‘Ju-On’ (2000) fue una de las películas más aterradoras de la primera ola del nuevo horror japonés, que más tarde se vendría a catalogar como J-horror. Esta pequeña película para televisión creada por Takashi Shimizu se convirtió en una larga franquicia, entre las que destacó ‘La maldición’ (Ju-on: TheGrudge, 2002) una especie de autoremake más estilizado y preparado para el cine. Ahora, veinte años después, Netflix estrena ‘Ju-On: orígenes’ (Ju-on: orgins, 2020).
Con múltiples adaptaciones estadounidenses a sus espaldas, e incluso un crossover con otra sensación internacional de J-horror, ‘The Ring’ (Ringu, 1998) en ‘Sadako VS Kayako’ (2016) y un reciente reboot de Nicolas Pesce, Netflix Japón ha lanzado su primera serie de terror original que trata de abordar los «verdaderos eventos» en los que supuestamente se basa la franquicia de 13 películas. Ha sido dirigida en su totalidad por Sho Miyake y escrita por Hiroshi Takahashi y Takashige Ichise, lo que le da una consistencia más sólida a los 6 capítulos que la componen.
La página de sucesos
‘Ju-On: Origins’ se diferencia de otras entregas porque al centrarse en hechos reales tiene más que ver con una crónica de sucesos y asesinatos alrededor de la casa maldita sobre la que da vueltas la saga que con un relato de fantasmas. Sí, hay elementos sobrenaturales, pero la temporada funciona como un recopilatorio de ‘La huella del crimen’ con algún fantasma. El objetivo es la exploración del comienzo de la maldición y, para ello, hay una mirada cruda a las consecuencias del contacto con la infame casa.
Cada episodio teje historias interconectadas a lo largo de varios años que empiezan con Haruka, quien después de escuchar sonidos extraños en su casa, llama a un investigador psíquico para investigar el problema. A través de saltos de tiempo y cambio de mirada a diferentes personajes se va completando un cuadro completo que profundiza en el dolor de las historias de fantasmas del kaidan y añade capas de cochambre y maldad a la visión humana de los crímenes. Cada historia va siendo más oscura y sombría que la anterior.
Con una fotografía similar a la de las primeras películas de terror japonés de los 90 y los 2000, hay un aura de atemporalidad en el desarrollo que la diferencia a muchas entregas actuales del subgénero, que tiende a abaratarse y a suplir el bajo presupuesto con nuevas texturas digitales y malos efectos de CGI. Además, hay una narración sólida y sin estridencias que, eso sí, acaba resultando demasiado plana por una constante falta de intensidad.
Maldad pura
Las historias de fantasmas japoneses tienen, a menudo una raíz en el trauma físico de una mujer, desde asesinato, suicidio a violación y ‘Ju-on: Orígenes’ explora ese daños de forma descarnada, con una frialdad que la aleja de la mera explotación, pero una obsesión constante que dificulta su visionado en alguna ocasión. Busca dar una explicación a la violencia que rodea la casa y tenemos una violación impactante, una niña presumiblemente golpeada hasta la muerte y un crimen salvaje sobre una embarazada. Sin embargo, hay una distancia extraña.
Se nos muestran de una forma casi cotidiana, como si fueran en realidad eventos que presenciamos de pasada, no es gratuito, pero llevan a la serie a una espiral de oscuridad que, efectivamente crea el caldo de cultivo para que esa casa genere un ciclo de ira y maldad sin fin. Un punto de partida conceptual muy interesante que, sin embargo, queda un poco disipado por la dispersión narrativa y la falta de ímpetu en la consecución de causa y efecto.
En la nota positiva, hay un buen uso de los efectos prácticos, bastante gore y una creación alucinante de Screaming Mad George, un mito de los efectos especiales. El último episodio parece un capítulo de otra serie, pero resulta el más interesante. La fantasma oscura es tan sencilla como potente visualmente y el entramado temporal ayuda a conectar algunos puntos que permanecían en diferentes islas demasiado aisladas. Sin embargo, es demasiado tarde para solucionar un relato oscuro y correcto, pero que sabe a oportunidad perdida.