Esta
misma
semana
veíamos
en
Genbeta
que
en
Japón
la
jornada
laboral
de
cuatro
días
no
está
cuajando
en
absoluto,
a
pesar
de
ser
una
iniciativa
incluso
respaldada
por
el
Ministerio
de
trabajo,
por
la
cultura
laboral
del
país
y
los
propios
profesionales.
En
general,
a
la
gente
le
cuesta
ir
menos
horas
a
trabajar
de
las
conocidas
y
maratonianas
jornadas
del
país,
por
lo
que
puedan
opinar
sus
compañeros,
empresas
y
jefes.
Y,
al
mismo
tiempo,
a
mucha
gente
se
le
hace
complicado
presentar
su
renuncia,
dejar
su
trabajo
por
la
estructura
jerárquica
que
caracteriza
las
relaciones
laborales
entre
empleados
y
jefes.
Según
la
historia
recogida
por
CNN
puede
suceder
que
un
jefe
rompa
una
cartas
de
renuncia
y
acose
a
los
empleados
para
obligarlos
a
quedarse.
Al
mismo
tiempo,
analizábamos
cómo
muchos
trabajadores
jóvenes
están
experimentando
una
crisis
existencial,
impulsada
por
la
pandemia,
los
despidos
y
la
agitación
socioeconómica,
que
los
ha
envalentonado
para
priorizar
su
salud
mental,
de
acuerdo
con
las
declaraciones
de
un
experto.
La
Generación
Z
cuestiona
lo
que
se
ha
hecho
siempre
En
un
país
donde
tradicionalmente
los
empleados
obedecen
y
pueden
aguantar
en
la
misma
empresa
toda
su
vida
o
muchísimos
años,
los
adultos
jóvenes
no
siempre
quieren
aceptar
esto.
Al
mismo
tiempo,
Hiroshi
Ono,
profesor
de
recursos
humanos
en
la
Escuela
de
Negocios
de
la
Universidad
Hitotsubashi
en
Tokio,
dice
que
también
son
más
propensos
a
evitar
la
confrontación
y
por
eso
a
veces
recurren
a
agencias
que
gestionen
su
dimisión
de
las
empresas.
Con
todo
esto,
viendo
que
la
Generación
Z
en
Europa
ha
venido
a
poner
en
jaque
dinámicas
tradicionales
en
empresas
y
que
en
países
como
China
la
juventud
no
es
ajena
al
mundo
y
también
se
ha
hartado
de
las
largas
jornadas
laborales
tradicionales
del
país,
hoy
veremos,
con
estudios
e
investigaciones
cómo
la
gente
joven
japonesa
también
puede
poner
patas
arriba
el
sistema
labora
del
país.
El
mismo
Hiroshi
Ono
tiene
un
artículo
donde
explica
que
el
tradicional
modelo
japonés
del
trabajador
ideal
se
está
volviendo
insostenible
debido
a
los
cambios
en
la
población
activa.
Este
modelo,
caracterizado
por
el
empleo
de
por
vida,
las
largas
jornadas
laborales
y
la
lealtad
inquebrantable,
tiene
dificultades
para
adaptarse
a
una
población
cada
vez
más
reducida
y
diversa
(reducida
porque
Japón
como
muchos
países
del
norte
del
mundo,
sufre
un
gran
problema
demográfico
por
la
caída
de
la
natalidad
y
la
reducida
entrada
de
migrantes,
aunque
se
está
abriendo
a
la
llegada
de
gente
de
fuera).
Según
el
experto
en
Recursos
Humanos:
Las
empresas
tienen
dificultades
para
atraer
y
retener
el
talento,
ya
que
cada
vez
menos
jóvenes
aspiran
a
un
empleo
de
por
vida
y
valoran
más
la
flexibilidad.
Para
seguir
siendo
competitivas,
las
empresas
japonesas
deben
cuestionar
sus
dinámicas
y
adoptar
un
enfoque
más
integrador
y
adaptable
de
la
gestión
de
los
recursos
humanos.
