El
vino
es
una
de
las
bebidas
más
antiguas
que
se
conocen.
El
considerado
elixir
de
los
dioses
para
muchos,
lleva
acompañado
al
ser
humano
desde
hace
algunos
milenios.
Actualmente «lucha»
con
la
cerveza
para
ser
la
bebida
alcohólica
de
baja
graduación
que
acompaña
tapas
y
comidas.
En
los
últimos
años
no
ha
dejado
de
asociarse
el
vino
con
diferentes
beneficios
para
la
salud,
hasta
el
punto
de
encontrar
artículos
en
los
que
asemejan
una
copa
de
vino
a
una
hora
de
ejercicio.
Demasiado
bueno
para
ser
verdad,
¿no?
Vamos
a
dejar
de
lado
las
conversaciones
de
barra
de
bar
y
los «me
lo
ha
dicho
mi
vecino»
y
vamos
a
ver
qué
dice
la
ciencia
más
rigurosa
sobre
el
vínculo
del
vino
con
la
salud.
La
ciencia
habla
sobre
el
vino,
pero
hay
que
saber
escucharla

El
vino
ha
sido
ampliamente
estudiado
para
comprobar
si
sus
componentes
pueden
mejorar
la
salud
de
quienes
lo
toman,
especialmente
el
vino
tinto.
Antes
de
continuar,
obviamente
queda
descartado
el
exceso
de
su
consumo,
ya
que
beber
alcohol
en
demasía
produce
efectos
nocivos
para
la
salud
física
y
mental.
Cuando
se
habla
de
consumo
moderado,
que
puede
ser
una
copa
al
día,
entramos
en
un
terreno
diferente.
Revistas
científicas
tan
prestigiosas
como
Journal
of
the
American
Medical
Association
(JAMA)
o
Nature
han
estudiado
los
efectos
del
consumo
moderado
de
vino
en
la
esperanza
de
vida
y
la
mortalidad
por
todas
las
causas.
Existen
también
revisiones
narrativas
sobre
cómo
afecta
el
consumo
moderado
de
vino
en
la
salud
y
otras
muchas
publicaciones
publicadas
en
revistas
también
de
alto
impacto,
como
la
revista
de
La
Sociedad
Europea
de
Cardiología.
La
Revista
Americana
del
Corazón
cuenta
también
con
su
propia
revisión
sobre
esta
temática.
De
todas
estas
fuentes
beberemos
para
extraer
una
conclusión
sobre
si
realmente
es
saludable
beber
esa
copita
de
vino
al
día
o
mejor
evitarla.
Sea
cual
sea
dicha
conclusión,
el
agua
es
la
elección
número
uno
para
tomar
en
cualquier
momento,
siendo
muy
controvertida
la
proposición
del
consumo
de
alcohol.
¿Sí
o
no
a
esa
copa
de
vino
diaria?

Existen
estudios
observacionales
que
han
mostrado
una
esperanza
de
vida
mayor
de
los «bebedores
moderados»
de
vino
con
respecto
a
los
abstemios.
Sin
embargo,
este
tipo
de
estudios
que
muestran
asociación
no
muestra
causalidad,
es
decir,
dos
cosas
pueden
estar
vinculadas,
pero
no
ser
dependientes
una
de
la
otra.
Un
mayor
consumo
de
helados
puede
estar
asociado
a
más
ahogamientos
en
las
playas,
pero
no
es
el
helado
el
que
propicia
esos
ahogamientos,
sino
que
al
ser
verano
la
gente
se
baña
más
en
la
playa.
Realmente
hay
más
ahogamientos
cuando
se
consumen
más
helados,
pero
la
causa
es
que
al
ser
verano
hay
más
personas
que
se
meten
en
el
mar.
Estos
estudios
observacionales
son
causantes
en
muchas
ocasiones
de
titulares
de
todo
tipo,
más
aún
si
son
tan
jugosos
como
la
ingesta
de
vino.
De
esa
forma,
al
tomar
estudios
observacionales
podemos
decir
que «beber
vino
alarga
la
vida»
o
que «la
gente
que
bebe
más
vino
se
muere
menos».
Si
en
lugar
de
irnos
a
este
tipo
de
publicaciones
acudimos
a
otros
estudios
conocidos
como
‘estudios
de
aleatorización
mendeliana’
que
controlan
los
efectos
de
confusión
de
los
factores
sociodemográficos
y
ambientales,
no
se
encuentra
evidencia
de
esa
cardioprotección
ni
longevidad
extendida
por
el
consumo
de
vino.
Una
revisión
con
metanálisis
relativamente
reciente
de
JAMA
no
encontró
asociaciones
protectoras
significativas
entre
el
consumo
de
vino
y
la
mortalidad
por
todas
las
causas.
La
revista
Nature
Scientific
Reports
se
fue
al
lado
contrario,
exponiendo
que
beber
como
máximo
una
copa
de
vino
al
día
podía
ganar
0,94
años
de
vida.
Hasta
aquí
suena
espectacular.
¡Viva
el
vino!
Sin
embargo,
la
línea
entre
la
cantidad
de
consumo
es
tan
delgada
que
pasarse
de
esa
copa
diaria
reducía
siete
años
la
esperanza
de
vida.
Además,
la
ganancia
de
un
año
de
vida
por
esa
copa
de
vino
se
veía
contrarrestada
por
el
aumento
de
dos
a
cuatro
veces
de
riesgo
de
cáncer
oral
y
de
esófago.
Como
puedes
observar,
estos
datos
son
extremadamente
ambiguos.
Si
nos
quedamos
con
lo
que
nos
puede
interesar
podemos
decir
que «una
copa
de
vino
al
día
alarga
un
año
de
vida»,
pero
tú
y
yo
sabemos
que
no
es
la
verdad
completa.
Sentido
común
para
tomar
esa
copa
de
vino
al
día
(si
nos
apetece)

