Probablemente no generarían tanto rechazo las películas de superhéroes modernas si no tendiesen de manera tan descarada hacia estándares poco imaginativos y tan rígidos. No hay nada especialmente en contra de los parques de atracciones, como los denominaría Scorsese, pero las montañas rusas deberían tener algo de energía para que sean divertidas.
Pero lo cierto es que es difícil tener cosas bonitas si el público no las apoya. Una de las películas más imaginativas del cine de superhéroes se lanzó hace ya 14 años, pero quedó oscurecida por otros dos grandes proyectos que cambiaron el rumbo del género. La magnificencia ultraseria de ‘El caballero oscuro‘ y el pistoletazo de salida del universo compartido en ‘Iron Man‘ se impusieron en su momento a ‘Hellboy 2: El ejército dorado‘.
Doble esfuerzo
Guillermo del Toro volvió a hacer otro apabullante ejercicio en el género con el personaje que presentó cuatro años antes en la correcta (y envejecida) primera película. Viniendo además del éxito sorprendente de ‘El laberinto del fauno‘, consiguió una fabulosa libertad para hacer con la secuela una película más personal que derrochase fantasía sin perder mala baba que viene de miedo al personaje.
Aunque se pueda ver también en plataformas como Lionsgate+ o Movistar+, ‘Hellboy 2: El ejército dorado’ se puede también ver en Netflix, aunque sólo hasta el 15 de noviembre. No es mala excusa para recuperar una de las películas de superhéroes que merecieron mejor suerte que la que les tocó en su estreno. O una de las más infravaloradas de Del Toro.
Al mexicano lo vemos asociado principalmente a la fantasía bonita, pero donde realmente yo le veo más disfrutable y suelo es cuando se lanza a lo pulp, y no teme enfangarse y desmelenarse con el canallismo. Al fin y al cabo, él sabe encontrar el registro para no resultar cargante y sí divertido, como muestra en una secuela a todas luces superior a su predecesora.
‘Hellboy 2: El ejército dorado’: diversión fantástica y macarra
Su creación de mundos de criaturas resulta deslumbrante, por su combinación de diseños exquisitos y buen empleo de efectos especiales (lo digital puede convencer mucho si se nota cierta artesanía). El tono del personaje está mejor medido para meterse en una área moral más compleja y Del Toro no se corta en meter elementos disparatados y muy comiqueros, como un personaje que es un humo de acento alemán que va vestido de buzo o las siniestras hadas de los dientes.
Hay sentido de la maravilla, hay diversión desenfadada, hay un poco de macarrismo y hay imágenes realmente vivas. Del Toro es una de las figuras más clave en este género, ya que era capaz de sacar a relucir sus aspectos más festivos y también los macabros en un tono realmente consistente, y haciendo espectáculos cinemáticos contundentes. Tanto ‘Blade II‘ como esta son refrescantes trabajos que exhiben las vergüenzas de la mayoría de producciones actuales.