‘El Gabinete de Curiosidades de Guillermo del Toro’ (Guillermo del Toro’s Cabinet of Curiosities, 2022) es la esperada serie del director de ‘Hellboy’ (2004), cuyo nombre es ya una de las marcas más potentes en el negocio del terror, aunque aquí no ha dirigido ninguno de los ocho mediometrajes de la antología de Netflix, que se estrena la semana previa a Halloween de martes a viernes, con un par de capítulos cada noche, en una estrategia inédita en la paltaforma.
Sin embargo, es Del Toro la mayor fuerza creativa detrás de todo el concepto. Él se ha encargado de reclutar a los guionistas y directores, y la serie muestra signos claros de una curación específica, no solo por los cineastas elegidos, sino por los temas morales sencillos que albergan, su barroco nivel de producción y una querencia literaria y aspecto clásico, que hasta cierto punto es inédito en el trabajo de un autor más centrado siempre en aspectos más mágicos y trágicos, que en la propia sensación del miedo.
Un gran regreso a las antologías clásicas de sabor añejo
Su mano se nota también en todo el aspecto visual. Como es su microantología ‘Historias de miedo para contar en la oscuridad’, predomina la fotografía oscura, los escenarios construidos al detalle y las creaciones látex que despliegan artesanía macabra. La mayoría de los episodios incorporan alguna criatura que es, al menos en parte, una construcción real y bien elaborada al estilo que del Toro ha desplegado en sus propias películas.
No es muy distinto en intenciones a la serie ‘Creepshow’, con la diferencia de que, si bien allí los monstruos prácticos son geniales, quedan un poco huérfanos por una producción muy muy pobretona. Al igual que la serie de Greg Nicotero, tenemos un anfitrión para introducirnos en cada historia. Pero en vez de un monstruo, al igual que Rod Serling y Alfred Hitchcock, del Toro presenta brevemente cada uno de los segmentos, abriendo las puertas y cajones del gabinete del título y sacando objetos que reflejan los temas del episodio, muy al estilo de ‘Galería Nocturna’, o bien ‘Viernes 13: la serie’ y su museo de objetos malditos.
Las inquietudes de cada episodio reflejan bien el espíritu de la serie en conjunto, con piezas de época, con una sensación literaria clásica, mucho talento visual y una narrativa que no deja mucho margen para las sorpresas. Las historias son tan sencillas como las de los tebeos EC o la serie ‘Thriller’, basadas en relatos de literatura de terror algo más moderna, pero con tendencias, de weird fiction y, en su mayor parte muy lovecraftiana, independientemente de que haya dos de los ocho que son directamente adaptaciones del autor de Providence.
Episodio 1: El trastero 36
Cada noche tiene un tema en conjunto. La primera presenta dos historias que envuelven el tema de los ‘Carroñeros’ (Scavengers), y el programa doble comienza con ‘El trastero 36’ (Lot 36) de Guillermo Navarro, el antiguo colaborador de Del Toro, quien trabajó como director de fotografía en ‘Cronos’ (1993) y ‘El laberinto del fauno’ (2006), sobre un guion de Regina Corrado que se basa en una historia original del creador de ambas películas. En ella Tim Blake Nelson es un veterano de Vietnam cabreado con el mundo en plenos 90 de la invasión a Irak.
Nostálgico de la era Reagan, se nos presenta como uno de los primeros en adoptar la teoría del reemplazo blanco, que se mantiene trapicheando con espacios de almacenamiento de muertos. Como si fuera una versión oscura del programa ‘¿Quién da más?’ (Storage Wars), la historia el protagonista descubre un oscuro secreto en una unidad que ganó en una subasta, una mesa de espiritismo con varios compartimentos ordenados que albergan una pila de textos antiguos, que por supuesto no llevarán a nada bueno.
Siendo la primera, es una introducción inteligente y muy sencilla al tipo de historias que vamos a ver, una narración directa con un misterio que va desarrollándose sin prisas hasta llegar a un final muy satisfactorio, sin conceptos inflados de más ni complicaciones. Hay un dilema moral claro, aspectos sobre inmigración y supremacismo típicos en la última obra del autor y fugas al horror cósmico con una ejecución visual impecable, como leer una historia de ‘Creepy’ con viñeta final splashpage de Antonio Segura y Jaime Brocal Remohí.
Episodio 2: Ratas de cementerio
La segunda curiosidad de la primera noche es ‘Ratas de cementerio’ (Graveyard Rats) de Vincenzo Natali, un relato corto basado en la novela del mismo nombre del autor Henry Kuttner. Ambientada en las calles fangosas de la zona rural de Salem, Massachusetts, la película sigue a un cuidador de cementerio (David Hewlett) convertido en ladrón de tumbas para buscar las joyas de los muertos, un nuevo viaje a un tema habitual del terror de siempre, desde el clásico de Robert Wise a las distintas aventuras de Burke y Hare en el cine.
Las ratas del título tienen un doble sentido obvio, y de nuevo trata el tema de la codicia y la falta de moral derivada de la búsqueda de los beneficios mundanos. El director de ‘Cube’ aplica también su experiencia adaptando a Stephen King en una historia que recuerda a ‘La fosa común’, con ciertos ecos a ‘De origen desconocido’, es decir que tenemos la presencia de varias ratas descomunales y criaturas inesperadas, con un giro, de nuevo ultralovecraftiano, que lleva a las ratas del título al relato ‘Las ratas en las paredes’, convertido aquí en un survival claustrofóbico con un despliegue visual delicioso.
De momento, lo que nos ofrece ‘El Gabinete de Curiosidades de Guillermo del Toro’ es una continuación de los valores que han convertido el nombre del director de ‘El callejón de las almas perdidas’ en un uno de los mejores cineastas de terror modernos, mezclando una amplia gama de períodos, seres inimaginables que no necesitan gran explicación y un nivel de detalle que cumple la idea inmersiva de su cine al trasladarnos la sensación de leer libros de miedo en papel a la luz de las velas, sin buscar llegar a nada más profundo, por suerte, disfrutando del, cada vez más difícil de encontrar, placer del terror tradicional, sin aditivos ni pretensiones excesivas.