sala de ensayos.
La Orquesta Social.
La Municipalidad también formó, hace un año, la Orquesta Social de B° Sierras y Parque.
En los próximos días podría recomenzar su actividad, de manera virtual.
Los instrumentos musicales son de la Municipalidad y el área de Cultura es la responsable de su guarda.
Algunos de los docentes ya contactaron a las familias de sus integrantes para retomar las clases prestándoles los instrumentos y dándoles los talleres por Internet, uno por semana.
El proyecto de la Orquesta Social tuvo tal aceptación entre los vecinos que hay niños en una suerte de “lista de espera” para poder sumarse.
A su vez, Paola Micolini espera poder formar una nueva agrupación en otro barrio, para lo cual está gestionando apoyo de otros estamentos del Estado.
Sitio con historia.
El espacio verde ubicado al frente del Museo Jesuítico es conocido, popularmente, como el predio de “Doña Pipa”.
Este personaje fue la mujer más añosa de la zona. Su hija heredó la propiedad, la longevidad y el apodo. En su granja había gallinas, patos, pavos, ovejas, caballos y hasta algún cerdo y durante los días del Festival Nacional de Doma y Folklore se transformaba en camping.
Durante décadas, esas tierras fueron motivo de disputa con las autoridades del Museo, quienes sostenían que “Doña Pipa” era una usurpadora.
A comienzos de la década de los ‘80, le construyeron una casa en B° La Costanera para que se trasladara y dejara el lugar donde vivía desde que trabajaba con Pío León, en el siglo XIX. Pero nunca lo dejó.
En abril de 2004, Marcelino Gatica firmó un convenio con Ramona Cipriana Crinejo, Doña Pipa: hasta el día de su muerte, recibiría una renta de 230 dólares. A partir de entonces, su compañero, Manuel Aníbal Roldán, tendría una renta vitalicia de 130 dólares. A cambio, ella otorgaba la posesión del inmueble.
En 2011 falleció La Pipa y en 2015, Roldán. Desde entonces, los derechos posesorios quedaron en manos del municipio.
El valor de la propiedad no era sólo paisajístico, ya que hay restos de construcciones jesuíticas que serían partes de un sistema de molienda hidráulico.
En septiembre de 2016 comenzó la limpieza del predio, con el asesoramiento de especialistas, y en 2017 demolieron lo anexado a las ruinas cuatricentenarias y dejaron un anexo –la antigua vivienda de Ramona Crinejo- para hacer un Centro de interpretación del propio molino. Ese lugar será ahora sala de ensayos musicales
Los nombrados fueron los últimos trabajos importantes realizados en el lugar, cercado y realzado con la pavimentación del Camino Real y la construcción del paseo actual, en el año del Bicentenario de la Revolución de Mayo.
En el lugar se hicieron actividades recreativas y, en 2018 y 2019, el Encuentro Interprovincial de Orquestas y Ensambles Infanto-Juveniles “Unidos por la Música”, una actividad premonitoria del destino que tendría el lugar.
26-06-2020
