Desde
el
exterior
parece
un
jet
ejecutivo
más.
Pero
lo
que
acaba
de
despegar
en
Francia
es
mucho
más
que
eso.
Es
el
primer
avión
del
programa
Archange,
una
plataforma
de
inteligencia
electrónica
capaz
de
interceptar
señales
críticas
en
pleno
vuelo.
Su
misión
no
es
llevar
ejecutivos,
sino
información
estratégica.
Y
es
una
pieza
clave
en
el
intento
de
Francia
por
reforzar
su
autonomía
militar
en
una
década
marcada
por
la
guerra
electrónica
y
la
vigilancia
global.
Un
programa
con
ambición.
Archange
no
es
un
nombre
elegido
al
azar.
El
programa
responde
a
una
ambición
concreta:
dotar
a
Francia
de
una
nueva
generación
de
aviones
capaces
de
realizar
inteligencia
de
señales
desde
el
aire,
con
tecnología
nacional
y
autonomía
operativa.
Impulsado
por
la
Dirección
General
del
Armamento
(DGA),
el
plan
contempla
la
entrega
de
tres
aeronaves
antes
de
que
finalice
el
periodo
cubierto
por
la
Ley
de
Programación
Militar
2024–2030.
Su
principal
misión
será
interceptar,
identificar
y
analizar
emisiones
electromagnéticas:
desde
comunicaciones
tácticas
hasta
radares
de
defensa
aérea.
Una
capacidad
que,
en
un
contexto
marcado
por
la
guerra
electrónica,
los
conflictos
híbridos
y
la
sobrecarga
informativa,
se
ha
convertido
en
un
recurso
estratégico
de
primer
orden.
Francia
no
solo
busca
modernizar
sus
medios
de
recolección
de
inteligencia:
quiere
garantizar
que
esa
información
crítica
no
dependa
de
terceros.
El
Falcon
8X,
transformado
en
plataforma
de
guerra
electrónica.
La
base
del
Archange
es
un
Dassault
Falcon
8X,
un
avión
ejecutivo
de
largo
alcance
conocido
por
su
fiabilidad,
autonomía
y
confort.
Pero
en
el
marco
de
este
programa,
el
lujo
cede
paso
a
la
inteligencia.
Dassault
Aviation
ha
modificado
profundamente
la
aeronave
para
convertirla
en
una
plataforma
SIGINT
avanzada,
adaptada
a
los
exigentes
requerimientos
operativos
del
Ejército
del
Aire
y
del
Espacio
francés.

El
Falcon
8X
es
una
plataforma
ideal:
llega
hasta
los
11.945
km
de
alcance
y
puede
permanecer
hasta
14
horas
en
el
aire.
Su
triple
motor
ofrece
redundancia
y
seguridad
en
vuelos
prolongados.
El
sistema
de
misión
lo
firma
Thales.
Transformar
un
jet
en
una
plataforma
de
guerra
electrónica
exige
mucho
más
que
rediseñar
el
fuselaje.
El
verdadero
salto
está
en
su
cerebro.
El
sistema
de
misión
del
Archange
ha
sido
desarrollado
por
Thales
DMS
y
Thales
SIX,
dos
divisiones
del
grupo
francés
especializadas
en
defensa
y
sistemas
embarcados.
La
aeronave
estará
equipada
con
tecnologías
capaces
de
interceptar
tanto
emisiones
radar
como
comunicaciones.
Esta
dualidad
—ELINT
y
COMINT—
permite
construir
una
imagen
detallada
del
entorno
táctico.
Además,
el
sistema
de
Thales
puede
cruzar
esa
información
con
otros
datos
y
operar
en
red
con
otras
plataformas
ISR.
Qué
es
la
inteligencia
de
señales
y
por
qué
es
tan
decisiva
hoy.
La
guerra
moderna
ya
no
se
libra
solo
con
blindados
y
cazas
de
combate.
Se
libra
también
en
el
espectro
electromagnético.
Y
ahí
es
donde
entra
la
inteligencia
de
señales,
conocida
como
SIGINT.
Este
tipo
de
inteligencia
se
basa
en
la
interceptación,
el
análisis
y
la
interpretación
de
emisiones
electrónicas.
Puede
tratarse
de
conversaciones
por
radio
entre
unidades,
señales
de
radar
de
defensa
aérea,
comunicaciones
tácticas
encriptadas
o
emisiones
de
sistemas
de
navegación
y
guiado.

Dentro
de
la
SIGINT
se
distinguen
dos
grandes
ramas:
COMINT,
que
se
enfoca
en
las
comunicaciones,
y
ELINT,
centrada
en
los
sistemas
electrónicos
no
verbales,
como
radares
o
detectores
de
proximidad.
La
combinación
de
ambas
permite
entender
cómo
se
mueven
y
comunican
las
fuerzas
adversarias,
anticipar
despliegues,
detectar
sistemas
activos
o
incluso
descubrir
patrones
que
revelan
la
intención
detrás
de
un
movimiento.
Tener
un
avión
capaz
de
operar
en
esta
dimensión
invisible
significa
adelantarse
al
enemigo.
Algo
así
como
poder
volar
al
margen
del
combate
directo
y,
aun
así,
alterar
el
equilibrio
del
campo
de
batalla
Qué
se
sabe
de
la
inversión.
Aunque
el
coste
exacto
del
programa
no
ha
sido
revelado,
se
sabe
que
incluye
el
desarrollo
tecnológico,
la
modificación
de
las
aeronaves,
la
formación
de
los
operadores
y
el
soporte
logístico
durante
su
vida
útil.
Dado
el
nivel
de
sofisticación
técnica
y
el
número
limitado
de
unidades,
estamos
ante
una
inversión
significativa.
El
objetivo
es
claro:
tener
en
el
aire,
en
menos
de
un
lustro,
una
capacidad
nacional
de
inteligencia
electrónica
que
complemente
a
los
satélites
y
drones,
pero
con
la
ventaja
de
poder
reaccionar,
reposicionarse
y
actuar
con
mayor
flexibilidad.
El
cielo
como
dominio
estratégico:
lo
que
viene
ahora.
A
partir
de
ahora
comienza
un
ciclo
intenso
de
pruebas
de
vuelo,
calibración
de
sistemas,
integración
de
sensores
y
validaciones
operativas.
Cada
componente,
desde
las
antenas
hasta
el
software
de
análisis
de
señales,
tendrá
que
demostrar
su
fiabilidad
en
condiciones
reales
antes
de
entrar
en
servicio
activo.
En
paralelo,
se
de
debería
poner
en
marcha
el
sistema
de
formación
para
las
tripulaciones
encargadas
de
operar
estas
plataformas,
así
como
el
dispositivo
logístico
y
técnico
necesario
para
asegurar
su
disponibilidad
en
misiones
reales.
Imágenes
|
Ministère
des
Armées
|
Dassault
Aviation
En
Xataka
|
Las
aerolíneas
tienen
un
problema:
el
avión
de
pasajeros
más
grande
del
mundo
no
para
de
averiarse