El gran estreno español en cines de esta semana es ‘Operación Camarón’, la nueva comedia apoyada por Mediaset que raro será que no se haga con el número 1 en taquilla. Sin embargo, no es la única producción nacional que llega estos días a las salas, pues en ellas también desembarcan ‘Lucas’ y ‘El gran camino’, siendo la segunda la que ahora nos interesa.
Escrito, dirigido y protagonizado por Alba Prol y Raúl García, ‘El gran camino’ es un documental que ha pasado por multitud de festivales a lo largo del planeta y que promete visitar «las mejores rutas a pie del mundo» para abordar temas más profundos, tanto a un nivel íntimo como más general. Y la verdad es que cumple su promesa, pero también que resulta quizá demasiado genérico para llegar a destacar.
A mitad de camino
‘El gran camino’ es un documental que fomenta la exploración, tanto en la parte física, con sus protagonistas viajando a diferentes lugares del mundo,, como la psicológica, algo que sus propios responsables remarcan con la frase promocional «los grandes caminos siempre terminan en uno mismo«, aludiendo al efecto que esa experiencia tiene en lo referente al mayor conocimiento que adquirimos sobre nuestras propias inquietudes.
Sin embargo, Prol y García potencian en ‘El gran camino’ las experiencias externas, subrayándolas de forma ocasional a través de un correcto uso de la voz que, a su manera, sirva como guía al espectador sobre aquello que sucede en pantalla y de paso haga más cercanas las vivencias a darle un toque en primera persona.
Eso sí, las aclaraciones tienden a ser escuetas para no acaparar demasiado protagonismo, algo que ayuda a que mantenga cierta ligereza y no resulte demasiado didáctico. A cambio, existe en todo momento cierta sensación de superficialidad por querer abarcar demasiado cuando el mensaje que busca transmitir quizá hubiese tenido más fuerza apostando por una única ruta. Las abordadas son el Camino de Santiago de España, el Pacific Crest Trail de EEUU, el Camino Inca a Machu Picchu de Perú, y el Kumano Kodo de Japón, y confieso que es este último el que más interés me suscitó viendo ‘El gran camino’.
Luces y sombras de ‘El gran camino’
De esta forma, su principal rasgo distintivo acaba volviéndose también hasta cierto punto en su contra. Porque es verdad que no se cae en el error de ser una sucesión de paisajes más cercano a un vídeo turístico que a un documental, pero hay algo en su búsqueda de despertar el sentido más aventurero del espectador que no termina de cuajar.
Es como si quisiera ser al mismo tiempo una introducción a esa necesidad vital que surge ocasionalmente de dejarlo todo atrás y echarse a la carretera -aunque andando y no en coche o cualquier tipo de vehículo motorizado- y un dibujo más amplío de lo que supone dejarse llevar en esas situaciones. Se gana en una mayor diversidad cultural y de puntos de vista -aunque ahí los discursos acaban siendo un poco redundantes-, pero se pierde concreción a la hora de transmitir por qué son tan especiales esas rutas.
Ojo, Prol y García hacen un buen trabajo diferenciándolos y se nota el despliegue técnico para darle un look más cinematográfico a las escenas rodadas en parajes naturales, pero hay algo en la pureza que desprende la película que a buen seguro servirá para conquistar a los espectadores más aventureros, pero que en mi caso he sentido que no terminaba de despegar.
En resumidas cuentas
Tengo claro que un sector del público conectará de lleno con lo que propone ‘El gran camino’, sobre todo tras todas las restricciones que hemos sufrido últimamente por culpa de la pandemia. Virtudes no le faltan, pero a mí personalmente me deja un poco a medias.