La memoria del ajuste: historias de perros y milagros

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Los dos son emergentes de la lucha en defensa propia de los habitantes de Jujuy contra el ajuste salvaje aplicado por Carlos Menem en los 90, que sumió en la pobreza, la desocupación y el hambre a millones de argentinos. Llegaron a estar codo a codo, pero sus caminos se bifurcaron y terminaron enfrentados. Ambos invocaron el nombre del pueblo para sus empeños y obtuvieron una adhesión esperanzada.

Tres décadas después, Carlos “El Perro” Santillán sigue como secretario general del gremio de los Municipales, y Milagro Sala está bajo prisión domiciliaria. Ambos conocieron la cárcel: él por desafiar al Estado. Ella condenada por la Justicia por aliarse con el Estado para estafarlo. Uno y otra cosechan su siembra.

“Jujuy, provincia pobre. Jujuy… pobre provincia!”, la frase me salió del alma en la contemplación de la enésima represión de la policía a los trabajadores, movilizados contra el sufrimiento que les infligía la despiadada política de ajuste socioeconómico pergeñada por el ministro de Economía, Domingo Cavallo.

Buenos Aires vivía todavía el espejismo “primermundista” del “deme dos” en los viajes al exterior, y los electrodomésticos en cuotas. Pero el modelo menemista de la convertibilidad y las privatizaciones había sido como venderle el alma al diablo, que ahora exigía tributos cada vez más dolorosos, que en el interior tomaban la forma de salarios exiguos y retrasados, desnutrición y miseria.

Poner el cuerpo

Corrían los encrespados años 90. La presidencia de Menem cumplía un año. Cuando llegamos con las cámaras a Jujuy la “voz del interior” se tornaba cada vez más estridente en las quejas y demandas. A la cabeza de la protesta, tocado con una vincha en la cabeza en la que ya raleaban los cabellos, estaba el secretario general de los trabajadores municipales, Carlos “El Perro” Santillán.

Este corpulento ex rugbier y estudiante universitario de antropología concitaba una formidable adhesión de sus seguidores. En las movilizaciones algunos no dudaban en cubrirlo con sus cuerpos como escudos cuando caía y lo amenazaban las balas o los golpes de la policía. Entre ellos una joven y decidida activista, Milagro Sala. Me sorprendió verla zambullirse una vez en medio de la confusión de uniformes y garrotes para protegerlo, en una refriega en la esquina de la Legislatura.

Carlos "El Perro" Santillán, en sus luchas callejeras de los 90
Carlos «El Perro» Santillán, en sus luchas callejeras de los 90

Milagro había superado momentos terribles en su vida. Abandonada al nacer en 1964 en la ciudad de Jujuy, fue adoptada por una familia de clase media que le dio un buen pasar, pero se fue de la casa a los 14 años al enterarse de que era adoptada. Tuvo una vida marginal en la calle sobreviviendo con el fruto de pequeños hurtos y la venta de droga, según cuenta en su biografía autorizada.

A los 18 años estuvo detenida acusada de robo, aunque después de organizar una huelga de hambre fue liberada por falta de pruebas e indemnizada. Para cuando marchaba junto a Santillán ya se había ganado la simpatía de dirigentes de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), que la incorporaron al sindicato como colaboradora.

Santillán, hijo de madre boliviana y padre tucumano había nacido en 1951 en un hogar pobre de Nieva, un barrio humilde de la capital jujeña (“andábamos remendados pero limpios”, evoca). Después de recibirse de Maestro Mayor de Obras se trasladó a Tucumán para estudiar arquitectura en la Universidad Nacional de esa provincia. Allí comenzó su militancia política.

De regreso en Jujuy comenzó a desarrollar la actividad sindical, referenciado en el “clasismo” con influencia del Partido Comunista Revolucionario (PCR). En 1990 fue electo secretario general del Sindicato de Obreros y Empleados Municipales (SEOM) e inició una serie de movilizaciones con reclamos salariales y laborales que fueron respondidas con represión. Contó que el apodo de “El Perro” se lo pusieron en su época de rugbier (llegó a jugar en Estados Unidos de visita con un equipo jujeño).

