El
cine
es
un
arte
y,
también,
muy
poderoso.
A
finales
del
siglo
pasado
se
estrenaron
dos
películas
protagonizadas
por
gigantes
marinos
que
fueron
muy
potentes
de
cara
a
tener
ideas
preconcebidas
sobre
estos.
Por
un
lado, ‘Tiburón‘
nos
mostró
el
lado
más
feroz
de
los
escualos.
Por
otro, ‘Liberad
a
Willy‘
nos
enseñó
la
faceta
más
adorable
de
las
orcas.
Pero
las
orcas
se
conocen
en
español
con
el
sobrenombre
de ‘ballenas
asesinas’
(adaptado
más
tarde
y
de
forma
más
exacta
a ‘orcas
asesinas’)
por
un
motivo.
Pese
a
lo
adorable
que
es
Willy
en
su
película,
las
orcas
son
uno
de
los
depredadores
más
temibles
de
los
océanos.
No
sólo
se
dedican
a
cazar
ballenas
(de
ahí
su
erróneo
sobrenombre)
y
a
divertirse
atacando
barcos
en
las
costas
españolas,
sino
que
llevan
unos
años
atacando
a
los
tiburones
de
una
forma
tan
violenta
que
están
logrando
cambiar
las
rutinas
de
estos
grandes
depredadores
marinos.
Las
espantatiburones.
Las
orcas
son
cetáceos
y
se
ha
observado
su
presencia
en
prácticamente
todos
los
océanos
y
mares
del
mundo.
No
tienen
un
depredador
claro,
pero
ellas
se
alimentan
de
una
gran
variedad
de
animales
tanto
de
sangre
caliente
como
frías.
Cazan
en
manada
y
su
velocidad,
potencia
y
poderosa
mandíbula
la
convierte
en
un
cazador
letal.
Esa
voracidad
está
provocando
que
los
tiburones
se
estén
moviendo
a
otras
áreas
de
los
océanos
con
un
simple
objetivo:
sobrevivir.
En
un
reciente
estudio
publicado
en
Frontiers,
los
investigadores
han
detallado
que,
entre
2022
y
2023
han
registrado
tres
casos
de
orcas
cazando
tiburones
en
el
Parque
Nacional
Cabo
Pulmo,
en
el
Golfo
de
California
en
aguas
mexicanas.
Habían
registrado
algunos
ataques
anteriormente,
pero
nunca
dentro
de
los
límites
del
parque.
Los
están
cazando.
Los
tres
ataques
tuvieron
resultados
dispares.
En
el
primero,
los
investigadores
aseguran
que,
en
cuanto
el
escualo
se
dio
cuenta
de
la
presencia
de
las
orcas,
nadó
a
aguas
profundas
y
se
libró
del
ataque.
En
el
segundo,
tres
orcas
realizaron
un
ataque
coordinado
contra
un
tiburón
toro
con
una
técnica
llamada «golpe
de
cola».
Básicamente,
consiste
en
dar
fuertes
golpes
con
la
cola
para
desestabilizar
a
la
presa
y
poder
clavar
la
mandíbula.
En
el
tercer
caso,
un
dron
grabó
a
cuatro
orcas
comiéndose
a
unos
cuantos
tiburones
toro.
En
el
estudio
afirman
que
están
observando
una «clara
ausencia
de
tiburones
que
coincide
con
la
presencia
de
orcas
en
el
parque».
De
hecho,
se
han
observado
grupos
de
una
centena
de
tiburones
en
la
zona
sur
del
parque,
cerca
de
un
arrecife.
Se
trata
de
una
zona
inaccesible
para
las
orcas,
lo
que
indica
que
están
buscando
refugio.
Nada
nuevo.
En
el
estudio
comentan
que
sus
resultados «sugieren
que
las
orcas
podrían
estar
en
proceso
de
crear
un ‘paisaje
ecológico
del
miedo’
para
los
tiburones».
