Cuando uno lee el argumento de una serie como ‘La monja guerrera’ es difícil no pensar en una locura que abrace todas sus excentricidades para convertirse en el pasatiempo delirante de la temporada. A fin de cuentas, es una serie con monjas cazademonios en las que vemos cómo utilizan katanas y metralletas. Cuesta creer que alguien fuera a darle un enfoque serio a algo así, pero eso es lo que ha sucedido en la serie que Netflix estrena este jueves 2 de julio.
Adaptación del cómic creado por Ben Dunn, la historia de ‘La monja guerrera’ gira alrededor de una joven que despierta en la morgue con un artefacto divino incrustado en su espalda sin saber muy bien qué ha sucedido. A partir de ahí todo se complica, pero el showrunner Simon Barry apuesta en exceso por tropos ya muy desgastados de los relatos de y para adolescentes, estirando además la presentación de la mitología de la serie hasta el punto de que uno acaba perdiendo la paciencia.
Estirando el chicle
Empieza a ser habitual en muchas series, sobre todo en aquellas pertenecientes a plataformas de streaming, que sus responsables sientan que no es necesario hacer un primer episodio con el suficiente gancho como para atrapar al espectador y no soltarle de ahí en adelante. Ahora es más habitual dosificar tanto la información que la introducción que debería darse de entrada acaba llegando incluso hasta el tercer o cuarto capítulo. Se deben creer que los espectadores lo van a ver igual porque ya están los capítulos disponibles, pero a veces se olvidan de que hay tantísima serie que es muy fácil pasar rápidamente de una a otra.
Ese problema está especialmente marcado en ‘La monja guerrera’, donde se apuesta por un arranque bastante relajado, quizá confiando en que el hecho de conocer mejor a los personajes, sobre todo a la protagonista interpretada por Alba Baptista, va a ser suficiente para que pasemos por alto su morosa narrativa. Por desgracia, ninguno de los personajes principales tiene el gancho suficiente como para lograrlo, porque todos acaban resultando anodinos, incluidos aquellos con actores más veteranos que deberían dotar de cierta solvencia al conjunto.
El resultado de lleno es que apenas pasan unos minutos hasta que ‘La monja guerrera’ se sitúa en una tierra de nadie de la que no ha llegado a salir en los cinco episodios que he tenido la oportunidad de ver. Por un lado tiende bastante a basarse en pequeñas rivalidades para construir el drama alrededor de ese universo fantástico que presenta, pero le falta la inspiración necesaria para que cualquiera de ellas destaque. Buscar cierta trascendencia a través de diálogos rutinarios nunca es buena idea.
Entre dos tierras
De esta forma, todo lo relacionado con la caza de demonios y el equilibrio entre el bien y el mal acaba resultando un tanto monótono, y por momentos da la sensación de ser más el telón de fondo para dar un toque distintivo a la serie que como aquello que realmente quiere explorar. No son pocos lo momentos en los que todo apunta más hacia una serie para adolescente, inevitable subtrama romántica incluida, adornada por un poco estimulante y algo errático uso de la voz en off.
La entrega de Baptista al menos consigue que el peor no nos resulte antipático o, peor aun, despierte una absoluta indiferencia, pero de ahí a estar interesado en saber lo que podría ser de esta inesperada elegida hay un trecho importante. Y es que a ‘La monja guerrera’ le hubiese venido bien un tono más lúdico-festivo en lugar de aplanar todo para que sea fácil de digerir por el público. Y es que al final da la sensación de que simplemente se conforma con no molestar en lugar de jugar con cualquiera de los temas que propone.
No es la primera vez que una serie de Netflix opta por hacer algo similar -por ejemplo, ya me dio la sensación de que en ‘Locke & Key’ potenciaban precisamente lo que menos me interesaba de la serie- y quizá les funcione en lo referente a las audiencias, donde busca el impacto inmediato y cada vez opta por cancelar o concluir sus series antes. No sé qué recorrido tendrá el sacar adelante series algo anodinas a partir de suculentas premisas, porque llegará un punto en el que muchos simplemente ya no se fíen y ni le den esos dos minutos para que cuente como un visionado según el patrón actual de la plataforma.
En resumidas cuentas
‘La monja guerrera’ se queda muy lejos de ser la nueva gran serie de Netflix. Podría funcionar quien busque un tipo de entretenimiento muy concreto, pero aquellos que solamente se acercarían a ella por su peculiar premisa será mejor que sigan alejados y disfrutando de otro tipo de propuestas.
Puedes ver ‘La monja guerrera’ en Netflix a partir del 2 de julio.