Que la fantasía y la ciencia-ficción de finales de los 70 y 80, incluso la dirigida a los más jóvenes, tenía un componente negro y morboso fuera de lo común lo sabe cualquier que viviera aquellos oscuros años. Eran los tiempos en los que Disney enloqueció y produjo las películas más macabras de su filmografía, como ‘Taron y el caldero mágico’, ‘El dragón del lago de fuego’ o ‘El abismo negro’.
Eran también los tiempos de series de ciencia ficción británica como las traumatizantes ‘Chocky’ o ‘Dentro del laberinto’, de estética apagada y ritmo fúnebre. Y de una explosión de creatividad y ausencia de control en los cómics y revistas orientadas a los más jóvenes, que dieron pie a publicaciones como ‘2000 AD’, hogar de personajes tan extremos y disparatados como Nemesis the Warlock o el Juez Dredd. En este contexto nació ‘Doomlord’, o como lo conocimos en España en afortunadísima traducción, ‘Exterminius’.
Made in Eagle
Eagle fue una histórica revista de cómic británica que atravesó dos etapas de gran popularidad. Entre 1950 y 1969 nació como idea de un vicario anglicano que creía que el mensaje de su iglesia no se estaba transmitiendo como debía a sus pequeños feligreses, y creó esta revista con gran éxito, llegando a vender casi un millón de copias. Su personaje más conocido fue el histórico ‘Dan Dare, Piloto del Futuro’, equivalente británico de Buck Rogers y con intrincadísimas historias y sensacionales ilustraciones que convertían el género de la space opera en una especie de elegía bélica para chavales.
Dan Dare resucitó en los primeros números de la mítica ‘200AD’, entre 1977 y 1979. La respuesta fue tan positiva que ‘Eagle’ renació poco después, en 1982, con un Dan Dare nieto del piloto original y con otro añadido, heredado de las revistas para chicas de la editorial Fleetway: las fotonovelas. En este formato se publicaron varias series con orientación de aventuras y ciencia-ficción y sin componentes románticos: ‘Manix’, ‘Sgt. Streetwise’ y ‘Doomlord’, que aquí conocimos como ‘Exterminius’.
Vista hoy, ‘Exterminius’ tiene una estética completamente irreal e ingenua, con monstruos que no son más que caretas de plástico sin expresividad, pero precisamente eso es lo que lo hacía tan aterradoras. Las interpretaciones exageradísimas de los actores, en permanente estado de pánico y tensión, y lo grotesco del rostro de Exterminius, una especie de reptil extraterrestre con orejas puntiagudas y una inquietante e inamovible sonrisa, le dieron cierta fama entre los chavales que no tenían otra forma de acceder a ficciones de terror galáctico propias de películas de serie B para adultos.
Exterminius, cuyas primera aventura se prolongó durante los 13 primeros números de esta nueva Eagle, nos presentaba al alienígena titular, que caía en la Tierra presentándose como ‘Servidor de Nox, amo de la vida, dueño de la muerte». Lo primero que hace es suplantar a un policía y hacer creer a un periodista que su llegada ha sido un sueño, para iniciar unos planes de conquista que le llevarán a suplantar a cargos cada vez más elevados del gobierno inglés. Primero, un miembro del Parlamento.
El tono general de esta primera tanda de capítulos, como la segunda que le seguiría, es asombrosamente siniestra. La misión de Exterminius es aniquilar a la humanidad después de que esta haya sido juzgada en Nox, y afronta su tarea con pasmoso aplomo y despiadada implacabilidad. Nada detiene a Exterminius, salvo una solución clásica de la ciencia ficción antialienígena.
Exterminius en ‘Mortadelo’
Curiosamente, ‘Exterminius’ llegó a España nada menos que en las páginas de varias publicaciones de Bruguera. Posiblemente esta importación se debía a la compra de un paquete de contenidos de la editorial británica IPC, ya que también se llegaron a leer en los ‘Mortadelo Especial’ los míticos ‘Time Shocks’ de Alan Moore procedentes de la revista ‘2000 AD’, bajo el título en español ‘El tiempo en sus manos’.
El primer año de ‘Exterminius’, un total de 52 páginas, llegó aquí en la segunda etapa de ‘Super Mortadelo’, de los números 170 a 182, en entregas de cuatro páginas en 1984. La segunda etapa, de 81 páginas, comenzó a publicarse también de cuatro en cuatro páginas entre los números 184 y 191 de ‘Super Mortadelo’. Al año siguiente volvió, pero en otro formato: desde el número 43 de ‘Super Rompetechos’, en entregas de 11 o 12 páginas, pero solo se publicaron tres entregas, debido al cierre de la revista. Este segundo año habría concluido en el número 46, pero nunca llegó a publicarse.
