Panza llena, corazón contento
Un refrán compinche de aquel “Ándeme yo caliente y ríase la gente”, gongorismo al que le dedicamos el número 60 de esta serie infinita.
“A barriga llena, corazón contento”, decía el original. Pero los argentinos somos panzones y humanos, decimos barriga solo cuando duele, en cambio al sobrante panza lo vemos como un trofeo por todo lo bien comido… ¡Y sí!
¿Saben de dónde proviene este dicho?… De cuando los vecinos de los antiguos pueblos asistían al pregonero para que, mediante una propina, pregonara sus frutas, vinos, etc… o algún objeto perdido… Cuanto más se vendía, más plata entraba para comida, cuanto más y mejor se comía, más contento se ponía el corazón… ¿O no?
“Barriga vacía no tiene alegría”, pregonaba otro dicho, aludiendo a lo mismo: a la relación existente entre alegría y buena alimentación, pues quien no ha saciado su apetito, amigas, amigos, no tiene ganas ni de divertirse…
En este sentido, este refrán hace referencia a la idea de que cuando cubrimos nuestras necesidades más básicas (comer, dormir, etc), es decir, las del cuerpo, entonces podemos gozar de mejor disposición para dedicarnos a satisfacer las necesidades del espíritu. De allí que se pueda asociar a que, al cumplir nuestros deseos, podemos disfrutar a plenitud de la vida… Esto parece más apropiado para la familia Ingalls, que para neurotizados como nosotros, con perdón de los presentes…
Cabe destacar la idea implícita de este refrán: alimentarnos es fundamental para poder dedicarnos a todas las actividades cotidianas que nos conducen a realizar nuestros anhelos. Suena lindo porque lo es. Al motor hay que echarle nafta para activarlo. Se ruega tener dinero para la nafta… “Barriga llena no siente pena” se usa en algunos países, “Barriga harta corazón contento” repiten los más positivos, “Tripa vacía, corazón sin alegría” dicen los más tristes…
Salvo que uno sea Palito Ortega, y se haya olvidado de comer por estar enamorado y tener el corazón tan lleno de alegría…
«Corazón contento»
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