Mañana 15 de febrero se celebra el Día Internacional del cáncer infantil. Para concienciar sobre esta realidad, la Fundación Juegaterapia ha lanzado “La alegría también cura”, un mensaje de energía y cariño a todos los niños que sufren cáncer y a sus familias. Cantar, saltar, reir, soñar, disfrutar… ¡jugar! son sus mejores armas.
Por eso este año, la fundación ha hecho una versión rapera del Himno de la alegría que recuerda lo importante que es el estado de ánimo durante ese largo camino que tienen que recorrer estos pequeños, que es el de su curación.
Se enfrentan al cáncer cantando a la vida
Ruth, José Luis, Ana y Mario son los niños protagonistas de este spot. Ellos, en pleno tratamiento de quimioterapia, han querido mostrar al mundo toda la vitalidad que tienen y cómo, cantándole a la vida y divirtiéndose, se enfrentan al cáncer.
Desde una habitación llena de magia ellos viajan con una imaginación poderosa e infalible y se ven atravesando selvas y océanos, desiertos y ciudades misteriosas, proyectados en los Baby Pelones, “los muñecos más bonitos del mundo”.
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Estos son una creación de Juegaterapia y no tienen pelo como los pequeños que sufren la enfermedad. Se han convertido en un símbolo de la lucha contra el cáncer, porque cuando los tratamientos de quimioterapia no les dejan salir de sus habitaciones, esta fundación les lleva allí el juego. Transforma habitaciones de aislamiento en Estaciones Lunares que cambian los sentimientos de angustia y aburrimiento por juego y diversión.
Junto a los protagonistas también han participado de manera altruista un equipo de más de sesenta personas: como el director, Julián Zuazo o la productora Sal Gorda. La fotografía es obra de Ángel Álvarez.
Los expertos apuestan por dar al niño un entorno más amable
Mario Alonso Puig, médico, conferenciante y Patrono de Honor de Juegaterapia afirma:
“Hoy en día, desde el punto de vista médico, se sabe que los procesos mentales afectan a los procesos fisiológicos y que los procesos fisiológicos, a su vez, también afectan a los procesos mentales. Mente y cuerpo son dos realidades que se pueden distinguir, pero no se pueden separar”.
Cuando un niño está en tratamiento con quimioterapia, es normal que experimente tensión, dolor y miedo. No sólo se encuentra en un hospital con todo lo que ello supone, sino que además es consciente de que está enfermo y de que el tratamiento que necesita para su curación es todo menos agradable.
Así habla este doctor, que señala cómo un niño sometido a estrés crónico reduce su capacidad de hacer frente a los tumores, ya que el estrés crónico debilita en gran medida el funcionamiento del sistema inmune. Además, el estrés crónico afecta negativamente a distintos órganos y sistemas como pueden ser el aparato cardiovascular y el aparato digestivo.
Cuando en medio de tan difícil prueba como es el tratamiento de una patología maligna, el niño recupera su sonrisa y su alegría porque se encuentra en un entorno más amable como es un jardín en su hospital o, se distrae jugando, se incrementa el sistema nervioso parasimpático, lo que se ha asociado a mejoras muy importantes en el funcionamiento del corazón y del organismo en general.
“Todo lo que contribuya a que un niño enfermo recupere, aunque sea parcialmente, su sonrisa y su alegría, va a tener un impacto indiscutible no sólo en cómo el niño lleva su enfermedad, sino también en la capacidad de su organismo para hacerle frente con éxito”.
El doctor Luis Madero, hemato-oncólogo infantil, destaca “la relación directa entre las emociones, y cómo estas nos hacen afrontar un tratamiento que genera angustia, como el oncológico”. Añade:
“Las emociones asociadas al malestar hacen que la persona reduzca su sensación de control, lo que influye en una inactividad hacia su tratamiento, y resulta recuperaciones menos favorables».
«En cambio, las emociones asociadas al bienestar como la alegría tienen un impacto en el optimismo y confianza tanto en el tratamiento, como en el equipo sanitario».
«Esto último se traduce en una actitud activa de la persona frente a su tratamiento, por lo que pedirá información, la dará de modo sincero, y se esforzará por cumplir las pautas de los especialistas”.
Añade que “está demostrado que las personas que afrontan situaciones complicadas como el estrés de la enfermedad desde una actitud positiva sufren menos síntomas depresivos y de ansiedad, lo que conlleva una mayor recepción al tratamiento”.
Foto | Captura pantalla «La alegría también cura»
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