Que
debemos
mantenernos
bien
hidratados
se
ha
convertido
en
un
mantra
contemporáneo.
No
es
para
menos:
el
agua
es
vital
para
el
correcto
funcionamiento
del
cuerpo
humano.
No
solo
el
no
beber
agua
puede
matarnos
en
un
par
de
días
(en
contraste,
podemos
aguantar
semanas
sin
alimentos),
la
deshidratación
pude
causarnos
otros
síntomas
sin
tener
que
llegar
a
ese
extremo.
Contamos
con
diversos
estudios
sobre
los
efectos
a
corto
plazo
de
la
deshidratación.
Entre
los
problemas
asociados
a
un
consumo
insuficiente
de
agua
se
encuentran
la
fatiga,
dolores
de
cabeza,
dificultad
para
concentrarse
y
pérdida
de
reflejos,
entre
otros.
Cabe
notar,
eso
sí,
que
la
mayoría
de
estos
estudios
se
realizaron
con
muestras
pequeñas
de
entre
ocho
y
25
participantes.
A
más
largo
plazo,
una
correcta
hidratación
puede
prevenirnos
de
problemas
como
el
estreñimiento,
infecciones
del
tracto
urinario,
o
cálculos
renales.
Para
mantener
una
hidratación
correcta
es
necesario
beber
abundante
agua,
ya
que
nuestro
cuerpo
“pierde
agua”
de
distintas
formas.
La
orina
y
el
sudor
son
las
que
nos
resultan
más
intuitivas,
pero
también
expulsamos
humedad
de
nuestro
cuerpo
en
nuestro
aliento
o
en
las
deposiciones.
Hemos
oído
numerosas
veces
eso
de
que
hay
que
beber
dos
litros
u
ocho
vasos
de
agua
al
día
para
mantener
una
hidratación
adecuada.
Esta
no
es
una
mala
aproximación,
pero
son
muchos
los
que
consideran
que
esta
no
debe
ser
la
guía
a
seguir.
Según
las
Academias
Nacionales
de
Ciencias,
Ingeniería
y
Medicina
de
los
Estados
Unidos,
la
cantidad
de
agua
que
debemos
consumir
es
de
3,7
litros
para
los
hombres
y
2,7
litros
en
el
caso
de
las
mujeres.
Pero
antes
de
ponernos
a
rellenar
la
garrafa
de
agua,
hay
un
gran
asterisco
que
debemos
tener
en
cuenta.
Varios,
en
realidad.
El
primero
es
que
no
todo
el
agua
que
consumimos
se
sirve
en
vasos.
Se
estima
que
el
20%
del
agua
que
consumimos
lo
hacemos
en
nuestros
alimentos.
Desde
las
frutas
al
arroz
de
la
paella,
pasando
por
verduras
de
todo
tipo,
carnes
y
pan.
Todos
esos
alimentos
nos
aportan
agua,
a
menudo
más
de
la
que
creemos.
La
figura
del
20%
también
incluye
otras
bebidas.
La
cuestión
de
las
bebidas
ha
generado
cierto
debate
en
este
sentido.
Bebidas
como
el
café
o
el
té
tienen
un
efecto
diurético,
lo
que
implica
que,
si
bien
nos
hidratan
también
nos
hacen
perder
agua
a
un
mayor
ritmo.
Es
conveniente
tener
esto
en
cuenta,
pero
también
que
este
efecto
diurético
no
es
lo
suficientemente
fuerte
como
para
que
esta
bebidas
nos
deshidraten
más
de
lo
que
nos
hidratan.
Es
decir,
un
vaso
de
té
no
nos
va
a
hidratar
tanto
como
un
vaso
del
mismo
volumen
de
agua,
pero
sí
nos
va
a
hidratar.
Recientemente,
un
equipo
de
investigadores
observó
que,
además
del
agua,
las
bebidas
con
mayor
capacidad
hidratante
eran
la
leche
(especialmente
la
desnatada)
y
el
suero
oral
para
la
rehidratación.
Factores
varios
Pero
nuestro
sexo
y
el
resto
de
alimentos
que
consumimos
no
son
los
únicos
factores
que
pueden
afectar
a
la
cantidad
de
agua
que
debemos
beber
en
un
día.
El
primero
tiene
que
ver
con
nuestro
entorno.
El
clima
en
el
que
nos
encontremos,
la
época
del
año,
la
meteorología,
o
que
nos
encontremos
en
un
edificio
o
al
aire
libre
pueden
afectar
a
las
condiciones
térmicas
y
a
la
humedad
del
ambiente.