Si
te
interesa
profundizar
en
la
asociación
entre
la
ingesta
del
vino
y
la
salud
puedes
leer
este
artículo
gratuito
de
la
revista
Nutrients.
En
ella
se
hace
un
repaso
extenso
a
los
compuesto
del
vino
y
sus
efectos
en
la
salud
humana.
En
dicha
revisión
narrativa
podemos
encontrar
el
principal
causante
que
hace
que
se
señale
el
vino
como
una
bebida
que
mejora
la
salud:
el
resveratrol.
El
vino
tiene
muchos
fitoquímicos
como
los
polifenoles
y
el
resveratrol,
muy
interesantes
para
la
salud.
Estos
compuestos
activos
han
sido
ampliamente
estudiados
por
sus
propiedades
antioxidantes
y
numerosos
beneficios.
Sin
embargo,
dichas
investigaciones
utilizan
concentrados
de
estas
sustancias,
lo
que
hace
que
se
consuma
mucho
en
una
cápsula.
Para
llegar
a
esas
cantidades
estudiadas
bebiendo
vino
entraríamos
en
el
consumo
excesivo
de
alcohol,
lo
que
produce
efectos
nocivos
para
cuerpo
y
mente.
Por
lo
tanto,
si
nos
centramos
en
estos
compuestos
que
tiene
el
vino,
podemos
decir
que
ellos
sí
son
beneficiosos
para
la
salud,
pero
si
nos
bebemos
una
botella
de
vino
para
alcanzar
cantidades
apreciables
las
cuentas
se
van
al
garete.
Hay
muchos
factores
de
confusión:
si
los
que
beben
una
copa
de
vino
al
día
hacen
más
ejercicio
y
siguen
la
dieta
mediterránea,
¿qué
pasa?;
si
no
bebo
la
copa
de
vino,
pero
me
tomo
dos
cervezas,
soy
sedentario
y
cómo
fatal,
¿qué
ocurre?
Todo
ello
hace
que
no
sea
posible
alcanzar
un
consenso
que
diga
fehacientemente
a
nivel
científico
si
una
copa
de
vino
es
mejor
que
ninguna
para
mejorar
la
salud.
Los
componentes
del
vino
sí
se
asocian
a
beneficios
para
la
salud,
pero
un
compuesto
aislado
no
es
igual
que
la
copa
de
vino
al
completo.
En
cualquier
caso,
aunque
lo
ideal
es
tomar
agua
y
así
evitamos
la
duda,
una
copa
de
vino
puede
ser
una
bebida
saludable
a
tomar
cuando
queremos
tomar
algo
con
los
amigos.
Ocurre
lo
mismo
con
la
cerveza,
ya
que
sus
componentes
también
se
vinculan
con
beneficios
para
la
salud,
excepto
el
alcohol.
Nuestra
recomendación
es
no
tomar
una
copa
de
vino
al
día
si
no
somos
asiduos
a
tomarla,
ya
que
en
algunos
casos «incitan
a
hacerlo»,
como
si
tomarla
fuese
a
ser
mejor
que
no
hacerlo.
Sin
embargo,
si
tienes
una
conexión
social
o
te
apetece
prepararte
un
baño
con
esa
copa
de
vino,
adelante,
siendo
consciente
que
la
salud
se
mejora
con
una
dieta
saludable
y
ejercicio
físico,
no
con
el
vino.
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En
Vitónica
|
La
cerveza
después
de
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¿es
buena
o
mala?:
esto
es
lo
que
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la
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