El cerebro en fase de desarrollo, durante la infancia y la adolescencia, tiene mayor plasticidad de la que se pensaba hasta ahora, pues existen mecanismos que generan ‘circuitos cerebrales alternativos’ con mayor funcionalidad ante las situaciones adversas o carencias de estímulos.
Así lo demuestra un estudio liderado por el Centro Nacional de Biotecnología del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y publicado ayer en la revista científica Nature Communications. Según los investigadores, aporta una nueva perspectiva para comprender la diversidad comportamientos, un factor muy importante para el manejo y el tratamiento de síndromes como el espectro autista.
Así funciona el cerebro de los niños
Explican desde el CSIC que los dos hemisferios cerebrales procesan información distinta y la conexión entre ambos es esencial para la realización de las funciones más complejas del cerebro como la verbalización de la información sensorial, la interpretación de un discurso dentro de su contexto, o las relaciones sociales.
Estos hemisferios están conectados mediante el cuerpo calloso que actúa como una autovía de intercambio de información. Se desarrolla durante la infancia y la adolescencia, y permanece relativamente invariable durante la vida adulta. Hasta ahora se pensaba que este proceso consistía en consolidar las conexiones de las neuronas callosas, que encontramos en el adulto, entre los dos hemisferios.
Pero el nuevo estudio demuestra que el cerebro en fase de desarrollo, no tiene un funcionamiento tan preestablecido y que «existe ensamblaje del cerebro mucho más a la carta en cada individuo de lo que se pensaba».
Así lo explica Marta Nieto, investigadora del CSIC, que recalca el hecho de que el cerebro en desarrollo evita generar circuitos inútiles y favorece aquellos de mayor funcionalidad, «como puede ser la expansión de las capacidades auditivas o táctiles en un individuo ciego de nacimiento».
Podría ayudar en el tratamiento del autismo
Noelia Sofía de León, primera autora del estudio, realizado en colaboración con investigadores del Instituto Cajal del CSIC y la Universidad de Tulane de Nueva Orleans (Estados Unidos), señala que:
“Hasta ahora se pensaba que el modo de conexión de una neurona estaba predeterminado desde el nacimiento, y por tanto los circuitos corticales están fuertemente predeterminados. Sin embargo, nuestro trabajo demuestra que inicialmente dicha distinción entre neuronas locales e inter-hemisféricas no existe, y que las neuronas al nacer poseen una gran plasticidad. Esto ayuda a entender cómo se generan los circuitos corticales y abre la posibilidad de aprovechar dicha plasticidad neuronal para modularlos pronto en el desarrollo con fines terapéuticos”.
Esta nueva información explicaría la diversidad cerebral y resultará muy útil en el tratamiento de pacientes con dificultades para procesar la información social que proviene de sensaciones, como el lenguaje no verbal en síndromes como el espectro autista. Según los investigadores, las conclusiones de su estudio «permiten el manejo de estas condiciones desde otra perspectiva, asumiendo una mayor diversidad de procesamientos y respuestas cerebrales».
Es decir, que las neuronas al nacer al nacer poseen una gran plasticidad. Cómo modelarlas será el siguiente paso.
Vía | Centro Nacional de Biotecnología del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)
Fotos | iStock
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