Esta
semana
ha
fallecido,
a
los
61
años,
Steve
Albini.
Aunque
el
estadounidense
es
conocido
por
sus
seminales
bandas
Big
Black
y
Shellac
y,
sobre
todo,
por
haber
producido
alguno
de
los
mejores
discos
del
rock
alternativo
de
los
90,
tenía
múltiples
facetas.
Además
de
trabajar
como
ingeniero
de
sonido
en
su
mítico
estudio
de
Chicago,
Electrical
Audio,
salía
todos
los
años
de
gira
con
su
banda,
participaba
en
el
circuito
de
póquer
profesional,
impartía
clases
en
la
universidad
y,
aún
con
esto,
le
quedaba
tiempo
para
ser
un
reconocido
cocinillas.
Albini
mantuvo
durante
mucho
tiempo
un
blog
de
recetas,
What
I
Made
Heather
For
Dinner,
en
el
que
compartía
las
cenas
que
preparaba
para
su
mujer,
Heather
Whinna.
Su
pasión
por
la
comida
era
conocida
e,
incluso,
hizo
de
anfitrión
en
el
show
de
Anthony
Bourdain
cuando
visitó
Chicago.
“Dejé
mi
hogar
en
1980
y
comencé
a
vivir
solo”,
explicó
Albini
en
Grub
Street.
“Rápidamente
me
di
cuenta
de
que
tendría
que
aprender
a
cocinar
o
comer
una
comida
horrible,
así
que
aprendí
a
cocinar.
Creo
que
empezar
poco
a
poco
por
necesidad
es
genial;
aprendes
a
hacer
bien
una
cosa,
luego
aprendes
otra,
y
así
sucesivamente.
Con
el
tiempo,
eventualmente
aprenderás
técnicas
para
lidiar
con
casi
cualquier
cosa”.
Al
guitarrista
le
encantaba
comer,
aunque,
como
confesó
al
periodista
Chris
Crowley
en
la
misma
entrevista,
lo
hacía
solo
una
vez
al
día:
“Normalmente,
no
como
durante
el
día
mientras
trabajo.
Me
vuelve
lento
y
perezoso,
así
que
espero
hasta
terminar,
a
veces
tarde
en
la
noche,
y
preparo
una
comida
abundante,
y
eso
es
lo
que
como
durante
el
día.
Este
hábito
se
ha
vuelto
tan
rutinario
que
ahora
sólo
hago
una
comida
al
día,
por
la
noche,
y
luego
me
acuesto.
Estoy
seguro
de
que
es
malo
para
mí
desde
el
punto
de
vista
de
la
salud,
pero
ahora
estoy
tan
acostumbrado
que
no
creo
que
pueda
cambiar
si
quisiera”.
Tras
grabar
al
grupo
de
turno
en
el
estudio,
Albini
llegaba
a
casa
y
se
ponía
a
cocinar.
Su
blog
dejó
de
actualizarse
en
2013
y,
en
algún
momento,
desapareció,
pero
aún
se
puede
rastrear
algunas
de
sus
más
insignes
recetas.
Es
el
caso
de
estos
ñoquis
que,
asegura,
cocinaba
un
par
de
veces
por
semana.

Songs
about
ñoquing
“Los
ñoquis
son
una
pasta
poco
apreciada,
probablemente
porque
cuando
están
mal
hechos
quedan
pesados
y
duros”,
explicaba
Albini.
Para
aligerarlos,
se
le
ocurrió
mezclar
la
patata,
con
la
que
se
hacen
siempre
los
ñoquis,
con
un
poco
de
manzana:
“He
estado
echando
manzanas
a
las
cosas
recientemente,
principalmente
porque
veo
una
manzana
mientras
hago
algo,
lo
que
sea,
y
pienso:
quizás
esto
estaría
bueno
con
manzana.
Cuando
decidí
hacer
ñoquis,
vi
una
manzana
allí
y
la
naturaleza
siguió
su
curso”.
Normalmente,
explicaba
el
músico,
los
ñoquis
requieren
haber
cocido
patatas
antes
de
ponerse
manos
a
la
obra,
porque
tienen
que
enfriarse.
Pero
él
nunca
lograba
planificarse
y
hacía
todo
de
cero.
“Normalmente
pelo
y
corto
las
patatas,
las
hiervo
y
las
sacudo
en
agua
fría
para
que
la
temperatura
sea
manejable,
explicaba
Albini.
“Si
la
patata
se
mezcla
con
la
harina
y
el
huevo
mientras
el
almidón
aún
está
caliente,
toda
la
masa
se
vuelve
elástica
y
pegajosa
y
no
es
divertido
trabajar
con
ella
ni
comerla.
Para
esta
tanda,
corté
la
manzana
en
cubitos
y
la
agregué
a
la
patata
antes
de
hervirla.
Por
capricho,
en
lugar
de
agua
decidí
hervir
la
patata
y
la
manzana
en
caldo
de
verduras
con
una
pizca
de
azafrán.
Me
encanta
la
forma
en
que
el
azafrán
ilumina
los
alimentos
ricos
en
almidón
y
pensé
que
podría
hacer
que
los
ñoquis
sean
un
poco
más
interesantes
por
sí
solos”.
Cuando
la
patata
y
la
manzana
estabann
listas,
Albini
las
trituraba
con
unas
varillas
y
añadía
el
huevo
y
la
harina.
“No
utilizo
el
batidor
de
varillas
en
movimiento
de
batido,
sino
como
un
pasapurés
más
convencional,
de
arriba
abajo”,
apuntaba.
“Es
importante
no
manipular
demasiado
la
masa
o
el
gluten
de
la
harina
se
unirá
al
almidón
de
la
patata
y
la
pasta
quedará
dura
y
pegajosa”.
Una
vez
elaborada
la
pasta,
Albini
cortaba
los
ñoquis
e,
inmediatamente,
los
ponía
a
hervir,
“para
que
el
gluten
de
la
harina
no
tenga
tiempo
de
volverse
gomoso”.
“Enrollo
la
pasta
de
ñoquis
en
pequeños
troncos
y
los
cortos
en
rectángulos,
antes
de
estriarlos
con
un
tenedor
y
echarlos
al
agua”,
apuntaba.
“Se
cuecen
bastante
rápido,
pero
no
tanto
como
la
pasta
cortada.
Una
vez
que
flotan,
necesitan
un
minuto
más
de
hervor
y
ya
están
listos.
Normalmente
echo
la
pasta
cocida
en
un
colador,
pero
los
ñoquis
son
tan
frágiles
(cuando
están
bien
hechos)
que
suelo
sacarlos
con
una
espumadera”.
“Después
de
hervirlos,
me
gusta
tostarlos
un
poco
en
aceite
de
oliva
o
mantequilla”,
concluía.
“Se
pueden
servir
así
con
algunas
hierbas,
parmesano,
pimienta
negra
y
sal,
o
aliñados
con
una
salsa”.
Sirva
esta
receta
como
homenaje
culinario
al
productor
de
tantos
discos
buenos
que
sería
imposible
nombrar.
D.E.P.
En
DAP
|
Ñoquis
a
la
sorrentina