La periodista que mejor conoce el etiquetado de alimentos en España explica en qué hay que fijarse de verdad al hacer la compra

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La
periodista

Laura
Caorsi

es
una
reputada
experta
en
alimentación
y
salud,
quizás
la
personas
que
más
tiempo
ha
empleado
en
divulgar
sobre
el
etiquetado
de
los
alimentos
en
España.
Un
trabajo
complicado.

Hay
que
estudiar
mucho
y
estar
muy
al
día
para
arrojar
luz
en
la

jungla
de
desinformación,

estrategias
de

marketing

e
intereses
corporativos
que
configura
el
etiquetado
de
los
alimentos.
Y
es
que,
como
explica
Caorsi
en
la
introducción
de
su
primer
libro,

Comida
Fantástica
,
“hacer
la
compra
en
el
supermercado
es
una
actividad
cotidiana
que
está
llena
de
trampas”.

Unas
trampas
no
siempre
fáciles
de
desentrañar,
que

la
industria
conoce
al
dedillo
,
pero
no
así
los
consumidores.

“La
gran
industria
alimentaria
tiene
tiempo,
recursos
y
dinero
para
estudiarse
la
ley,
para
saber
cómo
funciona,
para
pensar
en
los
mensajes
que
van
a
estampar
en
los
envases…
Cómo
van
a
presentarlo
todo”,
explica
la
periodista.
“Y

nosotros
no
tenemos
ni
idea

de
cómo
son
las
leyes,
ni
de
cómo
funcionan,
ni
de
cuál
es
su
alcance,
ni
de
cómo
es
ese
lenguaje
y,
además,
leemos
con
prisa,
con
poco
tiempo,
en
unas
condiciones
que
no
son
las
mejores
porque
estás
en
un
súper
con
el
niño,
vas
cansado,
corriendo
hacia
otro
lado.
No
tienes
tiempo
para
leer”.

Pero,
justamente,
leer
el
etiquetado
de
los
alimentos
y
aprender
a
interpretarlo
es
la
más
útil
herramienta
que
tenemos
los
consumidores
para
llevar
una

alimentación
saludable.

O,
al
menos,
para
decidir
no
llevarla
de
forma
consciente,
evitando
que
nos
engañen
constantemente.

“Al
final
no
es
solamente
que
te
compres
algo
que
no
es
sano
pensando
que
es
sano,
sino
que
a
veces
te
compras
algo
pensando
que
tiene
unos
ingredientes
de
cierta
calidad
y
que
merece
ese
precio
y
resulta
que
no
los
tiene”,
explica
Caorsi
a
DAP.
“Tú
dices,
¡qué
bien
esta

crema
de
bogavante
!
Y
resulta
que
dentro
tienes
almidón
de
patata,
grasa
de
palma
y
de

bogavante

no
hay
nada
de
nada”.


Hecha
la
ley,
hecha
la
trampa

Como
explica
Caorsi,
la
industria
alimentaria
utiliza

dos
ramas
de
estrategias
principales

para
promocionar
sus
productos
en
el
supermercado,
que
son
las
que
se
despliegan
en
la
parte
frontal
de
los
paquetes,
la
primera
que
vemos,
y
en
la
que
se
muestran
las
denominaciones
comerciales
de
los
productos:

“el
nombre
de
fantasía”
,
como
le
gusta
llamarlo
a
Caorsi.

La
primera
estrategia
consiste
en

destacar
todo
lo
que
nos
produce
filias.

“Te
voy
a
contar
que
tengo
unos
ingredientes
que
aprecias
porque,
bueno,
son
más
caros
o
porque
son
singulares
o
porque
tienen
buena
reputación”,
explica.

Legalmente,
estos
ingredientes
tienen
que
estar
presentes
en
el
producto,
pero

pueden
estarlo
en
porcentajes
ridículos
,
que
hay
que
ver
en
el
listado
de
ingredientes
en
letra
minúscula.
Además,
se
pueden
usar
todo
tipo
de
reclamos
sobre
los
que
no
hay
ninguna
regulación:
esto
lo
ha
hecho
una
abuela,
esto
es
de
pueblo,
esto
es
rico
en
minerales
o
vitamina
C,
es
artesanal,
de
estilo
casero…

La
segunda
estrategia
gira
en
torno
a
convencernos
de
que
el
alimento

no
tiene
las
cosas
que
no
nos
gustan,

las
que
nos
dan
miedo.
“Le
he
quitado
los
aditivos,
esto
es
más
natural,
no
tiene
conservantes,
tiene
contenido
reducido
en
grasas,
en
azúcar…”,
explica
Caorsi.
“Todo
lo
que
nos
da
miedo,
lo
que
nos
genera
rechazo,
la
industria
también
lo
que
hace
es
destacar
que
tiene
menos,
que
no
necesariamente
significa
que
tenga
poco”.

