La fusión entre las mentes de Carlos Vermut (guión) y Paco Plaza (dirección) ha sido un éxito. ‘La abuela‘ es una perfecta cohesión entre dos formas de ver el cine y el género que ofrece un satisfactorio resultado en forma de largometraje 100% personal en ambos casos.
Esta abuela es un peligro
Y es que el resultado final responde claramente a las fantasías de su guionista mientras ratifica a Plaza como actual maestro del género. Su cámara baila entre cuatro paredes de manera más orgánica que nunca alrededor de dos actrices principales quitan el hipo en una necesaria y desasosegante historia sobre la importancia de una eutanasia a tiempo.
Pero no solo el talento se fusiona aquí. Todos los miedos se concentran en ese pisazo madrileño. El miedo al dolor, a la pérdida, a las ilusiones rotas y a la muerte. Al reflejo en el espejo. A la dependencia. En cuestión de minutos. La llamada que nunca queremos recibir en el momento en que jamás habríamos pensado. Cuando llega el momento, no estamos para hostias y eso lo saben unos responsables que no aportan ni un solo alivio cómico a lo largo de sus 100 minutos.
La historia de la joven soñadora de brillante porvenir que renuncia a todo para cuidar de su abuela juega una baza muy arriesgada. Durante la primera secuencia de la película, ‘La abuela’ muestra todas las cartas, te mira directamente a los ojos y, entre zarandeos, te advierte que aquí no habrá sorpresas. «Esto es lo que hay». Acostumbrados como estamos a grandes revelaciones finales que volteen las suposiciones del espectador, es casi un milagro.
Hablando de milagros, la aproximación al tema central que propone Vermut desde las letras es condenadamente brillante. Plaza sabe cómo narrar el pasado de manera fugaz, mostrando lo justo. Y eso lo hace aún más aterrador. Subraya el miedo en sus momentos más terroríficos casi de manera disimulada, como si la propia película tuviera miedo de sí misma.
Llama la atención que para cerrar la trama haya que recurrir a un clímax que traiciona un poco el espíritu elegante, sobrio y absolutamente escalofriante de la propuesta. Porque ‘La abuela’ da miedo. Sin necesidad de subir el volumen o asustar de manera gratuita. Esto no es una película de sustos: es una película de miedo.
Almudena Amor y Vera Valdez consiguen de sobra que no necesitemos más personajes. Ellas dos cargan con el peso dramático encerradas dentro de una casa llena de secretos a través de una historia sobre el reflejo del espejo como el abismo que te devuelve la mirada y, si te despistas, te roba la vida. En un año donde tampoco es que hayamos visto un cine de género espectacular y donde las secuelas de una pandemia sin fin aún escuecen, haciendo que las películas no parezcan películas, ‘La abuela’ es un maldito milagro.