Por mucho que limpiemos el coche, evitando incluso los túneles de lavado, y lo sequemos con una gamuza o trapo suave, que lo deja impoluto, las llantas terminan siempre por ensuciarse más que el coche. La culpa la tienen los frenos. El polvo de las pastillas de frenos es un efecto secundario del frenado: al reducir la velocidad, se desprenden partículas finas de las pastillas.
Estas trazas casi invisibles se depositan en las llantas calientes y con carga estática, por lo que la suciedad se adhiere a la llanta como una garrapata en el primer pelo que pilla. Con el tiempo, estos residuos se acumulan formando una capa difícil de quitar y que puede dañar la superficie de la llanta si no se trata.
El impacto del polvo de los frenos incrustado en las llantas
El polvo de los frenos tiene un impacto significativo en las llantas. Este polvo, que se produce durante la abrasión de las pastillas de freno contra los discos, se acumula en las llantas. Este polvo está compuesto por partículas metálicas y residuos de pastillas que pueden incrustarse de forma permanente en el material de las llantas.
La corrosión. Las partículas metálicas presentes en el polvo de los frenos pueden provocar una corrosión prematura de las llantas, especialmente las de aleación. Esta corrosión puede, en los casos más graves, alterar la estructura de la llanta y su durabilidad.

Dificultad para limpiar las llantas. Cuanto más tiempo se deja el polvo de los frenos en las llantas, más se incrusta. Esto hace que la limpieza sea cada vez más laboriosa e incluso puede requerir la intervención de un profesional para obtener un resultado satisfactorio.
Lo ideal es mantener la acumulación de polvo al mínimo desde el principio. Evitar que se acumule. Una de las soluciones más efectivas pasa por cambiar las pastillas de freno existentes por otras de tipo cerámicas o que desprendan poco polvo. Es verdad que el precio de las pastillas cerámicas es más elevado que el de las pastillas normales, pero también duran más.
En cuanto a las pastillas NAO son pastillas de freno orgánicas sin amianto, diseñadas para ser una opción más ecológica y silenciosa que las pastillas metálicas, pero que suelen generar aún más polvo.
Otra medida preventiva consiste en aplicar un producto protector a cada llanta que ayuda a evitar que las partículas se adhieran a ellas. Pero no son una solución definitiva, sino que hay que aplicar esa solución regularmente. Estos productos forman una capa que repele la suciedad y el polvo de los frenos, lo que facilita la limpieza posterior.
A la hora de limpiar las llantas, hay que evitar productos corrosivos, como el vinagre blanco o el lavavajillas, en las llantas de aleación. En su lugar es mejor utilizar un simple jabón doméstico, como el jabón Lagarto. Si es bueno para las tapicerías de cuero, no va a dañar las llantas de aleación.
Durante la limpieza, recuerda enjuagar bien todas las partes de la rueda, incluidos los rincones de difícil acceso. Esto permite eliminar toda la suciedad y el polvo de los frenos incrustados. Y ahora que se acerca el invierno, la sal para quitar la nieve también puede acumularse en las llantas. Para evitar la corrosión, no hay que dejar de limpiar las llantas con regularidad durante este periodo. El mantenimiento regular es la clave para mantener las llantas en buen estado.
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