Si
eres
como
yo,
es
posible
que
tengas
una
o
varias
latas
de
sardinas
esperando
su
momento
para
brillar
en
un
cajón.
Preciosas
latas
con
un
diseño
que
da
pena
estropear
abriendo
el
envoltorio,
quizá
souvenir
de
unas
vacaciones,
o
productos
más
modestos
del
súper
del
barrio.
Sea
como
sea,
no
dejes
que
acumulen
polvo,
pueden
solucionarte
la
cena
en
un
periquete
con
recetas
facilísimas.
Ya
están
ricas
sobre
una
buena
tosta
de
pan
con
algo
de
tomate,
pimientos
asados
o
un
paté
cremoso
de
calabaza,
aunque
a
veces
merece
la
pena
complicarse
solo
un
pelín
más,
simplemente
echando
mano
de
unos
pocos
ingredientes
que
probablemente
ya
tengas
en
casa
o
puedas
comprar
en
el
barrio.
La
idea
es
preparar
una
tarta
salada
yendo
a
lo
más
básico,
improvisando
un
poco
sobre
la
marcha
y
adaptando
productos
a
lo
que
tengas
o
te
apetezca
más.
Puedes
usar
una
masa
de
hojaldre
refrigerada,
una
masa
quebrada
comprada
o
incluso
masa
de
empanada,
filo,
pizza
o
coca.
Si
tienes
casera,
mejor;
recuerda
que
muchos
obradores
también
venden
sus
masas
en
blanco
de
pizzas
y
similares
para
que
las
rellenes
a
tu
gusto.
Pero
un
hojaldre
decente
comercial
nos
hace
el
apaño
sin
problemas.
Abre
una
lata
de
sardinas
mientras
se
precalienta
el
horno
a
180ºC.
Escurre
el
aceite
sin
desecharlo
y
aplasta
las
sardinas
en
un
cuenco
usando
un
tenedor.
Añade
queso
crema,
nata
espesa
tipo
crème
fraîche,
queso
feta
o
un
queso
de
rulo
de
cabra
con
textura
untable,
incluso
puedes
usar
mayonesa,
quesitos,
requesón…
Lo
más
fácil
es
usar
queso
de
untar
a
las
finas
hierbas,
para
darle
un
toque
extra
de
sabor,
aunque
lo
puedes
personalizar
echando
las
hierbas
que
quieras,
salsa
picante,
mostaza,
especias,
etc.
La
idea
es
obtener
una
especie
de
paté
o
crema
untable.
Abre
el
hojaldre
sobre
una
bandeja
de
horno
con
papel
antiadherente,
extiende
la
mezcla
de
sardinas
por
toda
la
superficie,
pincha
la
masa
por
varios
puntos
para
que
no
suba
mucho
y
añade
por
encima
piñones,
almendras,
semillas
de
calabaza,
pipas
u
otras
semillas
a
tu
gusto.
Finalmente,
hornea
hasta
que
esté
la
masa
bien
dorada
y
crujiente;
si
se
tuesta
demasiado
la
parte
superior
la
puedes
cubrir
con
papel
de
aluminio.
Tardará
unos
30-40
minutos.
Recién
hecha
o
fría
es
una
tarta
salada
llena
de
sabor
gracias
a
la
intensidad
marinera
que
tienen
las
sardinas.
Prueba
a
darle
un
toque
fresco
con
ralladura
fina
de
limón,
cebollino
o
cilantro
antes
de
servir.
Es
una
mezcla
que
también
sirve
para
rellenar
tartaletas
o
volovanes
de
aperitivo.
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