Estamos en 2020 y básicamente tenemos las mismas impresoras que teníamos hace una década. La revolución ya no está en la tecnología como tal, sino en abaratar el precio de cada página impresa.
Los “tanques de tinta” de algunos fabricantes plantean una opción cada vez más llamativa, mientras que HP también está al quite con su familia Neverstop de impresoras láser. Esta tecnología, de hecho, es otra potente alternativa.
La tinta, ese líquido (demasiado) precioso
Los fabricantes que dominan el mercado se benefician del conocido modelo ‘freebie’, que en Estados Unidos se conoce comúnmente como «de la maquinilla de afeitar y las cuchillas»: el fabricante te vende muy barata la maquinilla, pero los recambios de esa maquinilla acaban costando más que la propia maquinilla y plantean una especie de modelo de suscripción que es estupendo para el fabricante y no tanto para el bolsillo del usuario.
Las impresoras de tinta funcionan bajo el mismo concepto: el coste de una impresora de tinta es a menudo ridículo para todo lo ofrece, pero el secreto está en su uso prolongado.
A medio plazo todos los usuarios acaban necesitando nuevos cartuchos de tinta negra o color, lo que provoca desembolsos importantes para los usuarios porque, recordémoslo, la tinta de impresora es uno de los líquidos más caros del mundo.
Eso hace que muy pronto esa impresora que nos parecía tan barata deje de serlo: cada página impresa acaba costando una pequeña fortuna, y la cosa se complica aún más si lo que imprimimos son fotos a buena calidad.
Esa es la razón de que uno de los parámetros menos publicitados y conflictivos del segmento de la impresión es el coste por página.
Como sucede con las estimaciones de la autonomía de las baterías de nuestros portátiles o móviles, los fabricantes suelen dar cifras notables pero que solo se pueden replicar en condiciones muy especiales: el coste por página no suele aparecer como dato entre los fabricantes de impresoras, y solo medios que analizan este tipo de productos arrojan sus propias estimaciones.
Aún así los usuarios y la propia industria se ha dado cuenta que una de las batallas y revoluciones del segmento de la impresión estaba ahí. HP lleva tiempo ofreciendo su servicio Instant Ink para proponer una “tarifa plana” de cartuchos dependiendo de nuestro consumo, replicando así el modelo de las tarifas de datos en móviles.
La idea ha tenido cierta aceptación, pero poco a poco esta y otras empresas han planteado alternativas diferentes que nos permiten escapar (un poco) de la condena de los cartuchos de tinta.
No cambies cartuchos ni tóneres: recárgalos
Varios son los fabricantes que han planteado esas alternativas en forma de los llamados tanques de tinta, que básicamente son una evolución de los cartuchos y que permiten no tener que sustituir los cartuchos, sino “rellenar” la tinta de esos tanques.
Estos sistemas hacen uso de depósitos de tinta en el interior de las impresoras que los usuarios pueden volver a llenar con “botellas de tinta”. Con ellas es posible ir ajustando las necesidades de cada cartucho de tinta (negro y los distintos colores con los que trabaje la impresora) en lugar de tener que comprar y reemplazar varios cartuchos de tinta de una vez.
La ventaja fundamental es, por supuesto, el coste de estas botellas de tinta, que permiten reducir el coste por copia de forma sensible. Los cartuchos que se rellenan comparten algunas desventajas con los cartuchos de tinta convencionales: pueden llegar a secarse si no se utilizan durante un periodo prolongado.
En este segmento el pionero fue Epson con su familia de impresoras EcoTank, que iniciaron su andadura en 2015 y se convirtieron en referencia de este mercado rápidamente. Algo después Canon haría un movimiento similar -pero no idéntico- con sus Megatank y Brother también lanzara su familia INKvestment.
En los dos primeros casos la idea es la misma: los cartuchos de tinta de HP y de Epson en esa línea de impresoras no se reemplazan: se rellenan. Epson proporcionan botellas para completar el proceso, pero el caso de HP es distinto. Su tecnología Neverstop se combina con la tecnología de impresión láser y ofrece un singular cilindro con un sistema de llenado realmente peculiar que es mejor contemplar en el vídeo incluido unas líneas más arriba.
En el caso de Brother, no obstante, la idea es una mezcla extraña: la empresa nos vende cartuchos que a su vez rellenan los depósitos internos de su familia de impresoras INKvestment. Seguimos teniendo que recargar los cartuchos, pero su gran capacidad hace que esas recargas sean mucho menos frecuentes.
De hecho otros fabricantes también disponen a menudo de cartuchos de capacidad estándar y otros de mayor capacidad, pero aquí Brother ha querido ir aún a componentes que ofrecen más tinta en los cartuchos, aunque estos siguen siendo intercambiables.
Igual la impresora de tinta de toda la vida es perfecta para tí
Estas alternativas son desde luego llamativas, pero sacarles partido depende por supuesto del uso que le demos a nuestra impresora.
Un estudio realizado por Consumer Reports en 2016 revelaba por ejemplo los hábitos de impresión de los usuarios o en Estados Unidos.
Según dicho estudio, un usuario de estos dispositivos imprimía unas 23 páginas de texto, nueve de gráficos y nueve fotos al mes. Tras evaluar el comportamiento de una impresora con tecnología EcoTank de Epson, llegaron a la conclusión de que con ese ritmo de uso los usuarios tardarían cinco años en comenzar a amortizar la impresora.
Eso significa que si solo se imprime de forma ocasional, quizás una impresora de tinta convencional sea una opción válida para evitar esa primera gran inversión.
Los usuarios pueden recurrir además al segmento de los cartuchos compatibles -si el fabricante no pone barreras a esa opción, algo que es tristemente habitual– para ahorrar el elevado precio de los cartuchos oficiales.
Si imprimes mucho (y no fotos), las láser se imponen
A todos estos modelos se les unen evidentemente las impresoras láser, que desde hace años han planteado la alternativa clara para empresas de todo tipo de tamaños que imprimen con mucha más frecuencia documentos en color o en blanco y negro.
Estas impresoras hacen uso también de un componente intercambiable, el tóner, que ofrece prestaciones diferentes a los cartuchos de tinta: la idea es aquí reducir el coste por impresión y ofrecer velocidades altas de producción de documentos: no son la mejor opción para imprimir fotos -no es posible trabajar con papel fotográfico en ellas- aunque sí hay modelos láser color perfectos para documentos que sí aprovechen el color en imágenes o gráficas, por ejemplo.
Tanto en un caso como en otro la idea es la misma: los tóneres de las impresoras láser ofrece una autonomía excelente si lo que necesitamos es una alta capacidad de impresión sin comprometer el coste.
Sería fantástico poder contar con lo mejor de ambos mundos, y eso es precisamente lo que comenzamos a ver con esas nuevas familias de los fabricantes.
Para muchos usuarios la elección es clara: si imprimes poco y necesitas imprimir fotos de cuando en cuando, las impresoras de tinta son la oción. Si el caso es el contrario y necesitas imprimir mucho, una láser B/N o color es la alternativa.
Sin embargo, los nuevos modelos y tecnologías de HP, Epson o Brother plantean ahora nuevas opciones para los usuarios, y puede que ese abaratamiento de coste por copia se convierta en un argumento destacable para futuros compradores. Lo que parece claro es que los fabricantes poco a poco están moviendo ficha, y eso es buena noticia para los usuarios.