El arte de pedir disculpas en el trabajo

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Nos pasamos infinitas horas en el trabajo, junto a personas a las que vemos más que a nuestra familia o amigos. A no ser que nuestro empleo se desarrolle en un entorno en el que no haya que relacionarse con mucha gente, lo normal es que surjan conflictos y con ellos las disputas.

Para que un malentendido no se agrande y acabe convirtiéndose en un problema que perjudique al equipo, lo mejor es apostar por la reconciliación y por unas disculpas sinceras. Pero recordemos algo esencial, el perdón debe nacer del corazón, sobre todo por nosotros.

El perdón auténtico, libera el rencor, apacigua la rabia y busca el acercamiento, no se limita a un «lo siento». Si el objetivo en una empresa, es reparar daños y volver a empezar de cero, hace falta algo más.

En ocasiones, no somos conscientes de la importancia de mantener un buen clima laboral. No siempre está todo en manos del jefe o líder, a veces, entre compañeros es sano que exista un intento de rectificación, somos adultos y al fin y al cabo también capaces de gestionar problemas.

Lo positivo de admitir un error no debería ser un mero trámite, sino un acto en el que hay un propósito de enmienda, una voluntad de reparación, un cambio, el deseo de construir un nuevo escenario.

Aunque mostrar empatía es la clave, no siempre es fácil. Si, a pesar de los esfuerzos, dos personas no interpretan de modo similar un hecho, o hacen distintas lecturas, será casi imposible que lleguen esas disculpas.

Por lo que una de las dos partes, deberá apostar por una inteligencia emocional más elaborada, o si se prefiere deberá demostrar más interés por volver a la normalidad y cerrar el problema con alguna frase del tipo: «Aunque no fue mi intención, creo que te hice sentir…»

¿Cómo sabremos si esas disculpas han sido tomadas en serio? El tiempo nos lo dirá.Y es que la confianza de alguien se recupera más con hechos que con palabras.

Imagen|Pixabay