El
caso
es
que
no
es
algo
nuevo
ni
exclusivo
de
estas
costas
mexicanas.
Hace
un
año
ya
contamos
que,
a
miles
de
kilómetros
del
Golfo
de
California,
los
avistamientos
de
grandes
tiburones
blancos
habían
caído
de
forma
brusca.
Hubo
quien
achacó
esto
a
la
sobrepesca
que
acababa
con
la
vida
del
alimento
del
tiburón
o,
directamente,
a
un
repentino
interés
por
la
carne
del
mismo.
Se
elaboraron
varias
teorías,
siendo
una
de
ellas
que,
efectivamente,
se
cumplió
el
dicho
de «siempre
hay
un
pez
más
grande».
O,
al
menos,
más
voraz.
Los
investigadores
consideraron
que
la
desaparición
de
los
tiburones
estaba
relacionada
con
la
reciente
aparición
de
una
pareja
de
orcas
que,
según
sus
sospechas,
habrían
acabado
con
media
decena
de
tiburones,
haciendo
que
los
demás
huyeran.
Exactamente
igual
que
lo
ocurrido
en
México.
Más
avistamientos.
Los
científicos
ya
señalaron
que
las
orcas
estaban
atemorizando
a
los
tiburones
y
que
no
fueron
su
primera
opción
debido
a
que
no
se
suele
pensar
en
los
tiburones
blancos
como
presas,
pero,
al
menos
para
las
orcas,
lo
son.
Además,
volviendo
al
Golfo
de
California,
en
el
nuevo
estudio
se
afirma
que
se
han
documentado
casos
de
orcas
alimentándose
de
elasmobranquios
durante
los
últimos
50
años,
pero
habría
aumentado
esa
voracidad.
Lo
que
tiene
claro
es
que
ahora
es
más
fácil
estudiar
este
tipo
de
casos
gracias
a
la
accesibilidad
de
los
drones
y
a
los «científicos
ciudadanos».
Es
algo
similar
a
lo
que
ocurre
con
los
programas
de
la
NASA
que
busca
que
personas
sin
preparación,
gracias
a
herramientas
a
su
alcance,
contribuyan
a
la
ciencia.
En
este
caso,
nadadores
y
turistas
gracias
a
sus
cámaras
y
teléfonos
móviles
tienen
fácil
grabar
este
tipo
de
comportamientos
y
compartirlo
para
que
los
investigadores
saquen
sus
conclusiones.
Negativo
para
el
parque.
De
hecho,
dos
de
los
tres
casos
del
Golfo
de
México
fueron
grabaros
por
asistentes
al
Parque
Nacional
Cabo
Pulmo.
El
problema
es
que,
precisamente,
los
tiburones
eran
uno
de
los
atractivos
del
parque.
En
1995
se
prohibieron
las
actividades
pesqueras,
lo
que
provocó
un
repunte
en
la
biodiversidad
marina,
con
grandes
poblaciones
de
peces
y
tiburones
acudieron
a
la
región.
Los
tiburones
toro
son
uno
de
los
atractivos
del
parque
y
se
pueden
observar
en
varios
puntos
de
buceo,
pero
si
se
van,
puede
que
los
turistas
pierdan
el
interés
por
la
zona.
En
el
estudio
se
afirma
que
los
efectos
derivados
del
desplazamiento
de
los
tiburones
serían
dramáticos,
ya
que
los
visitantes
suelen
estar
una
media
de
cuatro
días
en
el
parque
con
un
gasto
medio
de
694
dólares
por
persona.
La
intención
de
los
investigadores
es
realizar
una
monitorización
aérea
continua
con
drones
y
más
colaboraciones
con
el
público
local
para
determinar
los
efectos
a
largo
plazo
de
la
presencia
de
orcas
en
la
región.
Y,
también,
qué
consecuencia
puede
tener
en
la
cadena
trófica
si
los
tiburones
desaparecen
de
la
zona.
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