Snacks

Snacks


Si
queremos
saber
qué
tiene
realmente
un
producto
hay
que
darle
siempre
la
vuelta
al
envase.


Tres
pasos
para
saber
lo
que
estás
comprando

Todas
estas
estrategias
de

marketing,

que
utiliza
la
industria
alimentaria
desde
los
albores
de
la
alimentación
moderna,
ocupan
la

parte
frontal
de
los
alimentos.

Por
eso,
siempre
que
hagamos
la
compra,
lo
importante
es
fijarnos
en
la

parte
trasera
o
los
laterales

de
los
envoltorios.
Es
aquí
donde
se
incluye
siempre
la
información
obligatoria,
la
que
las
empresas
están
obligadas
a
incorporar
por
ley.
Y,
aunque
también
aquí

hay
margen
para
la
manipulación
,
el
espacio
para
hacer
trampas
es
mucho
menor.

Como
explica
Caorsi,
exceptuando
casos
muy
complejos,
no
es
difícil
entender
qué
lleva
en
realidad
un
alimento
si
nos
fijamos,
por
este
orden,
en
la

información
obligatoria

que
todos
los
productos
deben
mostrar:


1.
Denominación
del
alimento

Cuando
compramos
un
producto,
lo
primero
que
vemos
es
su

“nombre
de
fantasía”
,
pero
todos
los
alimentos
deben
tener
una
denominación
legal,
que
aparece
en
la
parte
trasera
del
envase,
justo
antes
de
la
lista
de
ingredientes.

Esta
denominación,
explica
Caorsi,
puede
estar
definida
por
la
ley
o
por
la
costumbre:
“Hay
alimentos
que
son
nuevos,
por
ejemplo,
que
no
están
recogidos
en
la
ley.

Hay
mucha
innovación.

Si
no
está
recogida
la
ley,
tienes
que
utilizar
un
nombre
descriptivo
para
que
sepas
lo
que
tienes
en
la
mano.
Pero
si
está
recogida
en
la
ley,
tienes
que
utilizar
el
nombre
legal”.

Salsa Guacamole

Salsa Guacamole

«Guacamole
salsa»
es
en
realidad «Salsa
de
mesa
con
vegetales
(27,8%)
y
queso».
Lleva
solo
un
2,7%
de
aguacate.

Este
“nombre
legal”
suele
diferir
enormemente
del
“nombre
de
fantasía”,
que
es
el
que
casi
siempre
guía
la
decisión
de
compra.
Al
ver
una

“salsa
guacamole”
,
uno
puede
pensar
que
tiene
algo
que
ver
con
el
famoso
plato
mexicano,
pero
su
denominación
real
“salsa
aromatizada
con
aguacate”
o
“salsa
de
mesa
con
vegetales
(27,8%)
y
queso”,
puede
hacernos
sospechar
que,
quizás,
no
lleva
ni

aguacate
.
La
de
Carrefour,
que
aparece
en
la
foto,
solo
lleva
un
2,7%
de
aguacate.
Hay
otras
que
solo
lo
incluyen
en
polvo.

Otros
ejemplos
que
aparecen
en
el
libro:

·
Un

“rallado
sabor
mozzarella”

es
en
realidad
un
“preparado
alimenticio
a
base
de
aceite
de
coco
apto
para
veganos”.

·
Unos

“filetes
merlvza”

son
en
realidad
un
“producto
100
%
vegetal
estilo
filete
de
pescado
rebozado
a
base
de
proteína
de
soja
con
aceite
de
oliva
virgen
extra”

·
Una

“kombucha
lemon
fantasy”

es
en
realidad
una
“bebida
de

fermentada,
con
gas
y
edulcorante”.


2.
Listado
de
ingredientes

Tras
la
denominación
legal
del
producto
hay
que
fijarse,
claro,
en
la

lista
de
ingredientes.

