Empezamos preparando el relleno y para ello calentamos lentamente la leche, reservando un poco, con el azúcar, y las semillas de vainilla. En un recipiente aparte, mezclamos la leche reservada con la Maizena, cuidando que no queden grumos. Batimos un poco las yemas y las agregamos.
Cuando la leche del cazo comience a hervir, retiramos unos segundos para echar la mezcla anterior. Llevamos de nuevo a ebullición, removiendo continuamente hasta que espese. Echamos la almendra en polvo, mezclamos, tapamos con film transparente y dejamos que enfríe mientras preparamos la masa.
Estiramos una lámina de hojaldre sobre la bandeja del horno forrada de papel sulfurizado. Cortamos la masa formando una circunferencia de unos 20 cm aproximadamente y pintamos el borde con huevo batido, más o menos de unos dos centímetros de grosor, no más para evitar que el hojaldre no suba durante el horneado.
Repartimos la crema atemperada por toda la masa, sin tocar la parte que está pintada con huevo, cubrimos con la otra lámina de hojaldre que habremos cortado también al mismo tamaño y presionamos todo el borde, justo por donde hemos pintado para sellar ambas partes. Con un tenedor cerramos toda la circunferencia de la galette.
Hacemos un agujerito en el centro de la tapa, al igual que en las empanadas para que la masa saque el vapor, pincelamos con huevo y refrigeramos durante unos 30 minutos. Precalentamos el horno a 200º con calor arriba abajo. Sacamos la galette de la nevera y dibujamos sobre la masa, con ayuda de un cuchillo, la figura que nos guste. Pintamos con huevo de nuevo si fuese necesario.
Horneamos 10 minutos a 200º, bajamos la temperatura a 170º y seguimos cociendo hasta que la masa esté dorada y haya subido. Sacamos del horno la galette, subimos de nuevo a 200º el horno, espolvoreamos con azúcar y horneamos un par de minutos más. Sacamos del horno y colocamos sobre una rejilla hasta el momento de servir.