En un scrum de un partido contra un seleccionado salteño, un rival que estaba junto a él salió con una herida en una oreja, y todos, hasta sus compañeros comenzaron a repetir: “El Perro lo ha mordido”, y el sobrenombre le quedó para siempre.

A los balazos

En las movilizaciones participaban, junto a los municipales, los empleados públicos nacionales, todos agrupados en el Frente de Gremios Estatales. Históricamente el empleo público fue en Jujuy la principal fuente de trabajo (actualmente hay 164 estatales por cada 100 trabajadores privados), pero en aquellos tiempos la situación laboral en la provincia era crítica.

Jujuy era la segunda provincia azucarera argentina detrás de Tucumán. Esta industria fue históricamente injusta en el reparto de la riqueza -es insuperable la imagen del contraste entre los lujosos chalets de los propietarios y los miserables ranchos de “maloja”, (restos de la caña pelada) de los zafreros-.

Pero la mecanización provocó que cayera a la mitad la demanda de mano de obra. Y la privatización en 1991 de los Altos Hornos Zapla -la siderúrgica de Palpalá en la que en 1945 se hizo la primera colada de arrabio argentino en tiempos en que todavía se apostaba a la grandeza del país– redujo el personal de 8.000 a 2.500 obreros. Fue el golpe de gracia.

Para tener la dimensión histórica de lo que significó la movilización persistente de los trabajadores estatales jujeños, basta mencionar que en ocho años (entre 1990 y 1998) provocó la renuncia de cuatro gobernadores: Ricardo de Aparici, Roberto Domínguez, Carlos Ficoseco y Carlos Ferraro, todos justicialistas.

Pude comprobar que la gente no vincula sus penurias cotidianas con las posibilidades que ofrece el voto. Y que sus carencias la convierten en víctimas de las mañas clientelistas de los mismos que repudia. Solo así se puede comprender que, con las manos todavía impregnadas con el polvo de las piedras que arrojaron para correr a quienes los perjudicaban, depositasen el voto que volvía a entronizar figuras del mismo signo político para que los siguieran oprimiendo.

Las marchas eran multitudinarias y la represión violenta. En octubre de 1990 la policía utilizó armas de fuego y el secretario adjunto Juan Carlos “Pajarito” Bajarano recibió en el hombro, al interponerse, un balazo que iba dirigido a Santillán. “Entonces yo disparé con un arma que me habían pasado –recuerda “El Perro”-. En un juicio posterior se demostró que disparé en defensa propia”.

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Tras el enfrentamiento renunció el gobernador De Aparici. Comprobé que es conmovedora la adhesión cercana a la veneración que los pueblos desamparados profesan a los líderes naturales que los representan y guían en sus demandas. Tan profunda como el descreimiento en los políticos que los defraudan. Al recuperar la libertad tras ser detenido en abril de 1994, Santillán fue sacado en andas de la cárcel por una muchedumbre que coreaba “A pesar de los gases y los palos recibidos, te seguimos queriendo, Perro querido”.

La ruptura

En 1994 Santillán y Sala estuvieron juntos en la Marcha Federal, una movilización de 50.000 trabajadores que provenientes de los cuatro puntos cardinales del país convergieron el 6 de julio de 1994 en la Plaza de Mayo para protestar contra la política socioeconómica de Menem.

(En Santa Fe sesionaba la Convención Constituyente que iba a facilitar la reelección del riojano). Sala militaba por entonces en la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), formada por gremios que abandonaron la CGT por su cercanía con el gobierno. Santillán fundaría ese mismo año, junto a otros dirigentes adscriptos al Partido Comunista Revolucionario, la Corriente Clasista y Combativa (CCC), una organización político sindical que incorporaría a trabajadores desocupados.

