Los
fabricantes
de
paneles
solares
chinos
lograron
un
dominio
aplastante
de
la
industria
con
una
receta
implacable:
producción
masiva,
mejoras
constantes
y
precios
cada
vez
más
bajos.
Ahora
que
han
dejado
fuera
a
competidores
europeos
y
estadounidenses,
el
mundo
entero
depende
de
su
tecnología.
Sin
embargo,
esta
aparente
historia
de
éxito
esconde
una
crisis
interna
con
serias
consecuencias:
una
insostenible
guerra
de
precios,
pérdidas
millonarias
y
el
despido
silencioso
de
decenas
de
miles
de
trabajadores.
Una
sobreproducción
sin
precedentes.
Entre
2020
y
2023,
el
gobierno
de
China
redirigió
ingentes
recursos
del
sector
inmobiliario,
entonces
en
decadencia,
hacia
lo
que
denominó
las «tres
nuevas
industrias
de
crecimiento»:
paneles
solares,
coches
eléctricos
y
baterías.
Esta
apuesta
desató
una
fiebre
de
nuevas
fábricas
y
parques
solares
de
dimensiones
colosales.
El
resultado
fue
una
sobreproducción
sin
precedentes.
Según
Reuters,
el
mundo
ahora
produce
el
doble
de
paneles
solares
de
los
que
necesita,
la
mayoría
fabricados
en
China.
Esta
saturación
del
mercado
provocó
un
colapso
de
los
precios
hasta
el
punto
de
que
muchas
empresas
empezaron
a
vender
por
debajo
de
sus
costes
para
dar
salida
al
stock,
una
situación
que
se
ha
visto
agravada
por
la
guerra
de
aranceles
con
Estados
Unidos.
La
industria
solar
china
perdió
la
asombrosa
cifra
de
60.000
millones
de
dólares
el
año
pasado.
La
factura
humana.
La
consecuencia
menos
conocida
de
esta
crisis,
a
pesar
de
que
las
empresas
pidieran
un
rescate
al
gobierno,
ha
sido
una
drástica
reducción
de
personal.
Los
informes
financieros
de
las
cinco
mayores
compañías
fotovoltaicas
de
China
(Longi
Green
Energy,
Trina
Solar,
Jinko
Solar,
JA
Solar
y
Tongwei)
revelan
una
reducción
del
31%
de
sus
plantillas,
lo
que
significa
que
dejaron
en
la
calle
a
87.000
empleados.
Esta
cifra
es
una
mezcla
de
despidos
directos
y
de
no
renovaciones
debido
a
recortes
salariales
o
de
horas.
Los
despidos
son
un
tema
políticamente
muy
sensible
en
China,
donde
el
empleo
es
visto
como
la
clave
de
la
estabilidad
social.
Por
ello,
ninguna
de
las
grandes
compañías
ha
anunciado
oficialmente
estas
reducciones
masivas
de
plantilla.
A
excepción
de
Longi,
que
reconoció
un
recorte
del
5%
de
la
plantilla.
Pekín
intenta
frenar
la
sangría.
Los
principales
productores
crearon
una
entidad
similar
a
la
OPEP
para
controlar
los
precios
y
la
oferta,
pero
no
salió
bien.
Ante
el
desastre,
el
gobierno
chino
tomó
cartas
en
el
asunto.
A
principios
de
julio,
el
presidente
Xi
Jinping
pidió
el
fin
de
la
guerra
de
precios.
Además,
se
creó
un
fondo
de
7.000
millones
de
dólares
para
comprar
y
cerrar
cerca
de
un
tercio
de
los
paneles
solares
de
menor
calidad
de
la
industria.
¿Es
suficiente?
Según
un
análisis
de
Jefferies,
sería
necesario
eliminar
al
menos
un
20-30%
de
la
capacidad
de
fabricación
para
que
las
empresas
vuelvan
a
ser
rentables.
Sin
embargo,
muchos
gobiernos
provinciales
chinos,
evaluados
por
su
capacidad
para
crear
empleo
y
crecimiento
económico,
se
muestran
reacios
a
aplicar
recortes
drásticos
que
afecten
a
sus
empresas
locales.
Imagen
|
Jinko
Solar
En
Xataka
|
Ni
en
Taiwán,
ni
en
China:
El
plan
para
fabricar
los
semiconductores
más
puros
del
mundo
es
irse
al
espacio