Algunos candidatos están incluyendo un nuevo punto en sus solicitudes para cubrir las pocas vacantes que hay hoy en el mercado laboral. Se trata de la inmunidad al coronavirus, debido a que ya han pasado la enfermedad. Pero, ¿la inmunidad al coronavirus es algo que tiene que valorar la empresa en un curriculum?
Lo cierto es que es una cuestión muy delicada. Por un lado ¿cómo puede demostrar el candidato que es inmune? ¿Nos va a presentar un test que indique su grado de anticuerpos generados? Porque aún no está demostrado que tener anticuerpos contra el COVID-19 implique automáticamente estar protegidos contra una segunda oleada o un nuevo contagio.
A nivel de empresa tener un trabajador que sabemos que es inmune puede dar tranquilidad a algunos pensando que este empleado no pondrá de baja si hay un rebrote o no contagiará a otros empleados. Pero también un peligro. Porque al ser inmune se relajan medidas de precaución como lavado de manos o uso de mascarillas.
Pongamos el caso de un camarero en un bar. Sería perfecto que fuera inmune porque de esta forma, en principio, no habría riesgo de contagiar a los clientes. Pero ¿cómo lo indicamos? ¿Le ponemos un letrero, una marca, un sello de inmunidad? No parece muy lógico y muchos clientes seguro que no se sienten cómodos si no limpian adecuadamente mesas y sillas antes de que ellas las ocupen o les atiendan sin mascarilla.
Y cuidado porque aquí estamos tratando con datos médicos, por lo que a nivel de protección de datos tenemos que tomar más medidas para su protección. Porque normalmente en el curriculum no aparecen este tipo de datos de salud.
Por último hay un aspecto moral, ¿discriminamos a los candidatos por sus datos de salud? ¿Dónde paramos si abrimos esta vía? ¿No te contrato porque tienes sobrepeso, fumas y tu riesgo de padecer una enfermedad coronaria es alto? ¿Dónde ponemos el límite? Lo cierto es que es una cuestión muy delicada.
Imagen | KlausHausmann