Esmeralda y JJ no tienen más remedio que seguir hacia delante. Sin destino, sin futuro, sin manera de volver. Su único objetivo, seguir viviendo, como sea, sin motivo ni razón, montadas en un coche que les aleje de una vida que no quieren, pero al mismo tiempo conscientes de que no hay ningún lugar en el mundo en el que escapar de ellas mismas.
‘The Gigantes’ es un road trip para una nueva generación, que obvia las escenas más explicativas y se vuelca en un mar de imágenes bellas, silencios inconfundibles y giros desoladores en una huida hacia ninguna parte.
Dale gas, que esto no va a parar
Últimamente el audiovisual no para de regalarnos personajes femeninos metidos en un road trip particular, desde la fabulosa serie ‘Sin huellas’ hasta la tristísima ‘Nomadland’. Hay algo en ver a una mujer luchando contra los varapalos del destino que engancha e impide apartar la mirada. El problema de ‘The Gigantes’ es que una fotografía embaucadora y unos planos agotadoramente hermosos no consiguen ocultar una relación de amistad sin chispa entre una joven pobre con una vida tumultuosa y una niña pija que quiere romper con todo.
Una quiere ver a su padre. La otra, a un viejo amor que la está esperando en México. Sin embargo, no están dispuestas a dejar que sus vidas sean controladas por los hombres que habitan en las mismas. Sobre el papel está muy claro, pero Beatriz Sanchís, la directora, no es capaz de hacer que esas motivaciones que intuimos traspasen la pantalla, y el viaje no termina de pasar, al menos para Esmeralda, de simple rabieta. Trata temas interesantes, sí, pero no termina de ahondar en ninguno de ellos: sugerir en lugar de mostrar suele ser un acierto, pero no cuando ni siquiera la película tiene claro lo que pretende contar.
Eso no quiere decir que la película no tenga imágenes fascinantes: dividida en los kilómetros desde el inicio del viaje (jamás volverá hacia atrás), la Baja California y el Norte de México pocas veces han lucido tan mortalmente reales. La naturaleza como arma de destrucción, lugar para morir, mundo decadente al que no le importa tu miseria personal. No podría estar rodada en otro sitio, y, desde luego, no podría representarse mejor: dos almas en pena vagando por las carreteras decrépitas buscando una puerta abierta en un lugar que en sí es una cárcel interminable.
Quiero que se mueran todos
‘The Gigantes’ juega con el coming of age de una chica repleta de angustia adolescente y la codicia de una mujer que solo logra empatizar con ella en sus momentos de destrozo emocional. En una película como las que estamos acostumbrados a ver, ambas acabarían conociéndose mejor y descubriendo cosas sobre sí mismas por el camino, pero aquí, más allá de algunos momentos de floreciente esperanza, nunca dejan de ser un misterio la una para la otra.
Es interesante sobre el papel, pero frustrante a la hora de verlo en una pantalla. Especialmente porque esta falta de profundidad en su relación también equivale a una falta de capas de personalidad: no llegamos a conocer los verdaderos anhelos de ninguna de las dos hasta justo el final, en un par de escenas muy bien trabajadas con las que no se llega a tener una conexión emocional fuerte por culpa de un metraje que parece empeñado en condenar a las protagonistas al papel secundario de sus propias vidas.
Ni Esmeralda ni JJ tienen virtuosismo ni perfección en nada de lo que hacen. Alejadas del feminismo mal entendido de parte del cine de inicios de la década pasada, Sanchís comprende que sus personajes deben tener carencias y problemas en ellas mismas, que no necesariamente tengan que ver con los hombres de su vida. Ellas existen en relación a sí mismas, a su cuerpo, a sus necesidades, a su futuro. No en relación a otra persona. En el fondo, ambas quieren lo mismo, pero de formas tan diferentes que su convivencia, sin necesidad de gritos ni desmanes, se hace imposible.
Y pues que viva México, no mames
Puede que la trama y los personajes de ‘The Gigantes’ no sean los mejor definidos del cine moderno, pero visualmente es un escándalo: el sol sobre los poros de la piel, las sombras en la noche, la carretera inacabable, la tensión en un maletero pasando la frontera… Aquí es donde la película, que se puede ver en Filmin, se hace grande, única y prodigiosa, repleta de matices y expresando más con un plano bien ajustado que con mil líneas de guion expositivo.
Y finalmente llegamos a unos últimos diez minutos donde toda la trama que había permanecido adormecida entre los fotogramas sale a la luz con un final tan demoledor como justo que muestra que estos personajes no han aprendido absolutamente nada a lo largo del camino.
Ni siquiera han ganado una profunda amistad. Ambas, como en sus primeros minutos, solo… siguen existiendo, conduciendo hacia delante, sin mirar jamás atrás, pero al mismo tiempo viviendo en un pasado ficticio del que no quieren despegarse.
‘The Gigantes’ es una película repleta de defectos de forma, pero con un envoltorio fabuloso y llamativo. Sí, puede que sus dos personajes principales nunca nos lleguen a transmitir demasiado, o que su trama sea tan solo un devenir de acontecimientos, pero merece la pena acercarse un rato a un viaje francamente bello por un paraje desolador y sin esperanza.
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