Su
nombre
original
se
está
perdiendo
y
no
es
precisamente
el
palabro
más
sencillo
de
recordar
para
quienes
no
están
familiarizados
con
la
lengua
germánica.
Pero
la
fórmula
detrás
del
Hirtenschnitte
es
tan
sencilla
y
apetecible
que
merece
la
pena
ser
reivindicada
hoy,
cuando
los
tiempos
de
la
vieja
República
Democrática
Alemana
parecen
tan
lejanos.
Su
traducción
literal
sería
algo
así
como
rebanadas
del
pastor
(der
Hirte:
el
pastor;
der
Schnitt:
el
tajo,
el
corte;
die
Schnitte:
la
rebanada),
pero,
para
entendernos,
serían
algo
así
como
tostadas
o
tostas
de
queso
fundido.
Así
de
simple,
y
así
de
rico.
No
es
que
hoy
se
hayan
dejado
de
comer
las
rebanadas
de
pan
con
queso
encima,
que
en
Estados
Unidos
llamarían
open
faced
sandwich,
pero
la
denominación
de
Hirtenschnitte
se
asocia
a
una
época
y
un
lugar
muy
concreto
de
la
historia
europea
del
siglo
XX,
la
Alemania
socialista
surgida
tras
la
Guerra
Fría.
Unos
años
en
los
que
prácticamente
todo
el
mundo
trabajaba
y
había
poco
tiempo
para
pasar
en
casa
cocinando
o
haciendo
cualquier
otra
cosa.
Por
eso
fueron
tan
importantes
los
locales
tipo
cafetería
o
restaurante
llamados
HO-Gaststätte,
gestionados
por
la
Organización
de
Comercio.
Allí
se
ofrecían
platos
basados
en
recetas
tradicionales
y
productos
locales
sin
muchos
lujos,
pero
contundentes
en
su
contenido
nutricional,
buscando
dar
de
comer
al
trabajador
alemán
para
mantenerlo
sano
y
fuerte,
y
también
con
el
estómago
contento.
Y
si
era
rápido
de
preparar
y
de
comer,
mejor.

Por
eso
los
Hirtenschnitten
eran
tan
populares,
y
lo
siguen
siendo
hoy
tanto
en
Alemania
como
Suiza
o
Austria,
aunque
se
reconocen
con
otras
denominaciones
tales
como
Käseschnitten
(rebanadas
de
queso)
o
Brotaufläufe
(pan
con
algo
encima
fundido
o
gratinado).
Y
son
elaboraciones
perfectas
para
cenar,
especialmente
en
los
hábitos
españoles,
que
solemos
tomar
platos
más
completos
para
la
comida
e
improvisar
bocados
más
rápidos
para
la
cena.
Solo
hay
dos
ingredientes
básicos:
buen
pan
y
un
queso
decente.
A
partir
de
ahí,
puedes
añadir
lo
que
se
te
ocurra
o
apetezca,
con
tamaños
más
o
menos
generosos
en
las
raciones.
Y
lo
suyo
es
emplear
una
rebanada
de
pan
tipo
hogaza,
nada
de
pan
de
molde,
mejor
si
es
de
masa
madre
con
miga
tierna
pero
compacta,
nada
de
chapatas
o
panes
llenos
de
alveolos.
Un
candeal,
payés
o
moreno
tampoco
le
iría
nada
mal.
Se
puede
pasar
el
pan
por
la
sartén
o
plancha
con
mantequilla
o
aceite
antes
de
cubrirlo
con
ingredientes
elegidos
y
el
queso
al
final,
para
gratinarlo
en
el
horno,
o
hacerlo
directamente
tal
cual.
Las
versiones
más
elaboradas
empapan
primero
las
rebanadas
en
una
mezcla
de
huevo,
leche
y
queso,
y
entre
los
ingredientes
más
habituales
figuran
la
cebolla
pochada
o
frita,
beicon,
speck
o
jamón
cocido
o
asado,
salchicha,
mostaza,
cebollino,
pepinillos…
Serían
buenas
opciones
las
tostadas
galesas,
las
murcianas
tostas
de
sobrasada
y
queso
fresco
a
la
plancha,
unas
sencillas
tostas
de
jamón
asado
y
provolone,
o
unas
rápidas
tostas
de
ajo,
queso
y
jalapeños
en
freidora
de
aire.
En
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Hawái