La junta militar de Myanmar admitió haber lanzado un ataque aéreo contra un poblado que mató a decenas de personas y recibió condena mundial, pero dijo que muchas víctimas eran rebeldes y algunas muertes fueron causadas por minas puestas por ellos.
El Alto Comisionado de Derechos Humanos de la ONU, Volker Türk, dijo que estaba «horrorizado» por la acción, que según testigos citados por medios locales acabó con la vida de niños y civiles.
Myanmar está atravesada por la violencia desde un golpe de Estado que el 1 de febrero de 2021 derrocó al Gobierno civil liderado por la Premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi, y puso fin a un breve retorno a la democracia tras décadas de dictadura militar.
El golpe intensificó prolongados conflictos armados entre distintas etnias de Myanmar, la antigua Birmania, y sus Gobiernos, que han sido en su mayoría dictaduras militares desde su independencia del Reino Unido en 1948.
Desde el golpe, más de 2.700 personas han muerto por la represión de protestas, según la ONG birmana Asociación para la Asistencia de Presos Políticos (AAPP), y el Gobierno ha lanzado ofensivas contra grupos rebeldes en distintas partes de la nación asiática.
Medios locales informaron que un bombardeo mató a por lo menos 50 personas en el poblado de Pazi Gyi, en la región central de Sagaing.
La junta militar dijo que lanzó un ataque en ese poblado contra un acto de apertura de una oficina local de una milicia rebelde llamada Fuerza de Defensa del Pueblo (FDP), pero no precisó cuántas personas murieron.
El vocero militar, Zaw Min Tun, afirmó que la mayoría de las víctimas eran combatientes en uniforme, pero que «podía haber alguna gente con ropa de civil».
Agregó que parte de las muertes se debió a «minas plantadas por las FDP en la zona».
El número de muertos podría ascender hasta el centenar, dijo un socorrista vinculado al FDP, informó la agencia de noticias AFP.
El ejército birmano es acusado del asesinato y uso indiscriminado de la fuerza contra los civiles por el gobierno birmano prodemocrático en el exilio, la ONU, Estados Unidos, la Unión Europea (UE) y organismos de derechos humanos.
El Gobierno de Unidad Nacional de Myanmar es el gobierno birmano que se formó en el exilio, está reconocido oficialmente por el Parlamento europeo y tiene representantes en Estados Unidos, el Reino Unido, Francia, Australia y Corea del Sur, entre otros.
Este Gobierno está conformado por diversos miembros del Parlamento expulsados luego del golpe de Estado, grupos de minorías étnicas insurgentes y otros partidos minoritarios, pero fue declarado ilegal por la junta militar que tomó el poder en Myanmar.
El ataque del martes, uno de los más mortíferos desde el golpe, ocurrió poco antes de la celebración del Thingyan, el Año Nuevo birmano, que dura varios días.
«Esto refuerza el clima de miedo. Habrá más reticencia para organizar eventos masivos ante el riesgo de bombardeos», denunció Phil Robertson, director adjunto para Asia de la organización Human Rights Watch.
El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, condenó «firmemente el ataque» y reiteró su llamado al Ejército birmano a “acabar con la campaña de violencia contra la población”, según un comunicado de su vocero, Stephane Dujarric.
Estados Unidos también se declaró «profundamente preocupado» por el ataque que «subraya todavía más el desprecio del régimen por la vida humana», dijo el portavoz de su diplomacia Vedant Patel.
«La UE está profundamente consternada por los informes sobre las últimas atrocidades cometidas por el régimen militar» birmano, dijo Nabila Massrali, portavoz de la Unión Europea para Asuntos Exteriores.
La región de Sagaing, cerca de la segunda mayor ciudad del país, Mandalay, es uno de los principales focos de resistencia al régimen militar, con combates intensos desde hace meses.