Y
para
saber
interpretarla
hay
que
tener
en
cuenta
varias
cuestiones
fundamentales.

La
primera
es
que
los
ingredientes
están
siempre

ordenados
de
mayor
a
menor
presencia

en
el
producto.
Si,
por
ejemplo,
en
una
tableta
de
chocolate
el
primer
ingrediente
es
azúcar,
puedes
estar
seguro
de
que
no
es
la
mejor
del
mercado.

Hay
que
tener
en
cuenta,
también,
que
los
ingredientes
que
están
destacados
en
el
frontal,
muchas
veces
como
reclamo,
tienen
que
tener
obligatoriamente
puesta
la
cantidad
en
la
que
están
presentes:
el

porcentaje.

Gyozas Trufa Foie

Gyozas Trufa Foie


Estas
gyozas
apenas
tienen
foie
y
mucha
menos
trufa.

Pero
no
siempre
es
fácil
conocer
el

porcentaje
real
de
cada
ingrediente,

debido
a
que
el
listado
de
ingredientes
puede
tener
a
su
vez

ingredientes
compuestos:

esto
implica
que
el
porcentaje
de
un
ingrediente
en
cuestión
puede
reflejarse
en
función
a
otro
ingrediente.

En
su
libro
Caorsi
pone
el
ejemplo
extremo
de
unas

“gyozas
con
foie
y
trufa”

cuya
lista
de
ingredientes
ocupa
dos
páginas
y,
en
puridad,
llevan
un
0,14%
de
trufa
y
un
3,27%
de
foie.

“Hay
veces
que
te
encuentras
con

un
montón
de
paréntesis

dentro
de
paréntesis,
eso
es
más
complicado”,
reconoce
Caorsi.

Otro
asunto
a
tener
muy
en
cuenta
a
la
hora
de
leer
el
listado
de
ingredientes
es
que

un
mismo
producto
puede
tener
muchos
nombres.

El
caso
más
típico
es
el
del
azúcar,
que
puede
estar
escondida
en
multitud
de
denominaciones,
pero
también
ocurre
con
los
aditivos,
que
pueden
llevar
el
código
E
o
su
nombre
real,
últimamente
mucho
más
común,
dado
el
recelo
que
despiertan
los
código
numéricos.

“Tú
puedes
poner

extracto
de
romero

en
lugar
de
poner
lo
que
le
corresponde
con
el
código
E
[E
392],
o
ácido
ascórbico
[E-300],
o
ácido
acético
[E-260],
al
que
también
puedes
llamarle
‘vinagre”,
explica
Caorsi.
“Tú
puedes
elegir
realmente
cómo
presentar
mejor
la
información
para
que
a
la
gente
le

menos
miedo
o
le
pueda
interesar
más”.

Etiquetado

Etiquetado


3.
Información
nutricional

Por
último,
siempre
tenemos
a
nuestra
disposición
la
información
nutricional,
que
nos
puede
ayudar
a

comprender
mejor
el
listado
de
ingredientes
,
pero
es
la
más
compleja
de
interpretar
y,
si
no
se
es
experto,
puede
confundir.

“La
a
mejor
manera
de
darte
cuenta
de
cómo
es
un
alimento
es
fijarte
sobre
todo
en
la
lista
de
ingredientes”,
concluye
Caorsi.
“Si
te
encuentras
en
los
primeros
puestos
ingredientes
de
poca
calidad,
o
que
son
grasas
que
no
tienen
mucho
interés,

harinas
refinadas
,
cosas
así,
pues
dices,
mira,
pues
igual
mejor
lo
dejo,
o,
bueno,
me
lo
como,
pero

lo
que
estoy
comiendo”.

En
la
actualidad
se
repite
mucho
el
mantra
de
que
es
mejor
huir
de
los
productos
con
muchos
ingredientes,
pero
esto,
explica
la
periodista,
no
siempre
funciona:
“Puedes
encontrarte
una

ensaladilla

que
esté
bien,
que
tenga

todo
verduras
,
pero
al
final
tiene
un
montón
de
ingredientes.
En
casa
también
hacemos
cosas
que
tienen
un
montón
de
ingredientes
y
no
por
eso
es
malo”.