Milagro Sala, líder de la Tupac Amaru.
Milagro Sala, líder de la Tupac Amaru.

Durante el segundo mandato de Menem y en el período que gobernó Fernando de La Rúa la provincia siguió convulsionada por las marchas y cortes de ruta. Santillán continuaba al frente del SEOM, y Milagro Sala todavía en la CTA conducía la organización barrial Tupac Amaru, que a partir de 1998 comenzó a brindar “copas de leche” y otros servicios en los barrios humildes.

Todavía coincidían en el respaldo a las movilizaciones y protestas, pero lentamente se fueron alejando, hasta que terminaron enfrentados. Temprano el poder había tratado de seducir a Santillán. En el libro en el que lo entrevistó el combativo cura español Jesús Olmedo, cuenta que “a mí me ofrecieron candidaturas a diputado y algunas cosas más. En el tiempo de De Aparici hasta me llevaron un cheque al gremio para que hiciéramos un complejo polideportivo. Durante la gestión del gobernador Ficoseco me ofrecieron 50.000 pesos, una casa y un auto para que suspendiéramos una movilización”.

En cambio, la sistemática y efectiva política del kirchnerismo (en el gobierno a partir de 2003) de captación de organismos y personas en los ámbitos de los derechos humanos y de las actividades social, política y sindical tuvo éxito una vez más con Milagro Sala.

Los generosos aportes del gobierno nacional multiplicaron las posibilidades de su labor comunitaria, incluida la masiva construcción de viviendas. El poder de la Tupac Amaru y el personal de Milagro se dispararon. Poco después ella se proclamó kirchnerista, y ya no protestó mientras gobernaron Néstor y Cristina Kirchner.

Un año antes, en 2002, Santillán no se postuló a la reelección en el SEOM, en cuya conducción estuvo doce años. El gobierno de Fernando de la Rúa lo había encarcelado pidiendo que se lo investigara en el marco de la Ley Antisubversiva, y obtuvo la libertad condicional con la obligación de no dejar la provincia y presentarse periódicamente a la comisaría. Dejó la actividad sindical, se dedicó a trabajar en el ámbito de los derechos humanos y la ayuda social, y se convirtió en un crítico feroz de Milagro.

La misma pobreza

La historia deja paso al presente. Con la protección del kirchnerismo Sala usó y abusó de su poder. Después de que un gobierno radical asumió en Jujuy en 2015, le dictaron una prisión preventiva por un acampe, lo que fue cuestionado por las Naciones Unidas.

Posteriormente la Justicia probó que había incurrido en fraude a la Administración Pública y extorsión en asociación ilícita al desviar fondos destinados a la construcción de viviendas que no se completaron, y en enero de 2019 le dictó una condena a trece años de cárcel. (Ya tenía otra de tres años por instigar un escrache contra el diputado radical (hoy gobernador) Gerardo Morales).

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Santillán reasumió la secretaría general de su sindicato en 2013, y mantuvo su combatividad que no desdeña “oponer la violencia del pueblo a la violencia institucional”. Como hace tres décadas, el miércoles y jueves últimos el “Perro” se puso la vincha y encabezó un paro de 48 horas con cortes de rutas por reclamos salariales, porque hay afiliados que ganan 5.000 pesos por mes.

Dos estilos. Sala aceptó administrar los fondos estatales y se puso la camiseta kirchnerista. Santillán mantuvo su independencia. En el diálogo con el cura Olmedo ya había planteado que “yo creo que no es válida la propuesta que hacen a los referentes sociales para trabajar en conjunto con los gobiernos que someten a los pueblos”. El “Perro” abandonó la Corriente Clasista y Combativa, cuyo líder actual Juan Carlos Alderete se convirtió en diputado nacional por el Frente de Todos, mientras la organización administra 40.000 planes sociales. Jujuy continúa empobrecida como hace treinta años.