Con
la
llegada
de
la
Navidad,
las
cestas
de
regalo
se
llenan
de
productos
deliciosos
y
de
botellas
de
alcohol
que,
en
muchos
casos,
terminan
acumulándose
en
el
salón
o
la
despensa
a
la
espera
de
una
segunda
oportunidad.
Mientras
que
algunos
se
las
beben
por
completo,
otros
no
saben
qué
hacer
con
tantos
licores
y
destilados.
Lo
que
muchos
desconocen
es
que
estas
bebidas,
aunque
parezcan
eternas,
también
caducan
si
no
se
almacenan
correctamente.
Aunque
no
se
estropean
de
la
misma
manera
que
los
alimentos
perecederos,
los
licores
y
destilados
pierden
calidad
con
el
tiempo.
Las
botellas
cerradas
pueden
durar
años,
pero
una
vez
abiertas,
el
aire
y
la
luz
comienzan
a
degradar
sus
propiedades.
Por
ejemplo,
el
whisky
o
el
ron
pueden
aguantar
años
si
están
bien
cerrados,
pero
su
sabor
empezará
a
cambiar
lentamente.
La
clave
está
en
almacenarlas
correctamente.
Lo
ideal
es
guardar
las
botellas
en
un
lugar
fresco,
oscuro
y
seco,
alejado
de
la
luz
solar
y
del
calor,
sobre
todo
de
los
rayos
de
sol
directos
que
cambien
su
temperatura
constantemente.
Cuidado
con
las
cremas
Si
se
han
comenzado
para
un
breve
brindis,
las
botellas
abiertas
deben
cerrarse
herméticamente
para
evitar
la
evaporación
y
el
contacto
con
el
aire,
que
oxida
la
bebida.
Además,
algunas
bebidas
como
la
crema
de
licor
tienen
una
duración
limitada,
ya
que
contienen
lácteos:
una
vez
abiertas,
deben
guardarse
en
la
nevera
y
consumirse
en
un
plazo
de
seis
meses.
Por
otro
lado,
bebidas
como
el
vermut
o
los
licores
de
frutas
también
tienen
una
caducidad
más
rápida
debido
a
su
mayor
contenido
de
azúcar.
Una
botella
abierta
de
vermut,
por
ejemplo,
aguanta
en
buenas
condiciones
entre
uno
y
tres,
siempre
que
se
conserve
en
frío.
Es
recomendable
revisar
siempre
las
etiquetas,
ya
que
algunos
fabricantes
especifican
la
duración
recomendada.
En
cambio,
los
destilados
fuertes
como
el
vodka,
la
ginebra
o
el
tequila
son
más
resistentes
al
tiempo.
Al
contener
un
alto
grado
de
alcohol,
su
deterioro
es
mínimo,
pero
eso
no
significa
que
sean
inmunes.
Si
se
almacenan
mal,
pueden
perder
parte
de
sus
aromas
y
sabor
característicos,
de
forma
que
cuando
se
vayan
a
consumir
hayan
perdido
muchas
de
sus
propiedades.
Aunque
una
botella
de
alcohol
pueda
parecer
eterna,
la
clave
para
conservarla
está
en
almacenarla
correctamente
y
prestar
atención
al
tipo
de
bebida.
Licores
y
cremas
tienen
una
caducidad
más
corta,
mientras
que
los
destilados
fuertes
son
más
duraderos.
Por
ello,
hay
que
aprovechar
la
cesta
de
Navidad
estratégicamente
y
asegurarse
de
disfrutar
las
bebidas
en
su
mejor
momento.
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En
DAP
|
Creíamos
que
estábamos
solos,
pero
no:
a
los
animales
también
les
gusta
beber
alcohol