Hubo
un
tiempo
en
el
que
no
había
domingo
por
la
mañana
en
el
que
un
habilidoso
vecino
rompiera
el
silencio
del
vecindario
usando
su
taladro
para
colgar
cuadros
o
dando
golpes
con
saña
con
la
intención
de
repararlo.
Por
suerte
o
por
desgracia
(suponemos
que
más
lo
primero)
esa
escena
está
en
vías
de
extinción
porque
la
generación
Z
no
distingue
un
destornillador
de
una
llave
inglesa.
Según
datos
del
portal
de
productos
para
automóviles
y
ciclismo
inglés
Halfords
publicados
por
el
diario
británico
The
Times,
la
generación
Z
estaría
perdiendo
la
habilidad
de
realizar
pequeñas
reparaciones
en
casa
o
en
sus
vehículos,
convirtiéndose
en
lo
que
el
medio
británico
ha
denominado
GOTDIT,
las
siglas
anglosajonas
que
equivalen
a «dejar
que
otros
lo
hagan»
o
Get
Others
To
Do
It.
Desinterés
absoluto
por
el
bricolaje
del
hogar
El
estudio
de
Halfords
revelaba
que
el
21%
de
los
jóvenes
de
entre
18
y
27
años
–edad
en
la
que
se
encuentra
actualmente
la
generación
Z—no
se
veía
capacitada
para
realizar
pequeñas
tareas
de
bricolaje
básicas
como
cambiar
la
bombilla
de
una
lámpara
en
el
techo
o
inflar
un
neumático.
Estos
jóvenes
estarían
dispuestos
a
pagar
a
un
profesional
o
a
alguien
capacitado
para
que
realice
estas
tareas
sencillas,
lo
cual
podría
suponer
una
inversión
anual
de
unos
1.500
euros,
aunque
un
22%
reconoce
acudir
a
sus
padres
cuando
surgen
este
tipo
de
incidencias
para
que
ellos
lo
hagan.
Casi
un
25%
asegura
que
la
bombilla
está
demasiado
caliente
para
cambiarla,
mientras
que
uno
de
cada
cinco
jóvenes
de
la
generación
Z
considera
que
es
demasiado
peligroso
subirse
a
una
escalera
para
cambiar
la
bombilla.
A
los
responsables
del
estudio,
no
pareció
sorprenderles
los
datos
obtenidos «desanimó
a
mucha
gente
y
les
quitó
la
confianza,
así
que
decidieron
que
no
valía
la
pena
intentarlo.
Esto
significa
que
los
padres
dejaron
de
enseñar
a
sus
hijos,
por
lo
que
surgió
una
generación
que
prefiere
optar
por
la
ayuda
profesional».
Los
datos
recogidos
por
la
tienda
británica
destacan
que
el
11%
de
los
entrevistados
entre
18
y
27
años
llamaría
a
un
profesional
para
colgar
un
cuadro.
Lo
cierto
es
que
es
la
opción
más
recomendada,
porque
el
30%
de
ellos
no
sabía
diferenciar
un
destornillador
de
cabeza
plana,
y
solo
el
47%
fue
capaz
de
identificar
qué
era
un
gato
para
el
coche
cuando
se
le
mostraron
cinco
fotos
de
herramientas.
En
contraste,
el
87%
de
los
entrevistados
nacidos
entre
1946
y
1964
supieron
identificar
correctamente
el
gato
para
el
coche,
y
la
cifra
ascendió
hasta
el
88%
en
aquellos
encuestados
con
entre
79
y
96
años.
La
aversión
a
las
herramientas
y
el
desconocimiento
sobre
cómo
afrontar
tareas
sencillas
de
bricolaje
en
el
hogar
o
el
mantenimiento
del
coche
llega
un
poco
más
lejos:
el
57%
aseguró
no
tener
ni
idea
de
cómo
inflar
la
rueda
de
un
coche.
Cuando
se
trata
de
cambiar
las
escobillas
del
limpiaparabrisas,
una
tarea
relativamente
sencilla
en
la
que
apenas
se
emplearían
unos
minutos
siguiendo
las
instrucciones
del
fabricante,
solo
el
35%
de
los
jóvenes
preguntados
se
vio
capaz
de
hacerlo
ellos
mismos,
mientras
que
el
44%
asegura
que
pagaría
a
un
profesional
para
que
lo
hiciera
por
ellos. «Los
conocimientos
sobre
automoción
en
particular
parecen
estar
en
declive,
y
muchos
se
muestran
reacios
a
asumir
incluso
las
tareas
más
básicas,
como
cambiar
los
limpiaparabrisas»,
aseguraba
Andy
Turbefield,
experto
en
automovilismo
de
Halfords.
No
han
tenido
que
hacerlo
nunca
Es
inevitable
que
otras
generaciones
miren
con
asombro
la
ausencia
de
habilidades
de
esta
generación,
que
dispone
de
una
fuente
infinita
de
conocimiento
a
solo
un
clic
de
distancia.
Sin
embargo,
tal
y
como
sucedía
en
el
ámbito
laboral
con
el
uso
de
impresoras
o
escáneres,
a
esta
generación
no
se
le
puede
acusar
de
no
tener
habilidades
en
algo
a
lo
que
todavía
no
ha
tenido
acceso.
No
hay
que
olvidar
que,
según
datos
de
2023
del
Consejo
de
la
Juventud
de
España,
la
edad
media
para
independizarse
en
nuestro
país
es
de
30,3
años,
la
cifra
más
alta
en
los
últimos
veinte
años
debido
al
desorbitado
precio
de
la
vivienda.
Por
otro
lado,
el
incremento
del
coste
de
sacarse
el
carnet
de
conducir
y
el
precio
de
los
vehículos
(incluidos
los
de
segunda
mano)
han
hecho
que
los
jóvenes
no
puedan
afrontar
la
compra
de
un
coche
propio,
por
lo
que
no
se
han
visto
obligados
a
aprender
ni
a
cambiar
un
enchufe,
ni
a
cambiar
las
escobillas
del
limpiaparabrisas
del
coche.
Imagen
|
Unsplash
(Roselyn
Tirado)