En un momento en el que el distanciamiento social es imperativo para protegernos (y para proteger a los demás), cambiar el asfalto, repleto de runners, por la soledad de la montaña parece una muy buena idea. Con la llegada del otoño, además, las temperaturas más frescas acompañan para dejar atrás la ciudad y disfrutar del monte y del aire libre.
Si todavía tienes dudas sobre darle una oportunidad a correr por el monte, te hablamos de los beneficios que puedes obtener, y te damos las claves para comenzar con ello.
Los beneficios del trail running
- Más naturaleza y mejor calidad del aire: si corremos en la ciudad, los más afortunados podremos hacerlo por parques o jardines en los que podemos encontrar un poco de vegetación. En el trail running salimos a correr por la montaña, donde el aire es más puro debido sobre todo a que no encontramos la contaminación procedente de los coches que sí sufrimos en la urbe, y nos rodeamos de naturaleza desde la primera zancada.
- Mayor trabajo del tren inferior: los desniveles del terreno, que cuenta con numerosas subidas y bajadas, hacen que las piernas y los glúteos reciban un trabajo extra cuando corremos por la montaña.
- Y buen trabajo del tren superior: a la hora de correr, no todo son las piernas. Nuestro tren superior, en especial la musculatura del core, se activa para mantener el equilibrio en los descensos y para ayudarnos a mantener una buena postura durante todo el recorrido.
- Trabajo de la propiocepción y de la coordinación: de nuevo, las irregularidades del terreno son las responsables de que poco a poco vayamos mejorando nuestra propiocepción y la consciencia de nuestro cuerpo, sobre todo en los descensos. Si sueles correr sobre asfalto, esto es algo que te sorprenderá desde la primera salida.
- Tiempo para ti gracias a una mayor concentración: muchas personas no consiguen «dejar la mente en blanco» cuando salen a correr, sino que llenan la mente de pensamientos como qué tienen que hacer en el resto del día, lo bien o mal que ha salido una reunión en el trabajo, etc. A pesar de dedicar ese tiempo para nosotros, a veces no somos capaces de desconectar del todo corriendo por la ciudad. En el trail running, ya solo cambiando nuestro escenario habitual por la montaña, podremos desconectar más fácilmente. Además, la concentración que nos exige correr por un terreno irregular hará que sea más difícil pensar en otras cosas ajenas al deporte.
Cinco claves para pasar del asfalto a la montaña
- Fortalece tu tren inferior: como decíamos, el tren inferior va a demandar más trabajo en la montaña que cuando corremos por asfalto. Si el entrenamiento de fuerza siempre es beneficioso para los corredores, en el caso del trail running es prácticamente un imprescindible si queremos realizar salidas seguras.
- Hazte con unas buenas zapatillas de trail: el calzado que utilicemos a la hora de salir a la montaña importa, y mucho. Necesitaremos unas zapatillas con suela taqueada para garantizar un buen agarre sobre todas las superficies, ya que encontraremos terrenos cambiantes en la montaña. Materiales impermeables para el upper de nuestras zapatillas, como el Gore-tex, pueden ayudarnos a protegernos contra las inclemencias del tiempo.
- Protege tus articulaciones: rodillas y tobillos van a llevar una buena carga de trabajo si corremos por la montaña. Por un lado, necesitaremos que estos tengan una buena movilidad para poder adaptarse al terreno, pero también una buena estabilidad para evitar caídas y para protegernos ante posibles lesiones: el trabajo de propiocepción previo a las salidas de trail running es importante.
- Trabaja la técnica de carrera, sobre todo para los descensos: en la montaña encontraremos subidas y bajadas que deberemos realizar con una buena técnica si no queremos terminar en el suelo. A la hora de descender deberemos dar pasos más cortos, manteniendo siempre una buena velocidad sin acelerones ni frenazos bruscos, y nos conviene mantener alineados los pies, la cadera y los hombros para conseguir una buena postura.
- Estudia la ruta antes de ponerte manos a la obra: mientras que al correr en la ciudad generalmente nos fijamos en la longitud de la salida que vamos a realizar, en la montaña es conveniente que conozcamos bien la ruta antes de empezar. No solo hablamos de cuántos kilómetros vamos a recorrer, sino también de los cambios de altitud a los que nos vamos a enfrentar y el tipo de terreno por el que vamos a correr. Cuantos más datos tengamos de nuestra ruta, más seguros nos encontraremos.
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