La primera temporada de ‘Falcon y el Soldado de Invierno’ ha llegado a su fin sin llegar en ningún momento a ser una gran serie. Tampoco estoy de acuerdo con aquellos que han celebrado su despedida porque así se la podían quitar de encima y empezar a contar los días hasta le llegada de ‘Loki’, porque con sus altibajos creo que ha justificado con creces su existencia.
Cuidado con los SPOILERS a partir de aquí
El arrollador final de temporada ha servido, entre otros temas, para cerrar la historia de cómo Sam Wilson deja atrás sus dudas sobre la necesidad de convertirse en el nuevo Capitán América. Una inquietud lógica por parte del personaje interpretado por Anthony Mackie, pero los problemas que ha generado ese impasse es lo que ha intentando reflejar la serie con mayor o menor fortuna.
Arrollando de entrada
El episodio ‘Un mundo, un pueblo’ está muy marcado por la intensidad con la que arranca. Es como si los responsables de la serie hubiesen asumido que había que dejar atrás las palabras y pasar de forma definitiva a la acción. Ha seguido quedando un poco en al aire cuál es la amenaza realmente concreta que representa ese grupo liderado por Karli, pero aquí lo importante era el inevitable enfrentamiento y ahí la serie ha sabido ir atando cabos a través de los diferentes frentes de batalla.
No voy a decir que las escenas de acción de este episodio hayan sido memorables -sigo echando en falta un mayor trabajo de coreografías en lugar de confiarlo todo en exceso al trabajo posterior de montaje-, pero sí que ha acertado durante gran parte del episodio centrándose en mostrar en lugar de contar, ya que ahí la serie en todo momento ha hecho gala de tener ideas muy interesantes pero plasmadas en palabras de forma bastante mejorable en la mayoría de los casos.
Aquí eso ha venido a suceder un poco cuando Sam, ya convertido en Capitán América, suelta ese discurso inspirador tras haber conseguido la victoria. De nuevo, a la serie se le han visto demasiado las costuras a la hora de concretar su mensaje, pero aquí al menos era la prolongación de una decisión sin marcha atrás y de un combate intenso que habilita hasta cierto punto unos diálogos a caballo entre lo visceral y lo evidente.
Manteniendo la línea de la serie
Se recuperan ahí temas recurrentes de la serie como la importancia de los símbolos y la cara b de lo que supone realmente ser un superhéroe. Asuntos a priori fascinantes y que encajan bien como una evolución de todo lo planteado en la trilogía centrada en el Capitán América, pero que en ‘Falcon y el Soldado de Invierno’ no habían terminado de traspasar lo conceptual.
Sin embargo, hay algo en el colofón de la serie que va mucho más allá de que Sam asuma las riendas como nuevo Capitán América, Bucky parezca hacer las paces consigo mismo tras su traumático pasado como el Soldado de Invierno o John Walker asuma su nueva identidad tras haber quedado claro que no era el indicado para suceder a Steve Rogers.
Y es que al final puede que ‘Un mundo, un pueblo’ haya empezado de forma arrolladora, pero tanto el episodio como la serie en sí misma han funcionado mejor como ideas, por lo que yo me quedo más con los caminos que ha abierto para el Universo Marvel. No tengo claro hasta qué punto era necesaria esa fase de dudas por parte de Sam para convertirse en el nuevo Capitán América, pero sí agradezco que la serie haya intentado mostrar algo diferente.
Las estimulantes implicaciones
Durante estos seis episodios se ha reabierto la puerta para Zemo en el MCU, se ha sabido cómo introducir al personaje de John Walker como un personaje con mayor recorrido -será mejor pasar por alto que todo el mundo parezca olvidar sus monstruosas acciones del cuarto episodio-, incluyendo esa alianza con la Condesa Valentina Allegra de Fontaine interpretada por Julia Louis-Dreyfus, o se ha dado un estimulante giro al personaje interpretado por Emily VanCamp, y es que no por casualidad Sharon Carter ha sido la gran protagonista de la escena post-créditos.
Quizá no parezca tanto porque han sido elementos secundarios mientras se resituaba a los dos grandes protagonistas, exactamente lo mismo que sucedió en el caso de ‘Bruja Escarlata y Visión’. Y es que ambas series se han sentido más como pausas para desarrollar mejor las motivaciones de sus protagonistas, pero la serie de Elizabeth Olsen supo reflejar mejor su proceso de duelo que la que ahora nos ocupa mostrar ese otro lado mucho más desagradecido de lo que supone ser un superhéroe. Eso sí, el desenlace de ‘Falcon y el Soldado de Invierno’ tiene muchas más implicaciones, aunque la más interesante vengan desde una vertiente humana en un mundo repleto de superhéroes.