Qué
ha
traído
este
cambio
en
las
dinámicas
Una
encuesta
de
2024
reveló
que
solo
el
21%
de
los
jóvenes
quiere
trabajar
para
la
misma
empresa
hasta
la
jubilación,
frente
al
35%
que
decía
esto
en
2014.
Ono
ha
analizado
que,
como
en
el
resto
del
mundo,
los
trabajadores
quieren
más
flexibilidad
de
tiempo
y
lugar
(teletrabajo),
sobre
todo
después
de
COVID-19.
Hay
más
extranjeros
que
nunca
en
la
población
activa
de
Japón,
que
traen
consigo
normas
laborales,
valores
y
expectativas
diferentes
que
pueden
no
ser
compatibles
con
el
perfil
tradicional.
El
cambio
tecnológico
también
se
está
acelerando.
En
la
típica
empresa
japonesa,
los
recién
licenciados
entran
en
la
organización
desde
abajo,
y
son
formados
y
van
ascendiendo.
Pero
el
cambio
tecnológico
avanza
deprisa
y
las
empresas
deben
contratar
personal
externo
para
seguir
siendo
competitivas.
Relaciones
jerárquicas
Aunque
las
generaciones
anteriores
están
acostumbradas
a
hacer
horas
extra
y
trabajar
hasta
altas
horas
de
la
noche
por
el
bien
de
su
empresa
y
lo
ven
como
algo
obvio,
la
generación
más
joven
valora
más
su
tiempo
privado.
Incluso
se
puede
ver
en
medios
locales
cómo
dicen
de
la
juventud
que
tienen
la «piel
fina».
La
Cámara
de
Comercio
e
Industria
de
Tokio
realizó
una
encuesta
en
marzo
y
una
de
las
conclusiones
es
que
el
37,5%
de
los
formadores
de
recursos
humanos
de
las
empresas
encuestadas
afirmó
que
los
trabajadores
jóvenes
«tienen
la
piel
fina»
y
afirman
no
entender
sus
valores
y
puntos
de
vista
sobre
el
trabajo.
Desde
la
Consultora
Japan
Intercultural
recuerdan
que
para
la
juventud,
el
trabajo
es
sólo
un
aspecto
de
la
«vida»
y
no
el
centro
de
la
vida,
como
lo
ha
sido
para
las
generaciones
anteriores
en
Japón. «La
Generación
Z
desea
mejorar
su
propia
felicidad
a
través
de
la
superación
personal,
las
aficiones
y
la
familia»
y
animan
a
las
empresas
a
adaptarse.
La
consultora
también
ha
descubierto
que,
como
pasa
en
todo
el
munodo,
la
juventud
de
Japón
valora «la
seguridad
psicológica»
y
lo
define
como
que
las
personas
puedan
expresarse
sin
preocuparse
por
las
reacciones
negativas
de
los
demás.
En
la
práctica, «las
normas
jerárquicas
japonesas
hacen
que
los
jóvenes
sientan
que
tienen
que
permanecer
callados
si
los
mayores
están
presentes».
Las
empresas
no
se
adaptan
A
pesar
de
estos
cambios,
dice
Hiroshi
Ono
que
algunas
empresas
siguen
aferrándose
al
modelo
del
trabajador
ideal
y
es
que «las
normas
sociales
no
cambian
de
la
noche
a
la
mañana.
Las
empresas
japonesas
y
la
cultura
japonesa
en
general
no
son
conocidas
por
su
flexibilidad».
Y
lo
que
ve
es
que
las
empresas
están
esperando
a
que
la
gente
se
conforme
en
vez
de
abrazar
las
diferencias.
«En
lugar
de
que
los
empresarios
se
adapten
a
una
mano
de
obra
cada
vez
más
diversificada,
muchos
siguen
esperando
que
los
trabajadores
se
adapten
a
ellos».
El
experto
considera
que
las
empresas
que
sigan
esperando
al
trabajador
ideal
no
serán
competitivas.
A
medida
que
la
mano
de
obra
japonesa
se
globaliza
y
diversifica,
perpetuar
normas
anticuadas
no
aumenta
el
atractivo
del
país
para
el
resto
del
mundo.
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