Los trabajadores por cuenta propia asumen una serie de desventajas porque todo lo que hacen va en su propio beneficio. Pero una de las cosas que peor llevan es en estos momentos del año no poder tomarse unos días de vacaciones. Y a esto se suma que constantemente en los medios no paran de salir noticias sobre operaciones salidas, gente en playas, etc. lo que además provoca una mayor angustia a este colectivo.
No en todos los sectores el verano supone un frenazo de actividad importante o al menos no tanto como para que a muchos no les pese el hecho de que si no facturan no cobran. Tener que tirar de ahorros para irse de vacaciones es algo que muchos simplemente no pueden permitirse.
En otras ocasiones aunque si se ha producido ese ahorro, lo que nos impide irnos de vacaciones son los clientes. O al menos el miedo a perderlos porque nos llamen por una urgencia y no podamos atenderla porque no estamos en la ciudad. En el mejor de los casos se van unos días, pero su teléfono sigue estando encendido y recibiendo llamadas, lo que en muchos casos les impide desconectar.
También tenemos el caso de aquellos que teletrabajan, que más que vacaciones muchas veces lo que hacen es un cambio de aires. Y de horarios, trabajando a primera hora de la mañana o a última, mientras los demás miembros de la familia descansan. La otra opción es buscar una oficina cerca donde podamos trabajar. De esta forma consiguen pasar más tiempo de ocio con el resto, pero también sin desconectar. Las «trabacaciones» son un autoengaño.
Esto afecta sobre todo a aquellos que no les da para tener empleados que les puedan sustituir o en los que delegar. Sobre todo para los que caen en el autoempleo, que son una parte muy importante de los autónomos de nuestro país. Y esto año tras año acaba por ser una carga realmente pesada, motivo por el que muchos cuando ven la oportunidad vuelven a ser empleados por cuenta ajena.
Imagen | Luca Vanzella