Es
mejor,
apunta
Caorsi,
tener
claro

qué
tipo
de
ingredientes
deberíamos
evitar:

“En
general,
los
productos
ultraprocesados
tienen
muchos
ingredientes,
pero
más
que
muchos,
tienen
muchos
que
no
tenemos
en
casa.
Te
encuentras
con
unos
aditivos
que
no
están
puestos
solamente
para
conservar
el
producto,
sino
para
mejorar
artificialmente
su
apariencia,
su
sabor,
su
textura,
entonces,
claro,
puedes
preguntarte
¿las
tengo
en
casa?
No.
¿Las
conozco?
¿Sé
usarlos?
No”.

Laura Caorsi2

Laura Caorsi2


La
autora
de ‘Comida
fantástica’
en
la
Feria
del
Libro
de
Madrid.


Hacia
una
compra
más
transparente

Aunque,
como
hemos
visto,
escoger
productos
del
supermercado
puede
ser
una

actividad
extenuante,

lo
cierto
es
que
en
los
últimos
años
hemos
avanzando
enormemente.
Hoy
es
difícil
interpretar
el
etiquetado
los
alimentos,
pero
al
menos
es
posible.
Hace
tanto
no
lo
era.

Hay
productos
que,
de
hecho,
como
recuerda
Caorsi,

siguen
sin
contener
información
nutricional.

Es
el
caso
del
alcohol.
“Antes
de
discutir
si
hay
que
poner
advertencias
del
alcohol,
 apuntando
que
es
malo
para
la
salud,
como
si
fueran
cajas
de
tabaco,
tendríamos
que
tener
información
nutricional
sobre

qué
contienen
las
bebidas
alcohólicas

que
bebemos”,
apunta
la
periodista.
“Salvo
el
vino,
que
en
diciembre
del
año
pasado
se
aprobó
la
normativa
para
que
te
ponga
la
lista
de
ingredientes
y
la
información
nutricional,
el
resto
de
bebidas
alcohólicas
no
tiene
información,
no
se
ofrece
información
de
ningún
tipo”.

Caorsi
también
es
escéptica
en
lo
que
respecta
a
los

etiquetados
frontales,

como
el
famoso

Nutriscore,

que
al
fin
y
al
cabo
son
medidas
destinadas
a
hacer
sencillas
cosas
complejas,
justo
lo
que
mejor
le
viene
a
la
industria
alimentaria.

Comida
fantástica:
Manual
de
urgencia
para
aprender
a
leer
los
envases
alimentarios

*
Algún
precio
puede
haber
cambiado
desde
la
última
revisión

En
su
opinión,
sería
mucho
más
útil
comenzar

prohibiendo
los
reclamos
poco
claros

que
aparecen
en
el
frontal
de
la
mayoría
de
alimentos,
del
tipo

rico
en
hierro

o

con
Vitamina
A
:
 “Se
suponía
que
en
2009
tenía
que
haberse
desarrollado
una
legislación
para
establecer
qué
tipo
de
alimentos
podían
utilizar
esas
declaraciones
nutricionales
y
cuáles
no.
Los
perfiles
nutricionales
para
establecer
qué
productos
pueden
utilizarlos
y
cuáles
no
nunca
se
llegaron
a
concretar.
Entonces,
claro,
en
este
momento
es

café
para
todos.

Habría
que
aprobar
los
perfiles
o
mejor,
quitar
esos
reclamos,
porque
las
manzanas
o
las
naranjas
tienen
de
todo
para
presumir
y
sacar
pecho
de
todas
las
bondades
que
tienen
y
sin
embargo
no
están
ahí
destacando
nada,
¿no?”

Por
último,
insiste
antes
de
finalizar
la
entrevista,
es
importante
que
la
población
reciba

información
nutricional

ya
en
la
escuela,
la
única
herramienta
que
realmente
va
ayudar
a
los
futuros
adultos
a
hacer
buenas
elecciones
de
compra.

“Lo
que
podamos
hacer
desde
los
medios
o
en
redes
sociales
y
demás
son
parches”,
reconoce.
“Realmente
lo
que
necesitas
es
que
la
gente
sepa
leer
y
sepa
interpretar
lo
que
tiene
delante”.

Imágenes
|
Laura
Caorsi/JackF

En
DAP
|

El
supermercado
ha
cambiado
nuestra
vida,
pero
su
crisis
está
cerca