Clásico
del
tapeo
a
pie
de
barra,
de
cañas
en
terrazas
y
también
de
banquetes
en
fiestas
con
mantel,
las
gambas
al
ajillo
tienen
el
honor
de
gozar
del
gusto
de
prácticamente
todo
el
mundo,
seducen
a
los
extranjeros
y
nunca
fallan,
sea
cual
sea
la
ocasión.
No
podían
faltar
en
el
repertorio
de
la
cocina
de
los
hermanos
Torres,
que
como
buenos
catalanes
tienen
el
mar
y
la
tradición
mediterránea
en
su
ADN
culinario.
Aunque
ya
no
tienen
en
emisión
ningún
programa
televisivo,
Sergio
y
Javier
continúan
compartiendo
recetas
y
trucos
a
través
de
las
redes
y
siempre
suelen
darle
un
toque
especial
a
los
platos
de
siempre,
como
unas
clasiquísimas
gambas
al
ajillo.
Pero
no
cualesquiera,
sino «como
nunca
jamás
antes
en
la
vida
habéis
visto«,
unas
gambas
al
ajillo
que,
afirman, «tienen
toque,
truco
y
trato».
Antes
de
arrancar
con
la
receta
en
sí
los
gemelos
nos
dan
unas
pinceladas
sobre
el
producto,
que
obviamente
debe
ser
de
primerísima
calidad
si
queremos
que
salgan
ricas
de
verdad.
Y
aunque
puede
hacerse
con
gamba
blanca
y
también
congelada,
no
hay
nada
como
una
gamba
roja
local
de
temporada,
capturada
esa
misma
noche
previa.
Para
reconocer
si
es
muy
fresca
tiene
que
tener
los
bigotes
bien
largos,
un
color
vivo
ojos
brillantes.
Otro
truco
para
diferenciar
el
crustáceo
recién
capturado
es
pasar
el
dedo
por
la
cabeza,
que
debe
sentirse
lisa
y
suave.
Si
está
rugosa
o
arrugada,
es
que
ya
lleva
más
tiempo
fuera
del
mar.
Nos
recomiendan
apostar
por
una
gamba
roja
muy
fresca
pero
de
tamaño
mediano,
que
salen
más
baratas.
Gambas
al
ajillo
al
estilo
hermanos
Torres
Los
gemelos
comienzan
pelando
300
g
de
gamba
roja
mediana
separando
la
carne,
los
cuerpos
y
las
cabezas;
como
no
son
muy
grandes
no
hace
falta
retirarles
el
intestino,
pero
podemos
hacerlo
si
nos
apetece.
En
las
gambas
grandes
sí
es
recomendable,
pues
suelen
llevar
tierra
y
restos.

Al
ser
al
ajillo,
se
necesita
un
buen
ajo,
y
abundante,
también
fresco,
en
su
caso
unos
tres
o
cuatro
dientes
de
ajo
de
las
Pedroñeras,
laminado
no
muy
fino,
al
que
añadirán
una
o
dos
guindillas,
que
recomiendan
mejor
cayenas
porque
son
más
picantes
-aunque
va
al
gusto-.
La
base
es
un
buen
aceite
de
oliva
virgen
extra,
pero
antes
preparan
su
truco
especial,
una
esencia
de
gamba.
Para
ello
mezclan
en
un
cuenco
los
jugos
de
las
cabezas
de
unas
cuantas
gambas,
estrujándolas
en
crudo,
con
unos
20
ml
de
vino
de
Jerez,
tipo
Manzanilla
o
un
vino
rancio,
para
hacer
una
pasta
o
salsa
espesa.
Calientan
unos
40
ml
de
aceite
con
las
guindillas
hasta
que
humee
bien,
echan
los
ajos,
dejan
dorar,
echan
las
gambas,
sal
y
reparten
la
esencia
de
gamba.
En
ese
momento
le
ponen
una
tapa
a
la
sartén
y
retiran
del
fuego
al
instante,
para
que
se
terminen
de
cocinar
con
el
calor
residual
de
un
aceite
que
seguirá
aún
hirviendo.

Con
esta
técnica
las
gambas
y
el
aceite
se
impregnan
de
todos
los
aromas,
ligando
ese
aceite
para
crear
como
una
salsa
llenísima
de
sabor.
No
necesita
más
reposo
que
uno
o
dos
minutos
antes
de
servir,
en
su
caso
dándole
un
toque
opcional
de
cebolleta
verde.
Se
podría
servir
en
una
cazuelita
de
barro
como
mandan
los
cánones,
pero
los
gemelos
las
devoran
directamente
de
la
sartén,
usando
trozos
de
pan
Catalina
-que
hacen
en
su
restaurante-
para
llevarse
a
la
boca
tanto
las
gambas
como
la
salsa,
que
pide,
efectivamente,
mojar
mucha
miga
de
una
buena
hogaza
de
masa
madre.
Imágenes
|
Cocina
Hermanos
Torres
En
DAP
|
Gambas
al
ajillo
en
microondas
En
DAP
|
Estos
son
los
trucos
del
chef
José
Andrés
para
hacer
las
mejores
gambas
al
ajillo