Y
esto,
a
su
vez,
puede
afectar
a
la
cantidad
de
agua
que
perdemos
y
por
tanto
a
la
velocidad
a
la
que
debemos
reponerla.
Ya
hemos
mencionado
la
dieta,
pero
cuando
hablábamos
del
rol
de
esta
hemos
pasado
por
alto
alimentos
que
pueden
de
hecho
aumentar
nuestra
necesidad
de
hidratarnos.
es
uno
de
ellos,
los
alimentos
picantes
que
pueden
inducir
a
nuestro
cuerpo
a
sudar
son
otro.
El
alcohol
es
otro
de
los
más
importantes
cuando
lo
consumimos
en
exceso:
uno
de
los
factores
que
contribuyen
a
la
resaca
es,
precisamente,
la
deshidratación.
Por
supuesto,
la
actividad
física
también
nos
debe
llevar
al
grifo.
Al
hacer
ejercicio
sudamos
y
perdemos
agua
que
debemos
reponer.
Es
por
eso
que
conviene
hidratarnos
tanto
antes,
como
durante
y
después
del
ejercicio
físico.
Nuestro
estado
general
de
salud
también
puede
afectar
a
la
cantidad
de
agua
que
nuestro
cuerpo
requiere.
Las
diarreas
o
la
fiebre
pueden
hacer
que
nos
deshidratemos
con
mayor
facilidad,
pero
también
puede
haber
otras
condiciones
que
nos
lleven
a
requerir
una
mayor
ingesta
de
agua.
Otras
circunstancias
que
pueden
hacer
que
necesitemos
más
agua
incluyen
el
embarazo
y
la
lactancia.
Algo
lógico
si
tenemos
en
cuenta
que
en
estos
casos
hay
que
“hidratarse
por
dos”.
Como
en
todo,
el
exceso
también
tiene
sus
riesgos.
En
este
caso:
beber
demasiada
agua
puede
matarte.
O
dañar
tus
riñones.
Esta
intoxicación
por
un
exceso
de
agua
causa
lo
que
denominamos
hiponatremia,
una
falta
de
sodio
peligrosa.
Los
riñones
son
los
encargados
de
gestionar
buena
parte
del
agua
que
sale
de
nuestro
cuerpo,
especialmente
cuando
esta
nos
sobra.
Sin
embargo
estos
órganos
tienen
una
capacidad
de
trabajo
con
límites.
Si
bebemos
demasiada
agua,
ya
sea
de
golpe
o
en
periodos
prolongados,
nuestros
riñones
pueden
no
dar
abasto.
Esto
hace
que
el
agua
se
acumule
en
nuestro
cuerpo,
a
su
vez
diluyendo
electrolitos
como
el
sodio.
El
sodio
tiene
precisamente
la
función
de
regular
el
agua
que
entra
en
las
células.
La
ausencia
de
sodio
acaba
haciendo
que
nuestras
células
se
hinchen
y
fallen.
Entonces,
¿cuánto
debo
beber?
No
hay
una
cifra
mágica.
Son
tantas
las
variables
que
la
mejor
recomendación
es
la
de
hacer
caso
a
nuestro
cuerpo
y
buscar
signos
de
deshidratación.
La
sed
es
la
pista
más
evidente
de
que
nos
toca
hidratarnos,
pero
no
es
la
única.
La
siguiente
pista
está
en
la
orina.
Una
orina
transparente
o
de
color
amarillo
claro
es
un
buen
indicador
de
que
nuestro
cuerpo
está
debidamente
hidratado.
Un
amarillo
más
oscuro
y
opaco
es
indicador
de
que
necesitamos
hidratarnos.
También
es
un
buen
consejo
atender
a
nuestras
circunstancias.
Si
estamos
sudando,
ya
sea
por
el
calor
o
por
la
actividad
física,
deberemos
prestar
más
atención
a
nuestra
hidratación.
También
debemos
hacerlo
si
estamos
embarazadas
o
somos
lactantes.
Las
personas
mayores
también
deben
prestar
más
atención
a
su
hidratación,
en
este
caso
porque
el
sistema
de
alerta
que
es
la
sed
tiende
a
perder
eficacia
con
el
tiempo.
En
Xataka
|
Hay
gente
adicta
a
beber
hasta
15
litros
de
agua
diarios
(y
es
un
problema
más
grave
de
lo
que
parece)
Imagen
|
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