Casi sin avisar llega a Netflix una película que en su momento fue publicitada como una explotación del estilo desastrado y voyeurista de ‘El proyecto de la bruja de Blair’, pero que gracias a su asilvestramiento formal, se convirtió en un pequeño icono del cine de terror de principio de siglo. Simplemente echa un vistazo al trailer que acompaña a este artículo: directamente era imposible conseguir copias con buena calidad de imagen, porque este film de 2002 apenas ha circulado fuera de su lanzamiento inicial en DVD. Hasta ahora.
‘My Little Eye’ es una joyita nacida en un momento muy específico de la historia de la imagen digital, antes del streaming y de las redes sociales, pero cuando empezábamos a familiarizarnos con la imagen borrosa, de colores desvaídos, llenos de interferencias, del vídeo de poca calidad transmitido por internet. En ese contexto, tres años antes del lanzamiento de Youtube, llega esta película británica. ‘Gran Hermano’ solo tenía dos años de vida.
Aquí cinco jóvenes cinco veinteañeros que no se conocen se inscriben en un concurso de streaming del estilo del famoso reality show, y son llevados a una casa aislada donde todos sus movimientos son grabados y transmitidos online (por entonces, poco menos que ciencia ficción; hoy sabemos que es perfectamente posible y lo hacemos voluntariamente, gratis y con nuestros teléfonos). Todos tienen que sobrevivir seis meses para repartirse el premio, y la película arranca cuando solo quedan tres días y la paranoia y los descubrimientos macabros se suceden.
El resultado bebe de ‘La bruja de Blair’, sí, pero también de la semidesconocida ‘Kolobos’. No tiene intención de plantear un comentario irónico sobre la pérdida de la privacidad al estilo de ‘El show de Truman’ o ‘Dead Set’, que también conectaba con el terror, pero lo hace, desde una perspectiva más cercana al cine experimental que al de género. El conjunto es absolutamente inclasificable y fascina tanto por su ingenuidad como por lo aterradoras que son las secuencias de vigilancia con visión nocturna, o por los abundantes vericuetos del guión. Una joya oculta en los tumultuosos primeros pasos de este siglo que vale la pena redescubrir.
Cabecera: Netflix
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