«Jo**r», «mierd*»: el curioso efecto de las palabrotas en el gimnasio para ganar masa muscular y fuerza

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«Niño,
no
digas
palabrotas».
Todos
hemos
utilizado
en
momentos
de
nuestra
vida
esas
palabras
que
venían
acompañadas
de
un «te
voy
a
lavar
la
boca
con
lejía».
El
lenguaje
español
es
muy
amplio
y
no
necesita
de
esas
palabras
tabú
con
potencial
ofensivo,
pero
una

mini-revisión
publicada
recientemente
nos
invita
a
decir
esas
malas
palabras
cuando
entrenamos
para
mejorar
el
rendimiento
en
fuerza
y
potencia
.
¿A
quién
no
se
le
ha
escapado
un «mierda»
cuando
se
ha
dado
con
el
dedo
gordo
en
la
esquina
de
la
cama
y
parecía
que
esa
palabra
servía
para
que
doliese
menos?

Palabrotas
y
rendimiento
en
fuerza:
¿puede
una
palabra
tabú
hacernos
más
fuertes?

entrenando

entrenando

Las
malas
palabras,
o
el
uso
de
palabras
tabú
potencialmente
ofensivas,
representan
un

fenómeno
social
y
lingüístico
complejo
que
ha
existido
durante
siglos.

Debido
a
la
presión
para
ajustarse
a
las
normas
sociales,
la
mayoría
de
las
personas
inhiben
el
uso
de
malas
palabras.

Lo
curioso
es
que
esas
palabrotas
provocan

efectos
fisiológicos,
psicológicos
y
sociales
positivos
que
no
se
pueden
lograr
a
través
del
lenguaje
convencional
.
Muchas
veces
las
decimos
sin
querer
porque
es
algo
innato
que
parece
que
cura
el
dolor
cuando
nos
damos
un
golpe,
aumenta
el
placer
en
el
acto
sexual
o
modifica
totalmente
nuestro
humor.

El
uso
de
palabrotas
supone
incluso
el
fortalecimiento
de
vínculos
sociales,
estando
muy
presente
en
muchos
contextos
que
van
más
allá
del
desprestigio
a
otra
persona.
Una

mini-revisión
publicada
en
la
revista

Frontiers

a
indagado
en
la
literatura
científica
para
descubrir
el

efecto
de
las
malas
palabras
en
el
rendimiento
físico
,
una
auténtica
maravilla.

Carga
la
barra,
respira
e
insulta

En
2018,

Stepens
y
colaboradores

llevaron
a
cabo
experimentos
para
examinar
cómo
las
malas
palabras
afectan
el
rendimiento
de
fuerza
y
​​potencia.
Los
participantes
en
estos
estudios
eligieron
su
mala
palabra
al
pedirles
una
mala
palabra
que
podrían
usar
en
respuesta
a
golpearse
la
cabeza
accidentalmente,
luego

repitieron
su
palabrota
cada
tres
segundos
durante
una
prueba
de
potencia
anaeróbica
de
Wingate
de
30
s
.

Los
participantes
también
repitieron
su
mala
palabra
durante
10
segundos
antes
de
probar
su
fuerza
de
agarre
y
luego
continuaron
repitiendo
su
mala
palabra
durante
la
prueba
de
fuerza
de
agarre.
Estos
experimentos
encontraron
que
decir
palabrotas

aumentó
la
potencia
máxima
y
promedio
en
la
prueba
de
potencia
anaeróbica
de
Wingate
en
un
promedio
de
4.5%
y
mejoró
la
fuerza
de
agarre
en
un
promedio
de
8%

en
comparación
con
repetir
una
palabra
que
no
tenía
nada
que
ver
con
esa
palabrota.

De
la
misma
forma,
muchos
otros
estudios
recogidos
en
la
mini-revisión
obtuvieron
mejoras
en
el
rendimiento
deportivo
y
otros
factores
como
el
dolor.
En
la
imagen
siguiente
se

resumen
los
beneficios
del
uso
de
palabrotas

mientras
estamos
levantando
cargas.

El
uso
de
palabrotas
tiene
un
efecto
fisiológico
modificando
factores
como
la
frecuencia
cardiaca
o
la
actividad
eléctrica,

también
afecta
al
estado
psicológico
aumentando
la
confianza

y
la
concentración
y
tiene
también
efectos
en
la
tolerancia,
umbral
y
percepción
del
dolor.

Aplicación
práctica

Se
ha
demostrado
que
decir
palabrotas

mejora
el
rendimiento
físico
en
tareas
relativamente
breves
e
intensas
,
y
este
efecto
se
ha
repetido
en
distintos
experimentos,
lo
que
sugiere
que
puede
ser
un
efecto
fiable.
No
se
conoce
exactamente
qué
tipo
de
palabras
(«joder»
frente
a «mierda»)
o
en
qué
frecuencia
(cada
pocos
segundos
o
cada
más
tiempo)
genera
los
mayores
beneficios.

Tampoco
se
sabe
si
el
uso
continuado
puede
generar
adaptaciones,
como
cuando
estamos
adaptados
al
café.
En
cualquier
caso,

la
literatura
científica
apoya
el
uso
de
palabrotas
en
tareas
cortas
e
intensas
,
como
es
el
entrenamiento
de
fuerza
en
el
gimnasio.

Decir

palabrotas
se
puede
utilizar
fácilmente,
es
rentable
y
parece
ser
una
potente
intervención
ergogénica
.
Sin
embargo,
un
gimnasio
lleno
de
personas
gritando «joder»,
puede
ser
algo
extraño,
pero
¿y
si
nos
da
una
repetición
extra?

En
cualquier
caso,
esta
mini-revisión
de
la
literatura
demuestra
que
el

ser
humano
es
extraordinario

y
que
si
en
esa
serie
en
la
que
estamos
peleando
hasta
la
fatiga
nos
sale
instintivamente
una
palabrota,
la
que
sea,
puede
que
debamos
escucharlo
y
soltarla.

Referencias

Stapleton,
S.,
Fagersten,
K.
B,
Stephens,
R.,
and
Loveday,
C.
(2022).
The
power
of
swearing:
what
we
know
and
what
we
don’t.

Lingua

277:103406.
doi:

10.1016/j.lingua.2022.103406

Richard
Stephens,
David
K.
Spierer,
Emmanuel
Katehis,
Effect
of
swearing
on
strength
and
power
performance,
Psychology
of
Sport
and
Exercise,
Volume
35,
2018,
Pages
111-117,
ISSN
1469-0292,

https://doi.org/10.1016/j.psychsport.2017.11.014

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