Volviendo al cómic, no es de extrañar este filo siniestro de ‘Exterminius’. Sus creadores eran nada menos que Alan Grant y John Wagner, dos históricos de la ciencia ficción británica que hicieron fortuna, sobre todo, en ‘2000 AD’. John Wagner es el mismísimo creador del Juez Dredd junto al dibujante Carlos Ezquerra, y desarrolló buena parte de su carrera en la legendaria revista de cómic británica, donde también concibió personajes icónicos como Strontium Dog o Robo Hunter. Alan Grant coescribió con Wagner algunas de las historias más recordadas de Dredd y, como su compañero, pasó largas temporadas escribiendo para DC, especialmente cómics de Batman, y creando a personajes como el inolvidable Lobo.
Con Wagner y Grant el humor negro y el desfase conceptual estaba garantizado, y lo siguieron demostrando en un segundo año, donde debido al éxito tuvieron que rebajar el nihilismo argumental y hacer que el admirado Exterminius se convirtiera en un antihéroe. ¿Cómo? En realidad no hablamos de Doomlord como nombre de pila, sino como una especie de cargo galáctico. No es «el» Exterminius, sino «un» Exterminius.
Es decir, que Nox envía a otro Exterminius (esto es como Terminator, si matan a uno tienes otros esperando), pero este considera que la Tierra ha sido juzgada precipitadamente, y merece una segunda oportunidad. Exterminius (o Servitor Zyn, como descubriremos que se llama) deja de ser el enemigo para convertirse en el protagonista, y Grant y Wagner desarrollan aquí una especie de alegoría sobre la bondad inherente del ser humano. Exterminius se camufla como un viajante en un bed and breakfast británico con una mujer y sus hijos, a los que mantiene hipnotizados, y se dedica a influir en la humanidad para bien.
Curiosamente, la historia deja atrás el estilo ‘Los invasores’ del primer año para convertirse en otra cosa mucho más sugerente. Esto es, una fábula de fuertes implicaciones sociales, en la línea de ‘2000 AD’: hay humor, aventura y acción, pero también curiosas reflexiones sobre la especie humana y cómo salvar el planeta.
Ese no sería el final de Exterminius en formato fotonovela, pues aún quedaba otro año de las peripecias del extraterrestre, que nunca llegaron a España. En esta tercera temporada, Exterminius se convierte en el líder de la especie humana, cuyo destino conduce con mano de hierro. La serie sigue haciendo gala de un humor negrísimo y unas divagaciones políticas que posiblemente volaron la cabeza de los críos de la época: Exterminius conduce al planeta a la prosperidad, pero bajo la amenaza del genocidio, y masacrando poblaciones como toque de advertencia. Así eran los héroes de los tebeos de los ochenta, y luego nos extrañamos de lo que se ve en Twitter…
El final de ‘Exterminius’
Tras estos 67 números de extraño fotonovelismo galáctico, Exterminius se convirtió en un cómic. Liberado de sus limitaciones presupuestarias, se mantuvo varios años en activo: desde el número 79 de ‘Eagle’, en 1983, al 395, de 1989. Transformado ya en una especie de héroe galáctico, nuestro alienígena viajaba por la galaxia ayudando a todo tipo de razas de otros mundos y huyendo de la implacable persecución de los suyos en compañía de los dos hijos de la señora del bed and breakfast, un poco al estilo Doctor Who.
Exterminius también debía enfrentarse a su pasado, chocando con los intereses de sus anteriores jefes planetarios, e incluso creando a un híbrido entre humano y noxiano que acaba convirtiéndose en delincuente juvenil. En más de trescientos números de cómic, como es de esperar, la historia dio muchas vueltas, aunque continuamente traicionaba su propio argumento, dando lugar a un Exterminius de personalidad voluble a elección de los guionistas.
Esta serie, llamada originariamente ‘The Deathlords’ se vio muy brevemente ya como ‘Doomlord’ en la revista ‘Ultramundo’ en 1987, de MC Ediciones, que publicó abundantes cabeceras de la editorial a partir de las reimpresiones norteamericanas y coloreadas de los héroes de ‘2000 AD’ y ‘Eagle’. Nada que ver con aquel aterrador alienígena que encontramos en 1984 en las páginas de ‘Mortadelo’. Una mirada aviesa y una sonrisa ultraterrenal que pobló más de una pesadilla infantil.