Los cómics, y más concretamente el subgénero de los superhéroes, siempre se han considerado como un medio narrativo que ha servido de escudo, guía y salvavidas para todos esos inadaptados que nunca han terminado de encontrar su lugar en el mundo; todo ello a través de unas esperanzadoras historias en las que personajes diferentes, marginados de algún modo por su condición, terminan brillando y trascendiendo con sus heroicos aportes al mundo.
Pues bien, dicho esto, olvidad por completo esta imagen maniquea y rebosante de optimismo. Porque ‘El hijo’, nuevo largometraje del realizador David Yarovesky tras su olvidable debut ‘The Hive’, ofrece una perversa alternativa a esos clásicos comiqueros que no teme en referenciar, envolviendo su sencilla propuesta bajo el manto del terror más honesto y falto de pretensiones.
Retorciendo mitos «a la Gunn»
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Es precisamente en esta ausencia de ínfulas lo que convierte al largometraje en una pieza tan recomendable como pérfidamente divertida que, además, aporta un necesario soplo de aire fresco dentro del panorama superheróico con su apuesta adulta, salvaje y carente de concesiones, marcada a fuego con el sello de su productor; un James Gunn que parece haber tenido más peso del que muestran los títulos de crédito.
El otrora enfant terrible formado en la impagable escuela Troma, recupera casi totalmente el espíritu de su obra anterior a su salto a Marvel Studios, proyectándolo sobre ‘El hijo’ a través de ese tratamiento jocoso y casi autoparódico del terror que tan bien le funcionó en ‘La plaga’, de un inspirado reparto compuesto por algunos de sus colaboradores habituales de alguna que otra referencia a su filmografía y, sobre todo, de un guión mucho más lúcido de lo que cabría esperar a juzgar por su simpleza.
Es una auténtica delicia ver como el libreto, escrito oficialmente por Brian y Mark Gunn —’Viaje al centro de la Tierra 2’—, retuerce sin vergüenza los códigos y puntos clave de la archiconocida aventura de Superman, aprovechando al cien por cien el conocimiento colectivo del mito de DC Comics para centrarse en lo que verdaderamente importante: desarrollar una narrativa edificada sobre una ironía dramática que trasciende al filme que, pese a previsible, brinda un refrescante viaje de apenas 90 minutos.
Entre malintencionados planos que parecen extraídos directamente de ‘El hombre de acero’ de Zack Snyder y jugueteos en los que la relación entre cinta y referente adopta nuevas formas, Yarovesky salpimenta el conjunto con un buen puñado de momentos gore, acordes al con el tono y más cafres de lo esperado, pero que no enmascaran ciertas deficiencias a nivel de dirección y montaje —algo torpes puntualmente, aunque solventes en cómputo global— que emborronan el estimable resultado final.
‘El hijo’, dentro de sus limitaciones, triunfa como entretenimiento sin complejos ideal para ser disfrutado en una sesión golfa gracias, sencillamente, a ofrecer lo que promete; sin engaños, falsas promesas y expectativas incumplidas. Si a esto le sumamos la posibilidad de ver cumplidas en pantalla grande las inconfesables fantasías, mucho menos bienintencionadas que las impresas, que algunos lectores preadolescentes extraíamos de las viñetas, poco más se puede pedir.